「⸙V i g é s i m o Q u i n t o.」

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—Te agradezco habernos sacado de ahí también, Jimin —dijo ella, mostrando una complacida sonrisa en el rostro y una expresión de gran satisfacción.

—Lo hice por mi hijo, no por ti —masculló—. Sé que se lo contaste al Señor Di Genova.

—Yo sólo trataba de cuidarte, Jimin. Un escape pudo ser muy arriesgado si-

—Si fue arriesgado fue porque tú se lo contaste todo y él planeaba llevarme lejos.

—Si nos íbamos tendríamos una oportunidad de ser felices. Tu, yo y nuestro hijo.

Jimin miró al niño sentado en la cama a unos cuantos pasos de donde ellos estaban discutiendo, se veía algo confundido y asustado, quizás porque veía a sus padres discutir. No quería que el pequeño se llevase esa impresión de él, ni quería que conservara en su mente peleas y discusiones.

—No hay un tu y yo, Sora. Tengo a mi omega.

—Pero él nunca será suficiente para ti.

—Lo es, es incluso más de lo que merezco y no voy a perderlo.

Ella torció el gesto, sumamente molesta. El alfa lucía tan molesto por su pequeña travesura para librarse del omega, y no sería sencillo que la perdonase, aunque aún le quedaba una carta que jugar, su hijo.

—Si te vas con él entonces ya nunca verás a tu hijo.

—¿Es una amenaza?

Y claro que lo era, una cruel amenaza con la cual pretendía convencer al alfa pura sangre de no dejarla. Lo que ella ignoraba es que Jimin estaba suficientemente harto de sus tretas, y utilizar al niño por su egoísmo fue la gota que rebasó el vaso.

—Mi hijo se quedará conmigo.

—Soy su madre —gruñó.

—Eres una mujer con los valores sumamente retorcidos, demasiado cegada por su egoísmo como para educar a mi hijo. No quiero que él se parezca a ti.

Una cachetada sonó al impacto de la mano de la mujer contra el rostro del alfa, tan molesta como estaba por la humillación necesitaba desfogar su ira con el causante de la misma.

—Y aún así soy mejor que ese mugroso omega.

—Eso nunca —bisbiseó—. Decide, si te quedas cerca y dejas a Jungkook en paz o te marchas para siempre y me dejas a mi hijo.

Esa sería la última oportunidad que tendría ella para quedarse cerca de Jimin, y sabría bien cómo utilizarla. Después de todo, era más sencillo desquiciar a alguien estando cerca.

—M-me quedaré —concedió—. Lo haré por ti.

Jimin bufó sonoramente, entonces se acercó a su hijo para arroparlo y despedirse hasta el día siguiente.

—Te veré mañana temprano, cariño.

—¿Nos dejarás? —le preguntó.

—Nunca —prometió y se marchó.

Salió de la cabaña y caminó a pasos rápidos, casi corriendo, hasta la siguiente casita, aquella donde su pequeño, y seguramente molesto, omega lo esperaba. Entró en silencio, creyendo que su amante estaría ya dormido luego del ajetreo nocturno, pero lo encontró sentado en un rincón de la cama, con sus piernas encogidas hasta su pecho y su rostro ensombrecido por la tristeza. El alfa soltó una maldición sabiendo que era él quien causaba esa nube de melancolía que se cernía sobre Jungkook.

—Amore mio —llamó, sin saber qué decir en realidad.

—¿Q-qué haces aquí?

—Estoy donde debo estar.

Amor en la arena de Roma (Jikook)[Adap.]|Omegaverse|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora