—Lo arruinaste —resumió Namjoon tras oír la historia de la noche pasada.
—No necesito que me recuerdes mi fracaso de anoche.
—Como tu amigo estoy moralmente obligado a decir 'te lo dije'.
Jimin gruñó desde lo profundo de su garganta.
—¿Y qué puedo hacer?
—No tengo la respuesta a eso, pero sí sé lo que no debes hacer. Bien sabes que vivir ustedes cuatro sólo desatará la siguiente gran guerra.
—Pero no puedo abandonarlos.
—Ni te sugiero que lo hagas; eso es sólo de cobardes. No obstante, puedes sacarlos de aquí y que ello no signifique que vivan juntos.
—Mi hijo no estará feliz con eso.
Namjoon torció los labios sabiendo que el niño representaría, quizás, aún más renuencia a que su padre los dejara. Aparentemente, Jimin tenía dos reinos más por conquistar, cada uno más blindado que el anterior, y que por seguro terminarían agotándolo. Pero ninguna victoria es fácil cuando se pelea por las cosas correctas.
—¿Y tú serás feliz si lo complaces? Quiero decir, un padre debería saber equilibrar la felicidad de su cachorro con su propia felicidad. Porque si piensas complacer al niño, entonces deberías comenzar a despedirte de Jungkook.
Y Jimin se resistía a dejarlo ir. No podía.
Muchos lobos pasaban su vida entera buscando a su destinado, esperándolo, ansiando conocer a esa persona con quien el destino los enlazó. Algunos ni siquiera tenían la suerte de encontrarlos. Morir en soledad, sin haber conocido nunca a tu amor era como la tortura más larga, porque ni en vida ni en la muerte lo vería jamás. Claro, otros se decidían a enlazarse con alguien más a pesar de que esa persona no fuese su destinado. Para Jimin, abandonar a Jungkook sería un error que jamás se perdonaría, pero tampoco se perdonaría haber abandonado a su hijo.
—El asunto es que nunca he complacido a mi hijo en nada.
Por supuesto, si se tiene en cuenta que jamás conoció a su hijo sino hasta que llegó Sora y el niño a la casa Di Genova. Quizás nunca esperó conocer a sus cachorros, era irreal, y por ello mismo no sentía correcto no hacer feliz a su hijo. ¿Cuándo tendría la oportunidad de eso de nuevo? Con Jungkook..., la verdad es que la idea de tener un hijo le asustaba por lo que pudiera pasarle al omega en medio de la gestación o incluso en el parto.
—No puedo decirte qué hacer, Jimin, eso sólo puede decidirlo tu corazón, pero recuerda que en tu corazón también está Jungkook.
Tal vez para Jimin sería más sencillo solucionar su conflicto marital cuando lograsen salir de esa casa, siendo ya libres quizás todos verían de forma diferente la vida. Una nueva perspectiva era lo que necesitaban.
—¿Has tenido noticias de él? —le preguntó Namjoon luego de un tiempo.
Jimin asintió y con cautela sacó un pequeño y arrugado papel para entregárselo a Namjoon. El alfa de media sangre lo leyó, recabando en que su tortura pronto pasaría. La libertad se veía muy cerca, tanto que podía tocarla con los dedos.
—Me lo entregaron esta mañana —indicó.
—Entonces ya todo está listo.
—Sí, ya muy pronto nos iremos.
Mañana en la noche. Prepárense.
Eso era todo lo que el mensaje decía, pero no hacían falta más palabras. Namjoon se encargaría de quemar la nota para que nadie más se enterara de su plan de fuga. Aunque Jimin debía hablar con Sora y averiguar cómo se enteró sobre el escape. Por ello, se encaminó al pequeño edificio donde estaban los nuevos esclavos, en una de las recámaras vivía Sora y el niño.
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Amor en la arena de Roma (Jikook)[Adap.]|Omegaverse|
RomancePark Jimin nunca perdía. En esta ocasión era diferente, ganaría por algo más que no perder su vida, lo haría para ver al pequeño sirviente de la casa de Di Genova. - Nunca has estado con un alfa -comentó Jimin. - ¿Lo dices porque no tengo una marc...