Capítulo 3: ¿Eres un Ángel?

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-Recuerda, Bautista, debes respirar como dijo tu psicólogo.-Dijo su madre, acomodando el uniforme del nuevo trabajo del chico sobre su cama mientras este salía de la ducha.

-Lo repites cada vez que me ves, Mamá. Ya entendí.-Dijo el chico, envuelto en una toalla a la cadera.-Ahora, sal. Me tengo que cambiar.

-Bien. Bien. Me voy. Apresurate, Marlene dijo que a las 10 a.m es tu turno.-Dijo la mujer caminando a la puerta.

Bautista rodó los ojos y se encaminó al baño de su cuarto. Tomó su cepillo dental y luego de ponerle pasta, comenzó a cepillarse los dientes mientras se miraba al espejo. Podía ver claramente la primer cicatriz blanquecina en su costilla derecha. Su tatuaje en su brazo izquierdo y la segunda cicatriz que tenía en su estómago. Cuanto más miraba esas cicatrices, los recuerdos caían en su mente y su enojo crecía. Soltó el cepillo de dientes, dejándolo caer en el lavabo y apoyó sus manos en él. Trataba de controlar su respiración, que con cada pensamiento, se aceleraba. Levantó la vista y se vio a sí mismo como aquella noche. Con sangre en su pecho y la cicatriz en su costilla.

« Monstruo ». Dijo su cabeza.

Un golpe en la puerta hizo que el chico diera un salto y volviera a respirar con normalidad. Se miró al espejo y se vio nuevamente, estaba normal.

-Bautista, apresurate.-Dijo su madre, golpeando la puerta.

-Ya voy.-Dijo el chico, volviéndose a mirar al espejo.

Oyó que su madre salió de su habitación nuevamente y él salió del baño, corrió a la cama y se vistió rápidamente con el uniforme, que consistía en una camisa azul, un pantalón negro y un delantal marrón claro que combinaba con los colores. Tomó su chaqueta de cuero marrón, se colocó los zapatos negros de vestir que su padrastro le dio y bajó las escaleras a todo trote. En la bajada se encontró con una Camila repleta de libros, carpetas y lápices. Había estado escribiendo por lo que vio. Asintió en forma de saludo y corrió a la puerta. Al salir de la casa vio algo que lo dejó helado.

Un auto desconocido para él. Era un modelo viejo, pero no estaba tan destruido. Parecía nuevo. Era negro, con algunas calcomanías de rayos que parecían ridículas, pero a él le fascinaron.

-¿Te gusta?.-Preguntó Frank, quien estaba a un lado del auto.-Se lo compré a unos chicos de aquí, lo tenían en venta en su taller, creí que te sería útil tener tu propia movilidad.

-¿Frank que...?.-Empezó a decir Georgia.

-Está bien, cariño, no salió una fortuna.-Dijo el hombre.-Además, Bautista ya es mayor, tiene su registro de conducir y le será bueno el poder movilizarse al trabajo solo.

New Happiness |7| L.CDonde viven las historias. Descúbrelo ahora