Capítulo 6 parte D

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Cinco minutos antes de la hora fijada, Terry hizo acto de presencia. Y debido a que conocía algunos pasillos de ese hospital, por el pocamente transitado se dispuso a caminar. Sus firmes pasos eran lentos, pero llenos de elegancia.

Esa, que nunca dejaba por ser algo muy natural en él que... divisado un par de sillas, una de ellas ocuparía para poder verla desde ahí.

Lo malo, fue que no lo haría al haberse ido ya Candy a lado de Neil Legan.

Desconociéndolo, Terry aguardó por quince minutos; pero arribado el dieciséis se puso de pie para ir a la recepción donde preguntaría por Susana. No obstante al decir su nombre...

— Tengo un mensaje para usted

— ¿Ah sí? — él mostró poca sorpresa.

— Sí, es de la señorita Candice White Andrew.

Por el mostrador, la enfermera en turno deslizó el pedazo de papel.

Con ello en su mano, Graham agradeció, abriendo la nota conforme iba en dirección a la habitación de Susana.

Al detenerse frente a la puerta y antes de anunciarse, se puso a leer lo que sostenía.

Querido Terry:

Acepta mis disculpas por no estar aquí a la hora de nuestra cita. Inesperadamente, alguien de la familia vino por mí y... por favor, te dejo anotada la dirección de casa y espero que podamos vernos allá para la cena de la cual fuiste invitado por Albert.

Recibe nuevamente mis disculpas...

Candice White Andrew

Terminada de leer la misiva, el castaño la dobló y así la metió en el bolsillo de su pantalón.

Su semblante había quedado serio desde que los minutos habían pasado y para nada la hubo visto, así que... con el mismo gesto se anunció e ingresó al cuarto de hospital.

La señora Marlowe no se divisaba por el lugar. Sólo Susana que sonriente lo recibió. Y Terry amigablemente caballeroso le deseaba:

— Felicitaciones, señora Voronov

— Muchas gracias, señor Granchester

Él, mientras se iba acercando, preguntaba:

— ¿Cómo has estado, querida?

— Muy bien. Ahora, ven —, lo invitó a ir hasta ella que sostenía a su crío; — y déjame presentarte a tu nuevo jefe.

— ¿Iván Voronov Junior?

Los ojos de Terry se posaron en el bebé de quien dirían:

— ¿No es idéntico a él?

— Yo más bien... le veo parecido contigo —, que en su femenina frente se inclinaron a dejar un beso.

Apreciado interiormente el cariño y creyendo saber el motivo de su presencia, Susana cuestionaba:

— ¿Qué haces por aquí?

— No te olvides que estás bajo mi custodia en lo que regresa tu marido

— ¿Has tenido noticias de él?

— No en las últimas horas. Pero, no te preocupes... en cualquier momento llega.

Como la señora Marlowe, la cual demostró su molestia al verlo ahí y se volvió por donde entró.

— No le hagas caso — le sugirieron; y él honesto...

— No te enojes, pero... hace tiempo que no lo hago.

— Y... —, la rubia se animaría a indagar: — ¿Candy?

— ¿Creerás que me ha dejado plantado


— ¿Cómo? — se expresó con sorpresa, aunándose a ella la actitud serena de él que le compartía:

— Sí, anoche la vi y... habíamos quedado de vernos hoy, pero resulta que alguien de su familia vino por ella.

— ¿Sabes quién?

— No lo mencionó en la nota que me dejara. De todos modos... —, él se movió de ahí para ir a ocupar el sillón disponible: — en un par de horas iré a su casa.

— Terry...

Susana atrajo su atención en lo que aquél desabotonaba su impecable sacó para sentarse. Ya hecho así y hasta visto cómo subió su pie izquierdo a la rodilla derecha, se le inquiría:

— ¿Qué pasa?

— Nada — dijo él poniendo su codo derecho en el brazo del sillón; y su mentón sobre su puño.

— Yo presiento que sí hay algo. ¿Acaso... no estás emocionado de verla?

— Tú sabes muy bien la respuesta.

— ¿Y qué piensas hacer para que ya no duela tanto?

— No lo sé

— ¿Estás seguro?

— ¿Qué quieres que te diga, Susi?

— Que quieres terminar lo que dejaste pendiente.

— ¿No importando que haya otros amándola del mismo modo que yo?

— ¿Y qué prefieres? ¿haberla encontrado casada o libre como lo está hoy? Como lo estás tú, al ya no ser yo el impedimento de la culminación de tu felicidad. Vamos, Terry — la convaleciente lo animó al haberse quedado callado él, — no dejes pasar esta oportunidad que la vida te pone en frente.

— Quizá tengas razón, pero...

— ¿Ya no la amas igual? Porque ese pudiera ser un buen motivo para no querer continuar.

— Tú bien sabes que no ha sido fácil arrancarla de mí.

— Entonces, con mayor razón... termina lo que empezaste o inicia una nueva relación, porque ya no son los chiquillos del San Pablo. Son un hombre y una mujer que tienen una historia. Historia que es hora de llevarla a un segundo nivel. Así que... esta misma noche, pídele matrimonio.

— ¿No crees que es demasiado precipitado?

— No; ya que Irinushka me contó que en cierto cajón, tienes guardado un anillo de compromiso. Si Candy sigue siendo la misma chica atrabancada que te enamoró, no dudo que pronto estés de camino para disfrutar de tu luna de miel.

— Sólo porque ya eres una mujer casada, sino...

— Vamos, Terry; tú y yo pertenecemos a un medio donde el escándalo no nos espanta. Tampoco lo que a muchas veces se recurre para estar siempre en la cima.

— En eso, tienes toda razón, colega — dijo él esbozando una sonrisa y a la vez poniéndose de pie e informando: — Iré por aquello; y cuando Iván llegue...

— No dudes que celebraremos contigo... tu éxito.

HASTA HOY SUPE TIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora