𝟏𝟖

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La pelinegra al escuchar la voz de Hanma jadear se preocupó, ya que, supuso que el se encontraba herido.

—Hanma, maldición, ¿a dónde diablos estás? Iré a buscarte.—dijo Akira mientras caminaba de un lado a otro.

—No, Akira, no vendrás. Tomarás un vuelo a Argentina, no te buscarán allí, solo vete.—decía Hanma desde la otra línea mientras jadeaba por el dolor en su estómago.

—No, no lo haré, así que dime a dónde demonios estás y sabes muy lo terca que puedo llegar a ser.—dijo Akira y Shuji sabía que ella tenía razón así sin más remedio le dio la dirección.—Bien, estaré allí en cinco minutos.—y sin más cortó la llamada.

—Tengo que irme, lo siento.—dijo Akira.

—Espera, iré contigo.—respondió Baji.

—No, tú te quedarás aquí, si no regreso ve a buscarme, ahora solo ve a informarle sobre esto a Mikey.—contestó Akira con firmeza dispuesta a irse pero antes de salir corriendo volteó a ver al pelinegro y se acercó a él para luego besarlo con dulzura.—Te amo.—dijo y sin esperar respuesta se fue en dirección al vehículo.

La azabache se encontraba dirigiéndose a la ubicación que Hanma le había dado, pero al llegar al lugar jadeó preocupada

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La azabache se encontraba dirigiéndose a la ubicación que Hanma le había dado, pero al llegar al lugar jadeó preocupada. Sin esperar más se acercó al mayor que yacía sentado en el suelo con su espalda recargada en una pared y en su estómago se veía sangre, bastante a decir verdad.

—Oye, Shu, escúchame, estarás bien, tenemos que ver eso.—dijo Akira tratando de que Hanma reaccionara pero nada, lo vio y nada pasó.

—Mierda, no, por favor, tu no.—la pelinegra empezó a llorar en el pecho de quien fue alguien importante para ella.

—Vaya, hace bastante tiempo no me decías Shu.—la voz Hanma sonó bastante débil y Akira sorprendida vio al dueño de esa voz que la veía con una sonrisa débil.

—Maldito, me asustaste.—volvió a llorar Akira.—Ven, tenemos que sanarte eso.

—¿Hospital? sabes que no podemos ir ahí.—respondió Hanma.

—Cierra la boca y vamos.—sin esperar más ambos se pusieron de pie para subirse al vehículo de la pelinegra, Hanma con la ayuda de Akira logró subir.

Solo bastaron cinco minutos para llegar al hospital, donde Akira sacó su celular para llamar a alguien que conocía muy bien que la pudiese ayudar.

—Estoy a fuera del hospital, ayúdame, ya.—dijo la azabache firmemente para luego cortar la llamada y asegurarse de que Hanma siga despierto. Segundos bastaron para que la persona de confianza de Akira llegara al estacionamiento con una camilla.

—Akira, si alguien se entera de esto, juro que te mataré.

—Lo sé, gracias, Hina.—le respondió Akira a la de cabello rosa.

𝐑𝐞𝐯𝐞𝐧𝐠𝐞 | 𝐁𝐚𝐣𝐢 𝐊𝐞𝐢𝐬𝐮𝐤𝐞. [Editada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora