CAPÍTULO VEINTE

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Luego de haber acabado su llamada Wattana se dirigió al baño y lavó su rostro, acomodó su cabello con una de sus manos y mirándose al espejo, suspiró.

—Deberá ser hoy, lo imagino. —Sonrió.

Por supuesto que sería esa misma noche, ya había hablado con el guardia para que se encargase de sacar a Perth y a Gianni de su celda. Así sería más fácil poder acabar con Saenghtong.

No estaba fallando a su plan con Perth y Gianni, es solo que, esta misma mañana uno de sus hombres le había informado que escuchó la conversación entre Saenghtong y Yuteng, le hizo saber que el maldito de Saeng planeaba asesinar a Perth esta misma noche. Por ello se dispuso a buscar lo más rápido posible a un guardia en quien él podría confiar para sacar a Perth y Gianni de la celda por al menos dos horas, en dicho lapso de tiempo él se haría pasar por Perth y en el momento en que Saenghtong llegara a la habitación, lo asesinaría.

Fue entonces como recordó al guardia que era amigo suyo y en un tiempo también lo fué de su cuñado: Sichantha Bunmi. Asintió frente al espejo, estaba decidido, acabaría esta misma noche con Saenghtong.

Salió del baño y llegó a su celda guardó un pequeño tenedor al cual le había retirado las tres puntas que lo volvían un utensilio y con lo demás había hecho una muy filosa y fina punta como la de un puñal. Lo escondió entre el pantalón de su uniforme y el elástico de su ropa interior, antes de guardarlo pasó su dedo pulgar sobre el filo de este y hundió la yema de su dedo, este lo cortó en cuestión de segundos y su sangre comenzó a gotear.

Sonrió. El pequeño puñal improvisado funcionaría.

Lo único que Wattana desconocía era que Sichantha era el padre del tipo que había abusado de la hermana de Gianni. El guardia estaba dispuesto a ayudar a Perth, más no era el mismo sentimiento para Gianni. De hecho, estaría agradecido con Saenghtong si este podía darse el lujo de asesinar al bastardo que le arrebató la vida a su único hijo.

Emprendió camino hacia la celda de Gianni y Perth, silbaba y bailaba al caminar. Al irse acercando poco a poco, le extrañó el completo silencio del lugar. La algarabía nunca solía faltar en la prisión y aún peor a estas horas de la noche. Extrañado por el ambiente tan fuera de lo común, apresuró sus pasos y a medida en que se acercaba comenzó a escuchar quejidos de dolor.

—¡S-suéltame! ¡Suéltame, maldito! — Aquella era la voz de Gianni. Corrió el pequeño tramo que faltaba y al llegar encontró a Saenghtong encima de Gianni, abusando de él. El pequeño Gianni temblaba y lloraba a la vez que se movía intentando vanamente escapar del gorila de Saenghtong.

—¡ALÉJATE DE ÉL, BASURA! — La ira recorrió su cuerpo y sin pensarlo más, caminó hacia Saenghtong y tomándolo de ambos costados de la camisa lo lanzó con brusquedad al suelo. Caminó hacia la cama y sujetando a Gianni de ambos hombros, lo ayudó a ponerse de pie y apoyarse sobre su cuerpo.

—Wattana — Gianni lloró en sus brazos.

—Estás bien, todo está bien. — Acarició con suavidad el cabello del pequeño chico. Sh, sh, sh.

—¿Por qué te entrometes? Esta no es tu lucha. ¡Imbécil! — Saenghtong gritó, luego de haberse subido los pantalones y estabilizado el equilibrio en su cuerpo. Su respiración continuaba siendo errática.

—Pagarás por esto, Saenghtong. ¡VOY A MATARTE, MALDITO! — Wattana soltó con sumo cuidado a Gianni y se puso de pie.

Sin siquiera pensarlo se lanzó hacia Saenghtong y golpeó su rostro, le dió una patada en el costado de su abdomen y otra en su pierna. De inmediato los demás reos llegaron para cubrir la pelea con gritos y hasta cantando canciones, para opacar el sonido de los golpes y los gritos.

•𝚃нє 𝐃𝐀𝐑𝐊 αи∂ 𝐆𝐋𝐎𝐎𝐌𝐘 𝙳𝙴𝚃𝙴𝙲𝚃𝙸𝚅𝙴• [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora