CAPÍTULO VEINTIUNO

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Sus párpados se sentían pesados debido a los infinitos minutos de llanto, de los cuales como resultado se había quedado dormido, suspiró y colocó la carta sobre la cama. Poniéndose de pie caminó hacia el baño de la habitación, su celular vibró, era una llamada de Boun. La ignoró y continuó su camino.

Lavó su rostro y cerró los ojos en el momento en que sintió una lágrima bajar por sus mejillas.

¿Acaso no había llorado lo suficiente ya?

Ni siquiera luego de la muerte de Aranya había llorado tanto, quizás haya sido porque Becca y su madre siempre estuvieron con el, apoyándolo en cada momento y revitalizando la energía que le hacía falta, ademas, a ello sumaba el hecho de que Suchart ni siquiera le permitió llevar su duelo en paz.

—¿Mew? ¿Dónde estás? — La voz de Boun hizo un pequeño eco en la habitación. Tragó grueso y parpadeó.

—¿Por qué regresaste? — Boun frunció el ceño al notar los hinchados y rojos ojos de Mew.

—¿Qué te ocurre? ¿Por qué has llorado? ¿En dónde está Gulf? —Estudió toda la habitación. Mew parpadeó para alejar las lágrimas que poco a poco se asomaron en sus ojos. Mirando a Boun con simpleza pero evidente dolor.

—Se ha ido —susurró, pero a pesar de todo Boun aún logró escucharlo.

—¿Se ha ido? ¿Sin motivo alguno? — Mew no lo soportó más y volvió a llorar. —¿Mew? Vamos, amigo, ¿qué ocurre?

—Se fué Boun, se fué porque le hablé de mi pasado, y-yo... — Boun caminó hacia Mew —él me pidió que le dijese toda la verdad, lo hice y s-se... — Mew sonrió con melancolía —se fué. —Cayó de rodillas, pero esta vez Boun junto con él, sujetándolo de ambos hombros.

—N-no comprendo por qué haría eso. ¿Te refieres a que le dijiste lo de Sam y Aranya? — Mew asintió. —No veo una razón para que deba irse solo por eso, es estúpido. Y hasta donde yo me di cuenta, Gulf es una persona bastante madura.

—No se fue por eso. — Boun guardó silencio —Y-yo le revelé mi mayor secreto, el secreto que he guardado durante años.

—Ese secreto que no quisiste revelarle absolutamente a nadie — Boun lo miró fijamente —¿Le dijiste lo que te sucedió, no?

—Lo hice y no sabes cuánto me arrepiento. Si no lo hubiera hecho...  aún lo tuviera conmigo, Boun. — El detective abrazó a su amigo en el preciso instante en que éste volvió a llorar, simplemente lo dejó desahogarse sin importar que tirara de su camisa o que manchara esta misma con las lágrimas.

Durante toda su amistad el único que consolaba era Mew. Mew nunca se derrumbaba y no lloraba frente a nadie, vivía su dolor en completa soledad, siempre absteniéndose de compartirlo con alguien más, siempre luchando por ser el justiciero implacable, la persona de hierro o como un témpano de hielo que no siente alguna emoción. Mew debía ser fuerte, desde niño se le amonestó que no debía llorar, que las emociones lo debilitaban y simplemente eran una piedra en el zapato.

Suchart le enseñó que llorar o ceder ante sus emociones lo volvían débil, que debía continuar siempre con la frente en alto y nunca permitir que sus propias emociones lo consumieran. Mew lo hizo, lo hizo a punta de espada y se aferró tanto a ello, que, en el camino olvidó que él puede sentir, que puede sufrir, reír y llorar. Adhirió tanto aquellas palabras de su padre a sus entrañas, que en algún punto terminó por olvidar que él también es humano.

Boun miró a un punto fijo en el suelo, aferrando más a su amigo a su pecho.

—Está bien, está bien, amigo. Solo llora... solo llora. —Audibles y frecuentes sollozos fueron la respuesta a sus palabras.

•𝚃нє 𝐃𝐀𝐑𝐊 αи∂ 𝐆𝐋𝐎𝐎𝐌𝐘 𝙳𝙴𝚃𝙴𝙲𝚃𝙸𝚅𝙴• [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora