「⸙T r e s.」

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La espada chocó contra su adversaria, con destreza se movió impactando contra el hombro de Taeyang haciéndole gruñir.

Namjoon tomó un hondo suspiro. Estaba peleando ya más de una hora y media, y parecía que ninguno de los dos quería dar el brazo a torcer. Aun así, su contrincante lucía furioso, ansioso por lograr derribar al moreno y ganar el torneo.

Del otro lado de la valla, en los palcos, se encontraban la familia Di Genova como los Santti, disfrutando de la pelea. Jungkook y Seokjin estaban también ahí en su calidad de sirvientes, y, curiosamente, Jimin también, supuestamente porque debía ver cómo era una pelea en la arena romana. Para el alfa no era diferente de otras peleas en las que estuvo involucrado. Cuando estuvo en la Toscana, no fue la primera vez que peleaba, lo hacía también en otros lugares del Imperio para poder comer ese día; ahora no era diferente, igual estaba pelando por seguir vivo.

Los gritos emocionados de parte de la audiencia eran casi ensordecedores, tan brutal como lo era la misma pelea. Jungkook estaba a pocos pasos del alfa, viéndolo con cierta dulzura que le era inexplicable; a su lado estaba Seokjin, el omega estaba pálido al ver a su enlazado peleando contra un poderoso adversario. Namjoon estaba cansado, bastante exhausto como para querer blandir su espada una vez más, pero detrás de su cansancio se encontraba una motivación, empujándolo a salir airoso de la batalla, y esa motivación era su Jin, que lo miraba preocupado desde el palco.

- ¡Ah! -gritó el moreno al sentir una cortada en su costado derecho.

- Vamos, perro, estoy cansado de pelear contigo, ya ríndete -le dijo el otro con prepotencia.

Aprovechando la arrogancia que volvía descuidado a Taeyang, Namjoon lo golpeó en el estómago hasta tirarlo al piso, entonces se subió sobre él y, tomando la espada enemiga y la propia, le apuntó al pecho. El señor Santti paró la pelea anunciando al claro vencedor, aunque con disgusto por no ganar. Namjoon se alejó de Taeyang con rapidez, no queriendo tentar a su suerte, entonces alzó la vista al palco, y le dedicó una discreta sonrisa a su omega.

- Es lo que debes aprender, Jimin -le dijo su amo-, no importa lo cansado que estés siempre debes ganar, a toda costa.

Jimin intuía que, de no ganar alguna pelea, seguramente en la casa le esperaría un castigo, como si asesinar a alguien no fuese suficiente pena. El Señor Di Genova se puso en pie y junto a su esposa se dirigieron a uno de los pequeños salones del coliseo, en donde se daría un festejo por el vencedor, claro que, de forma hilarante, el vencedor no tenía permitido ser parte de dicha celebración. Jungkook y Seokjin hicieron lo pedido por sus amos, llevar a los peleadores de regreso a la casa, siendo acompañados por una escolta de guardias que aseguraría que no intentasen escapar.

- Debes estar agotado -le dijo Seokjin tendiéndole una jarra con agua a su amante.

- Valió la pena si aún puedo ver tu rostro -le dijo, tan romántico, que logró sonrojar al omega.

Jungkook y Jimin iban más atrás que ellos, dándoles su espacio y obteniendo el propio, no obstante, no se dirigieron la palabra. Tal vez se debía a lo extraño de la situación.

- ¿Puedo saber tu nombre?

La pregunta descolocó al joven quien le dirigió una mirada inquisitoria.

- Nunca me lo dijiste, y si lo sé de forma casi clandestina porque he oído que te llaman Jungkook.

- Jeon Jungkook -le dijo, ocultando su mirada bajo los castaños cabellos de su fleco.

La incomodidad volvió a flotar en el aire, y por un segundo Jimin se sintió demasiado estúpido al actuar como un cachorro.

- ¿Eres romano?

Amor en la arena de Roma (Jikook)[Adap.]|Omegaverse|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora