Capítulo 3 parte C

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A más de cinco millas habían quedado las cabellerizas; e Irinushka, aprovechando el lugar al que habían llegado, se bajó de su caballo para dirigirse a la orilla de un lago.

Sobre de éste se reflejaba la circular, blanca y enorme luna.

— Es hermosa, ¿no te parece?

Montado en su corcel y mirando hacia los lados, Terry diría:

— Mejor vuelve a montar y vayámonos.

— ¿Por qué? — indagó la amazona habiéndose agachado para tocar las tibias aguas del lago.

Conforme las jugaba, ella inquiría:

— ¿Piensas que no es seguro?

— Está demasiado oscuro

— Ella... —, la que distorsionaron su reflejo, — nos ilumina lo suficiente. Además... se me está antojando nadar.

La pañoleta, que iba acorde con la vestimenta, de un delgado cuello, se comenzó a desatar.

— Entonces, vayamos a donde puedas hacerlo

— Ya está cerrada la alberca del club.

— No, pues si quieres, les pido que la abran por ti

A pesar del tono sarcástico, se respondía:

— Aunque no dudo que puedas...

— Irinushka, metiéndote ahí te arriesgas a que salga algún animal de campo. Así que... deja tus loqueras y sigamos cabalgando, ¿quieres?

— Está bien, aguafiestas — dijo la chica dirigiéndose a su montura.

No obstante, ya estando arriba y dispuestos a retomar su actividad, muy de cerca se escuchó un disparo.

Por supuesto, el estruendo espantó a muchos; y Terry, por procurar que su amiga no saliera lastimada, se descuidó; arrojándolo su équido con su reparo al césped y siendo pisado por las patas traseras del otro.

Voronov, también experta en caballos, pudo saltar antes de que su caballo emprendiera despavorido la carrera y alcanzara al otro, para ver a su amigo, que aunque se quejaba del abdomen y de un dolor en el tobillo...

— ¡Tonta, ¿por qué lo dejaste ir?! — le gritó.

— ¡Para verte a ti, idiota! —, que se doblaba en el húmedo pasto. — ¿Dónde te duele? — ella preguntó.

¿Dónde? ¡Era obvio al estárselo sujetando! Sin embargo...

— Me duele más abajo.

Sin cuestionar nada más, la extranjera se dirigió a aquella parte, levantando el pantalón para revisarlo.

— No se ve — dijo ella; y para atinarle empezó a apretar diciendo Terry...

— ¡Ahí!

Y pese de haberlo indicado, la amazona, con delicadeza volvió a tocarlo.

— Fractura no se percibe. A ver el abdomen.

Terrence negó con la cabeza, viéndosele el esfuerzo que hacía por haberse quedado sin aire; quedándose precisamente en el césped hasta que fue sintiéndose mejor.

Confirmado y ayudado por Irinushka, él comenzó a incorporarse. Y en el momento de apoyarse, fue la rodilla la que se le dobló.

Empero, hizo un segundo intento y en ese...

— ¿Puedes caminar?

— Tal parece que sí.

Y la afirmación hizo que bromearan:

— ¡Oye! Estás hecho de roble, noble.

Para comprobarlo, Voronov le dio un golpe en el abdomen consiguiendo con ello:

— ¡Eres una...!

— Insúltame y dejo que te vayas caminando tú solo.

— Ah, sí. ¿Y cómo pretendes volver tú? ¿Volando, bruja?

— No estaría mal para poder llevarte pronto al hospital

— ¿Y qué demonios vamos a hacer allá?

— Terry, no pretenderás quedarte sin revisión, ¿verdad?

— Así me esté muriendo, ten pon seguro que en lo que me resta de vida, no más volveré a pisar un hospital

— ¿Ni porque en uno de esos... esté ella?

HASTA HOY SUPE TIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora