CAPÍTULO DIECINUEVE

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—¿Por qué tardas tanto en responder. —Acomodó su camisa —Hice lo que me pediste, el traslado de la mercancía podrá llevarse a cabo en tres días, las fronteras están despejadas.

—¿De nuevo obtuviste la misma ayuda? — Trent pasó el celular de su mano derecha a su izquierda y cerró la puerta del auto con su mano libre. Le sonrió a Becca al mismo tiempo en que le indicaba que entrase al auto.

—Claro, — Yuteng sonrió —Samantha nunca me ha fallado. — Trent sonrió esta vez.

—No confíes demasiado, querido Yuteng. Le has hecho mucho daño y en algún momento se revelará en contra tuya. —Acomodó su cuerpo en el asiento.

—No lo creo, toda su vida ha sido demasiado estúpida y siempre cree en mis palabras —respondió Yuteng, con autosuficiencia y seguridad.

—Suppasit está de su lado, en tu lugar yo no sería tan confiado. El imbécil de Suppasit sabe cómo actuar Soltó un bufido con demasiado desagrado de tan solo recordar al detective.

Los ojos de Becca se cristalizaron por la sola mención de su hermano, tenía que ser fuerte y no llorar frente a Trent. Este se volvía como un maniático celoso cada que ella lloraba por su hermano. La obsesión de Trent hacía Becca era enfermiza y abrumadora.

—No lo hará. Estoy seguro que luego de la muerte de su pequeño detective, Suppasit tirará todo por la borda y se retirará de la CIA por haber permitido que un inocente muriera. — Yuteng soltó un suspiro antes de dar otra profunda calada a su cigarrillo.

—Está bien. — Trent le sonrió a Becca, dándole un guiño e intentado tomar su mano. —Si eso es lo que opinas, no me busques cuando todo se te haya venido abajo, Yuteng. Nuestro trato está a punto de llegar a su fín y luego tú quedarás a cargo de la mafia Japonesa. Sabes que me iré a Rusia con mi princesa. — Becca tragó grueso y apretó los puños.

Sí, Trent estaba planeando llevársela a Rusia luego de acabar con Mew y todo su equipo.

—Queda muy claro, Trent. Pero no olvides que estamos juntos en lo de acabar con Mew Suppasit. — Trent sonrió con autosuficiencia y Yuteng quebró en dos pedazos el pequeño bolígrafo que sostenía entre sus dedos, el cual había tomado luego de acabar su cigarro.

Trent finalizó la llamada y miró a Becca, admirando de pies a cabeza a la chica, quien solamente podía mirar hacia el frente e intentar lucir lo más tranquila posible. Vestía un vestido rosa en tonos tenues, el mismo estaba adornando con pequeñas flores fucsias y blancas.

—¿Estás lista, querida? —Acarició con suavidad la mano de Becca, provocando que la chica sintiera su cuerpo temblar por el miedo que en estos cinco años no había dejado de tenerle.

—Estoy lista —respondió bajito.

—Estoy seguro de que las nuevas te amarán. Todos te amamos, princesa. — Becca tragó grueso para poder contener el nudo en su garganta, pedía y rogaba que aquello acabara ya. Sentía que ya no lo soportaba más. —Les enseñarás cómo funciona todo y dependerán de tí para sobrevivir.

Becca se limitó a solamente asentir. Desde hace tres años había dejado de resistirse y revelarse contra Trent, aquello solamente le traía graves consecuencias, algunas ocasiones desde costillas rotas o graves y violentos abusos sexuales.

De niña algunas veces se escabulló entre las pláticas de su padre y su hermano, estos mencionaban que luego de un secuestro una táctica efectiva para poder continuar con vida era obedecer a lo que el secuestrador te pidiese hacer o decir, para que el agresor permanezca tranquilo y creyendo que te tiene en su mano y bajo su control. Existían también los casos de víctimas en los cuales estas resultaban adoptando el síndrome de Estocolmo*.

•𝚃нє 𝐃𝐀𝐑𝐊 αи∂ 𝐆𝐋𝐎𝐎𝐌𝐘 𝙳𝙴𝚃𝙴𝙲𝚃𝙸𝚅𝙴• [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora