❝¿De verdad crees que te dejaría?❞
❝Eres mi vida, pero si no quieres permanecer a mi lado, estás en todo tu derecho de alejarte❞
❝Eres un idiota, Sasuke, jamás te dejaré, te amo❞
Esperar pacientemente era una de las cualidades que Yuichiro no poseía, pero aún así, esperó y esperó.
Ella también terminó en prisión, pero a diferencia de Sasuke, fue menos tiempo. Naruto, Sakura, Kakashi y el resto de los chicos, amigos de aquellos tres, la apoyaban, constantemente se veían y convivían.
La Uchiha estaba feliz, pero le hacía falta alguien, cada día sus deseos por verlo nuevamente crecían.
Por momentos, Yuichiro se sentía realmente sola, como si de nuevo no tuviera algo que la me tuviera en ese mundo.
Recordar a su hermano no le hacía bien, su pecho dolía, aun si la había engañado, aun si no había pasado mucho tiempo con él...
Lo quería mucho.
Una de los días más tranquilos en Konoha, Yuichiro permaneció sentada en el marco de la puerta de cristal que daba al balcón de aquella casa que había sido comprada con el dinero que reunió por las misiones que había estado realizando, como tomaba las de mayor grado, la paga era alta.
El atardecer estaba llegando, los pájaros volaban en sus bandadas, el sonido que emitían le recordaba a cierto jutsu que caracterizaba al rival/amigo del futuro hokage.
Sonrió un poco recordando todas las cosas que Naruto le había contado sobre el tiempo que permaneció junto el equipo 7.
Sinceramente le tenía envidia al Uzumaki, haber visto a Sasuke crecer a su lado.
Ella lo vio crecer, pero fue en su etapa más oscura.
Recordaba que inicialmente había estado ahí para él por órdenes que Orochimaru le había dado, intentó ganarse su confianza, lo hizo e incluso se ganó su atención.
Terminó profundamente enamorada de Uchiha Sasuke, no por el placer que le brindaba, si no por la forma tan agradable con la que comenzó a tratarla gradualmente, dejó de informar a Orochimaru sobre el Uchiha trayendo a sus manos temas aún más interesantes para él.
Existieron momentos que la hicieron profundamente feliz y era lo que actualmente le hacía mantener la calma en medio de toda la espera.
—Te extraño... —murmuró dejando caer su cabeza hacia atrás.
Cerro los ojos, los abrió y parpadeo observando el cielo.
Poco a poco sus párpados comenzaron a pesar más.
Su respiración se volvió calmada.
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