El beso para él no había significado mucho, ya que junto a su furiosa reacción hubo venido la interrogante que pudo haber encerrado otro tipo de consternación y no la de su persona. En cambio, Candy se la afirmaría al confesarle:
— No tengo a nadie.
— ¿Y eso? — indagó un seco Terry el cual por dentro el corazón, incontrolable, le había brincado.
— Será, porque... el único que se ha atrevido a pedirme matrimonio... ha sido Neil
— ¡¡¿Quién?!! — exclamó un sorprendido hombre. Y la rubia...
— Neil.
— ¡Estás bromeando! — sí, porque él no lo creía; y por lo mismo seguía sonriendo. Y Candy...
— No, para nada. Pero, Albert no lo permitió
— Eso sí... no me sorprendería
— ¿Por qué lo dices?
— Porque... tenía la fija idea de que te casarías con él
— ¡¿Con quién?! — expresó ella con cara de susto.
— Con nuestro amigo Albert
— ¡¿Ahora el que bromea eres tú?! —, junto a eso, un golpe se dio en el hombro más próximo.
— ¿Por qué? Ambos tenían el camino libre. Así que... ¿por qué no hacerlo? Además... estando viviendo juntos...
— ¡Oye! — Candy lo empujó ésta vez. — Ésta es la segunda vez que lo mencionas; y no me gusta el modo que empleas.
— Bueno, Candy, será, porque Albert es un hombre bien parecido, soltero... ahora con dinero
— Sí, pero resulta que para mí: es un buen amigo ¡el mejor de ellos, ¿eh?!
— Está bien. Discúlpame si te ofendí —, Terry levantó las manos en señal de rendición. — Sin embargo... el día que te cases, ¿lo seguirá siendo?
— Pues hasta el día que me case, ¡te lo diré!
Y debido a que Candy había puesto una cara molesta, Terry extendía:
— Está bien, pecosa.
— ¡No me llames así, mocoso engreído!
— Está bien, señorita... Candice... White... Andrew
Lo mencionó Terry muy cerca de la cara de ella, que puso su mano en el rostro de él y lo empujó, pero riéndose de su mofa y calificándolo ahora de:
— ¡Eres insufrible! ¿Cómo es que...?
El dedo que apuntaba hacia cierta dirección lo hicieron nombrar a:
— ¿Irinushka?
— Sí, ¿te soporta?
— Dirás, ¿cómo es que la soporto yo?
— ¡Hasta eso! — expresó Candy.
— Hasta eso, tienes razón, cuando ha resultado ser una gran amiga
— Y...
Candy devolvería su sentencia arrastrando un poquito de celo:
— Cuando te cases, ¿lo seguirá siendo?
Por supuesto, Terry no se dejaría vencer; y por lo tanto y el mismo modo que ella usó, le diría:
— Hasta que me case, ¡te lo diré!
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HASTA HOY SUPE TI
ספרות חובביםSaber de él, le causó una gran sorpresa; y mayúscula, de conocerlo solo y sin la responsable de su separación. * * * * * * * * * Historia primera vez escrita el día 11 de Septiembre de 2016. Historia compartida para mi audiencia del Fandom de Candy...