Capítulo 17 ~

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Tobio se sentía realmente insignificante, en el mejor sentido de la palabra. Las estrellas lo arropaban con cariño, recordándole que su existencia solo era eso, algo insignificante. No había peso alguno en sus hombros, no tenía ninguna preocupación real a no ser su propia felicidad. Esos pequeños puntos blancos y amarillos, que lo acompañaban desde que tenía memoria, le brindaban la comodidad de sentirse libre y despejado. Pero, aunque amaba la vista de sus viejas amigas, no podía ignorar la hermosa vista que tenía en frente. Shoyo miraba las estrellas en completo silencio, ensimismado con el espectáculo de luces que se presentaba. La brisa fresca calmaba el calor y le desbarataba aún más sus suaves y esponjosas hebras naranjas. Kageyama tomó miles de imágenes mentales, admirando la simple, pero increíble belleza de ese chico. ¿Cuando se había permitido enamorarse? Había intentado convencerse de que lo que sentía era simple amistad, pero en el fondo entendía que Hinata no era solo un amigo para él. Hinata fue un comienzo y un final, un incentivo para seguir adelante, una luz en la oscuridad y una sonrisa en un mar de lágrimas. Odiaba admitirlo, pero amaba a ese idiota con todo su corazón. Cuando se percató de eso algunas semanas atrás, el miedo y el pánico opacaban la felicidad de estar enamorado, pero ahora, bajo ese velo de diamantes, entendía que no valía la pena estresarse. Ahora más que nunca entendía que, así como los planetas, las personas sufrían cambios. Él era la prueba viva de ello. A veces lo único que se necesitaba era un empujóncito de alguien especial, cual sol para la tierra.
Cuándo Shoyo sintió esa extraña sensación de estar siendo observado justo en el centro de su nuca, no pudo evitar giar su mirada hasta Kageyama. Sus ojos ilusionados se encontraron, recordándoles a esa tempestuosa noche donde vieron las estrellas en el planetario.
El silencio continuaba reinando y la mente de Hinata empezaba a nublarse. Su plan era abrirse al día siguiente, pero digamos que Shoyo jamás fue bueno siguiendo planes. Cuando sus ojos se clavaron en los labios del contrario no pudo evitar imaginar por milésima vez como se sentiría rozarlos con los suyos. El debate interno continuaba, pero esta vez era un sonido de fondo. Ahora no había interrupción, ahora no había imprevistos, si Hinata se acercara un poquito más no podría resistirse. El pensamiento de Tobio no seguía un camino muy diferente, su corazón latía tan rápido que podría bombear sangre suficiente como para otras veinte personas.
Cuando la tensión del aire terminó de hostigar al mayor, este no aguantó más. Su cuerpo entero se inclinó hacia su compañero y sus labios se encontraron por primera vez.
Tobio estaba en el cielo. La sorpresa del gesto lo había dejado completamente congelado por algunos segundos, pero sin perder tiempo cerró sus ojos para concentrarse en ese sentimiento que tanto había esperado. Los labios de Shoyo eran increíblemente suaves y cálidos. El toque era tan intenso que parecía crear choques eléctricos por todo el cuerpo del menor, despertando ese extraño pero agradable sentimiento en su barriga.
Cuando ambos se separaron para respirar, Hinata dirigió su vista directamente a esos hermosos ojos azules que lo habían atrapado desde el primer día en que los vió, solo que ahora estos lo miraban directamente a él también, llenos de cariño.
Ahora era el turno de Kageyama para tomar la iniciativa, esos pocos segundos separados fueron suficientes para que extrañe el contacto cálido de sus bocas. Con sus manos inexpertas, el más alto deslizó el toque hacia la mandíbula del otro, sosteniéndolo con amor y juntando sus labios una vez más.
El pelirrojo había practicado las palabras que diría por varias horas, pero ahora parecían desaparecer de su memoria. Su cerebro estaba demasiado concentrado en sentir los suaves toques que inesperadamente le estaba dando Tobio como para recordar su discurso.
Cuando las dos mitades se volvieron a partir Shoyo sintió que debía hablar.

— Kags... - empezó, bastante nervioso una vez más.

— ¿Mhm? -respondió el peli negro, todavía perdido en los hermosos ojos cafés del mayor.

— Tenía planeado decírtelo hace mucho, supongo que este es el momento. - continuó Hinata con su corazón a punto de explotar y con sus manos cubiertas de sudor. Estaba nervioso, pero no eran los mismos nervios que había sentido él primer día en el planetario o cuando hizo esa enorme presentación. Eran más un incentivo que una señal para salir corriendo. - Siento algo por ti, y no me refiero a amistad.

Los ojos de Kageyama brillaban, llenos de pura felicidad. Las palabras no encontraban su forma de salir, entonces el cuerpo reaccionó para decir todo lo que su boca no podía. Tobio le dedicó al joven un abrazo apretado, uno que rara vez había dado. Sus brazos lo envolvían con cariño, acercándolo a él desde su cintura. El peli negro se tragó la vergüenza y con toda la delicadeza que pudo encontrar en su bruta forma de ser, dió un suave beso en la frente del más bajo.

— Yo también, idiota. - respondió aún sosteniéndolo en sus brazos.

Hinata rió ante la extraña forma de ser de Tobio y escondió su cara sonrojada en el pecho del menor. Todo eso parecía un sueño, uno completamente irreal. El olor de la camiseta de su compañero lo calmaba, aunque no podía poner el dedo sobre el tipo de aroma que emanaba. Solo sabía que era su nuevo perfume favorito.

— Entonces...- comenzó Kageyama una vez más. - ¿Te gustaría...?

— Si. - interrumpió el menor con una enorme sonrisa, entendiendo lo que el otro quería decir. Una onda de adrenalina y emoción lo empujó y se arrojó sobre los brazos del más alto una vez más, robándole un beso en el proceso. La situación era demasiado perfecta como para no aprovecharla.
Shoyo no podía creer la historia que todos sus sentidos le contaban. Ese chico del que soñaba hace semanas no solo estaba a su lado, estaba abrazándolo, besándolo y acariciando su cabello con una delicadeza que jamás imaginó que tendría. Parecía algo bobo, pero ese joven era a quien estuvo esperando por mucho tiempo. Necesitaba a alguien para alcanzar, alguien que lo escuche y alguien que lo entienda.
Las estrellas fueron los únicos testigo de ese principio y ese final. El final de una amistad y el comienzo de algo más. Después de todo sus compañeros de trabajo tenían la razón, ellos eran el uno para el otro. Al final de cuentas Hinata siempre necesitó a alguien para perseguir y Kageyama siempre necesitó a alguien que lo persiga.
Con la luz de la luna y la suave brisa de primavera, ambos se quedaron profundamente dormidos en los brazos del otro, replicando la primera vez que sintieron esos intensos pero hermosos sentimientos.

Kagehina ~ Larga vida al sol (AU Museo/Planetario)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora