❝¿De verdad crees que te dejaría?❞
❝Eres mi vida, pero si no quieres permanecer a mi lado, estás en todo tu derecho de alejarte❞
❝Eres un idiota, Sasuke, jamás te dejaré, te amo❞
Yuichiro frunció el ceño al ver que un ser extraño comenzó a brotar del árbol, recordó la lista de Akatsuki.
—¿Que tal estuvo? —cuestionó Tobi al ver que salía un poco.
—Terminó —respondió aquel ser con voz ligeramente lúgubre.
—¡Se siguen metiendo en nuestro camino! —escucho la Uchiha a Naruto gritar.
—Sasuke ganó, Uchiha Itachi esta muerto.
—¡Ah! ¡Eso es increíble...! O no... — su voz cambió, dejando su tono infantil de lado —Es tal como lo pensé.
Yuichiro, ya había escuchado antes esa voz, así que no se preocupó o se movió de ahí.
—¿Sasuke-kun... Mató... A... Itachi?
—Sasuke también cayó, puede que su vida esté pendiendo de un hilo ¿Que sigue?
—¡Oye, tu, bastardo áloe verá puntiagudo! ¿¡Donde demonios esta Sasuke!?
—¿Áloe vera?
—Continuaré mi pelea con ustedes en otra ocasión.
Zetsu se oculto en el árbol de nuevo.
La carcajada de Yuichiro resonó, jalo la capa de Tobi.
—¡Lo sabía! ¡Mi Sasuke no podía ser vencido!
—¿Mi Sasuke? —cuestionó Sakura.
La azabache volteo hacia la pelirrosa, algo extraño la estaba impulsando a herir a los demás.
—¡Por supuesto! Es de mi propiedad.
—¿¡Que que hablas, bruja!? —le grito el rubio al ver la expresión de Sakura.
—Que grosero —soltó una risilla, su expresión se volvió sombría —Sasuke es mi chico, mi novio, mi preciada posesión.
—¡No es tuyo! ¡Él jamás saldría con alguien como tú!
—Es divertido recordar que tu quieres que vuelva a Konoha... Pero ya no es posible —su sonrisa maliciosa volvió —Por qué Sasuke me seguirá a donde yo diga, a donde yo vaya y prefiera, no regresará con ustedes.
—¡Maldita!
—Ahh... — la Uchiha exhalo con una sonrisita —Vámonos, ellos me aburren.
—Al menos... ¿Lo amas de verdad? —cuestionó Naruto bajando la mirada.
Yuichiro se quedó estática.
Ella... Lo amaba, si... Eso había sentido esos tres años, entonces ¿Por qué no podía expresarlo? ¿Por qué está vez no lo sentía?
Tal vez sabia la razón por la que no podía sentir nada, no quería aceptarlo.
Miedo, amor, enojo, tristeza, culpa, no había nada.
—Vámonos — ordenó el enmascarado.
La azabache asintió girando en silencio, desapareció en un espiral.
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