"¿Su hijo?"
"El hijo de Jimin..."
Su boca abierta, los ojos grandes y su mente en blanco. El estado de estupefacción en el que se encontraba el omega era bárbaro, claro que no era menos a como se encontraba Jimin, Namjoon o el propio Seokjin. Jihyun lucía confundido, como si no hubiese comprendido lo que su madre dijo y las implicaciones de su acusación. Jimin parecía no saber qué decir o hacer, el aliento se cortó de golpe.
Sin poder decir nada, Jungkook los vio marcharse fuera de las duchas alegando que necesitaban hablar. Por supuesto, era comprensible mas no menos preocupante. Jimin, Sora y el niño caminaron cruzando el campo de entrenamiento, a una zona alejada, ligeramente iluminada por las antorchas plantadas en la tierra. La vista del alfa estaba duramente clavada sobre el niño, si lo veía bien se parecían mucho, su mismo cabello y ojos, y los huesos del rostro marcados. Se podía decir que era su copia en miniatura.
"Mi hijo", pensó. "Él es uno de mis cachorros"
El pecho de Jimin se regocijó al conocer a uno de sus hijos, a una parte de él, aquella criatura que nunca pensó conocer. La felicidad le embargaba, pero la preocupación de la situación iba creciendo hasta igualar aquel sentimiento primario.
—¿Cómo llegaron aquí? —preguntó.
—Nos encontraron en Sicilia, el amo de esta casa quería... una procreadora —informó con pesar la dama.
—¿Cómo escaparon de...?
—Tiempo después de que tu te fuiste, la seguridad de la casa se debilitó y muchos de los esclavos pudimos escapar. Yo, di a luz poco tiempo después de eso.
El alfa se hincó frente al niño, conectaron sus miradas como si intentasen ver a través del otro, sus almas y sus pensamientos; intentó tocar a su hijo en el rostro, mas el niño lo esquivó temeroso, ocultándose tras su madre.
—Él es tu padre, JiHyun —informó la mujer para que así su hijo saliera a conocer a su otro progenitor.
—¿P-papá?
Su corazón se derritió y de sus ojos quisieron salir lágrimas de alegría al escucharlo, su pequeño hijo reconociéndolo como su padre. El pequeño alfa de sangre pura, igual que su padre, corrió a abrazar al mayor, con añoranza y la fuerza que sus pequeños brazos le permitían. Era surrealista. Dada la situación y su pasado, Jimin nunca creyó poder estar así con uno de sus hijos, aquellos a quienes no se le permitió ver en su nacimiento ni pudo salvarlos de ser vendidos como animales. Cuando conoció a Jungkook creyó que eso podría cambiar, que tendrían hijos y que los cuidaría con su vida. Por supuesto, la situación en la casa Di Genova tampoco era la mejor. Él era un gladiador y Jungkook un sirviente.
—Mi hijo —susurró Jimin sin poder creérselo.
—No... No sé que pasará con JiHyun ahora —dijo la mujer.
—¿Lo van a... vender?
No, eso no sucedería si Jimin podía evitarlo, no quería que su pequeño creciera como un animal enjaulado amaestrado para atacar a los contrincantes de la arena. Él mismo se crio así, como si fuera un asesino tan letal que no tenía oponentes dignos. Los humanos podían ser crueles, siguiendo sus despiadados intereses a fin de conseguir mas dinero como si les brindase felicidad eterna cuando, en realidad, sólo te brinda efímeros segundos de dicha encubriendo la infelicidad eterna.
Ella no respondió porque no tenía conocimiento de ese detalle. El amo de la casa nunca hizo visibles sus intenciones con el niño, claro que existía una posibilidad, que quisiese criar al cachorro ahí como gladiador, bajo tutela de los demás peleadores. A esa edad era algo difícil venderlo pues muchas veces se volvían caprichosos y malcriados, en pocas palabras, inservibles para el lucrativo objetivo que querían conseguir.
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Amor en la arena de Roma (Jikook)[Adap.]|Omegaverse|
Storie d'amorePark Jimin nunca perdía. En esta ocasión era diferente, ganaría por algo más que no perder su vida, lo haría para ver al pequeño sirviente de la casa de Di Genova. - Nunca has estado con un alfa -comentó Jimin. - ¿Lo dices porque no tengo una marc...