Capítulo 6 parte C

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Por ser del equipo del Doctor Reuben, el área de obstetricia era redundantemente el área de trabajo de Candy. Y lógico, las visitas a las pacientes eran regulares, no siendo Susana la excepción.

Esta última, por estar anonadada y con su bebé en brazos, no daba motivo para entablar conversación con la rubia enfermera, la cual también se limitaba a hacer sus correspondientes funciones.

Lo que sí le atraía mucho a Candy, era la recién criatura y de la que quisieron saber en una de las ocasiones que estuvieron con Susana.

— ¿Cómo lo llamarán?

— Iván, como su papá

— Y será tan rubio como tú.

— Gracias — dijo la actriz viendo la caricia que le hacían a su pequeño hijo; y escuchando, además de ser esa su obligación: estar al pendiente de los pacientes, una petición de la que se acordaron:

— Cualquier cosa que necesites, no dudes en llamar.

— Gracias otra vez, Candy

— De nada, Susana.

A la rubia le dedicaron una sonrisa previa a iniciar la retirada. Y por ésta, por ser casi la hora de ir a casa...

Al área de enfermeras, Candy se conducía. Faltaban escasos veinte minutos para salir y encontrarse con Terry.

No queriendo ilusionarse mucho, la rubia pecosa trató de ocultar su sentir. No obstante, en el pasillo que circulaba...

— Candy, en la oficina del director te esperan

— ¿Puedo saber quién?

— Lo ignoro. Me lo avisaron de camino hacia acá.

— Gracias, Emma — dijo la avisada frunciendo el ceño por no saber de quién se trataba.

Para saberlo, por supuesto que no dudó en ir allá, siendo la sorpresa de su vida al ver a...

— ¡¿Neil?!

Éste yacía de frente a una ventana; y que al oírla, la saludaba:

— ¿Qué tal, Candice?

— ¡¿Qué demonios haces aquí?! ¡Ay no! ¡No, no, no, no! Esto no puede estar pasando otra vez.

— ¿A qué te refieres?

— Mejor dime ¿qué es lo que quieres?

— A ti

— Neil —, Candy retrocedió un paso; y el trigueño Legan...

— No te asustes, porque me mandaron. Yo no quería, pero... me ordenaron venir aquí por ti para llevarte a casa.

— ¿Quién lo ha hecho?

— ¿Quién crees?

— ¿La tía Elroy? Pero, ella dijo...

— No me interesa lo que haya dicho. ¿Te apuras para que podamos largarnos?

Los ojos de Candy se posaron en el chasquido de dedos provenientes del visitante, del cual... no, debía haber una explicación, la rubia se decía internamente. Además...

— No puedo irme contigo

— ¡Escúchame bien, huérfana! — aquel gritó previo a sentarse en el sofá vecino. — No te estoy preguntando si puedes o quieres. Voy a llevarte a casa, te guste o no.

Pues no gustándole ni mucho menos queriendo, Candy, mostrándose molesta y sin decirle más, se dio la media vuelta para buscar la salida.

Aunque en sí, a la recepción iría para ver si veía una cara conocida y de confianza. Paulette seguía en el turno de la noche. Y...

— ¡Rachel! — nombró a la que revisaba a un niño con pierna enyesada

— Hola, Candy

— ¿Puedo pedirte un enorme favor?

— Dímelo primero y veré si puedo ayudarte.

— Solamente se trata de hacer llegar un mensaje.

— ¿A quién?

— ¿Me lo harás?

— Con la condición de que me hagas una cita con tu hermano.

— Lo que pudiera hacer...

— Está bien — dijo la enfermera al notar cierta hesitación en un rostro; y conforme le daba una paleta al chico por haberse dejado revisar se pedía: — ¿Cuál es el mensaje?

— Vamos al mostrador para que te lo dé escrito

— De acuerdo.

HASTA HOY SUPE TIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora