LOVER BOY.

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Brooklyn 1943

Somos felices gracias a hormonas que segrega nuestro cuerpo. La dopamina, la serotonina, las endorfinas y la oxitocina son los neurotransmisores encargados de distintos ámbitos relacionados con la felicidad. Y no es tan difícil accionar estas hormonas, podemos engañar al cerebro, pero no a la ausencia del estado de ánimo.

Bucky y Emma estaban experimentando la felicidad de tenerse el uno al otro. La noche era joven y la pareja gozaba de una noche tranquila y misteriosa.

-Bucky, ¿estas bien?- interrogó la pelinegra al ver a su chico actuando de manera nerviosa.

-lo estoy preciosa- dijo alejando el nerviosismo que en su mente se instalaba.

-la comida se acaba y no me has dicho lo que es tan "misterioso" para ti- James se acerco y beso su mejilla.

-Emmy- comenzó -llevamos meses conociéndonos y creo que eres maravillosa- suspiro hondo -la forma en la que me siento cuando estoy contigo es nueva para mi, nunca me había sentido así por una chica. Has sido lo mejor que me ha pasado desde que me enliste en el ejército y siento que no sentiría nada igual por otra chica, tu...- se tragó todo rastro de inseguridad por decir lo siguiente -tu eres para mi, como yo soy para ti y quiero creer que la conexión que siento no es solo de mi parte- acuno su rostro y deslizo el pulgar por su mejilla.

-no eres el único- coloco su mano sobre la del sargento y lo miro enternecida.

-Emma y-yo- comenzo a tartamudear.

Emma se acerco y deposito un corto pero sentimental beso en sus labios, como un impulso para que el pudiera seguir hablando.

-sabes, hemos estado saliendo, pero no de una manera formal- se acerco a ella y metió la mano en su bolsillo de su pantalón.

Cuando encontró lo que buscaba, un tintineo se hizo oír y Emma llego a considerar algo que le hizo ponerle los nervios de punta. No por que no estuviera lista para dar un paso así, bueno no lo estaba. Pero era James, ese hombre se había ganado todo su corazón en unos meses y sentía la necesidad de estar con el las vidas posibles.

-quiero que seas mi novia, y soy consciente que hemos estado casi viviendo juntos, hemos hecho cosas que haria una pareja...pero creo que esto es importante, para mi, para ambos. Quiero que esto tenga nombre y que nunca tenga final- tomo su mano y dejo en ella sus placas de soldado.

-James, por supuesto que si, mi sargento- se avalanzo hacia el abrazando su cuello y llenando de besos todo su rostro -crei por un momento que me propondría matrimonio- dijo con un tono aliviado.

James carcajeo y luego la tomo de la cintura para atraer su cuerpo hacia el y besarla como le gustaba.

-claro que lo haré, pero cuando todo esto termine- con su mano izquierda le quito los mechones de cabello que estaban sobre su rostro -quiero una vida contigo Emma- beso por última vez la comisura de sus labios y le sonrio de una manera que nunca antes lo había hecho.

Cuando estamos enamorados, realmente, nuestro cuerpo es diferente. Lo vemos en la manera de nuestro actuar, pensar y reaccionar. Saber que la persona amada existe y forma parte de nuestra vida hace que el cerebro segregue dopamina y serotonina, dos tipos de neurotransmisores. La dopamina nos produce placer y euforia y la serotonina nos hace sentir felicidad. Juntas, estas sustancias nos brindan un extra de fuerza, energía y vitalidad, y por ello pareciera que nada nos cuesta cuando estamos enamorados. Nos sentimos excelente, y estamos más dispuestos y receptivos a todo. Ya no solo pensamos en nosotros mismos, sino que pensamos en grupo, en ella o el. Y eso sentían en esos momentos aquella pareja. Sabia que ahora eran los dos, el futuro de los dos, el amor de los dos, y la relación de los dos.

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