「⸙V i g é s i m o p r i m e r o.」

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Su mente divagaba, repasando las palabras correctas para decirle a Jungkook lo que sucedía, así como debía decírselo a Sora. Advertía una pelea; el llanto de su omega y el disgusto de la mujer terminarían por agotar su mente. Descansando sobre el césped del patio luego de un duro entrenamiento vio a Namjoon se acercó a pasos ágiles y tomó asiento a su lado.

—¿Aún no lo resuelves?

Jimin negó con la cabeza en medio de un suspiro cansino.

—He escuchado algunos rumores —comentó con cautela—, es sobre Sora.

—¿Qué has escuchado?

—Es una procreadora, van a utilizarla para tener cachorros... de sangre pura.

Y Jimin, lamentablemente, era el único alfa de sangre pura en manos del Señor Di Genova, por lo que era obvio que lo obligarían a aparearse con la omega. Sintió un revoltijo en el estómago al recordar sus experiencias pasadas y a aquellos bebés que nunca pudo conocer. No volvería a sentir ese dolor, no lo soportaría, mucho menos teniendo a su omega ahí, porque sabía que ambos sufrirían.

—El Señor quiere tener al primer cachorro para dentro de unos meses.

Eso por supuesto implicaba que debían concebir al niño en los próximos días si el amo estaba tan desesperado por aumentar sus ingresos con la venta de un cachorro de lobo.

—¿Estás seguro de que quieres llevarla contigo?

—Debo hacerlo, es la madre de mi hijo —respondió, aunque su voz sonó indecisa.

—¿Y Jungkook? Es tu omega, pero debes entender que no puedes tenerlos a ambos.

—¿Por qué no?

—Empezarás una guerra entre ellos.

—Jungkook sabe que no puedo abandonarlos, son mi responsabilidad.

—¿Y cuánto tiempo crees que dure soportando eso? Todos tienen un límite, y te aseguro que él llegará al suyo.

Esa era una situación que muchas veces imaginó, pero su ingenuo corazón creía que tener a su omega junto a la madre de su cachorro podría funcionar. No quería pensar que Jungkook podría hastiarse de aquello, se decía que su pequeño omega no podría abandonarlo, pero quizás estaba siendo demasiado confiado pues ninguna persona podría soportar tanto una guerra, mucho menos cuando estás luchando en ella. Sora, además, no sería una oponente fácil, y seguramente conocía un millar de tretas que usar para conseguir la victoria.

༺༻

—Tu vientre está algo abultado —comentó Jungkook.

Seokjin acarició la tierna elevación que lucía en su cuerpo, aquella curvatura donde crecía su bebé. Se calzó la túnica y sus sandalias bajo la mirada del otro omega. Su tiempo de gestación no era avanzado para el tamaño de su vientre, muy a pesar de que el periodo de su embarazo sería más corto por ser un lobo. Jungkook tenía sus sospechas sobre ello, pero la verdad sólo se sabría una vez que Seokjin diese a luz.

—Así parece. La verdad me preocupa que mi estado se note antes de tiempo.

—Namjoon te sacará de aquí para entonces, y no tendrás que preocuparte por ocultar a tu bebé.

—¿Y qué pasará contigo cuando yo me vaya?

Jungkook suspiró, desviando la mirada en un intento de ocultar sus propias preocupaciones.

—Sólo... esperaré.

—¿Y qué sucederá cuando Sora conciba al hijo de Jimin?

Los ojos ceñudos de Jungkook se volvieron a verlo, curioso por la pregunta, y buscando una respuesta a esa misma pregunta, una de la que desconocía todo.

Amor en la arena de Roma (Jikook)[Adap.]|Omegaverse|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora