vidas pasadas

CASTLES CRUMBLING

Antes de su vida de negocios. Emma tuvo que hacer demasiado para llegar a tal seguridad, dejó aun lado su trato de "princesa" y perdió muchas cosas ganando mejores a su paso.

Y así empezó la vida de Emma Coleman...

Estados Unidos 1935.

Freya llego a Estados Unidos exactamente en 1935, el byfrost había cumplido su objetivo, claro que ella lo uso sin que nadie se diera cuenta.

Era una pequeña pelinegra de vestimenta extravagante. Su vestido era tal cual princesa y su tiara no ayudaba en nada. Las mujeres y hombres que pasaban a su lado, se burlaban de su vestimenta o hacían miradas que la hacían sentir inferior, cosa que nunca había sentido en sus tantos años de vida.

Con un semblante entristecido, se camino hasta un callejón donde pudo tener privacidad. No había llegado a la tierra por capricho, su padre había muerto y sus últimas palabras no fueron un "te amo", como ella esperaba, aunque siendo honesta sabia que no llegarian, no de un rey violento y rencoroso. Las últimas palabras del rey de Vanaheim era que buscara un príncipe y se casara con el para así ascender al trono y dirigir ambos reinos. Básicamente ella había escapado por todas esas reglas que impuso, las reglas que le quitaron demasiadas decisiones y redujeron su vida a ser solo una pieza en un tablero insignificante, para ser controlada y no decidir.

Con las piernas flexionadas y su espalda apoyada en la pared del callejón. Soltó todo lo que tenia, los sentimientos abrumadores, la perdida, la decepción. Todo. Prácticamente estaba sola, tenía a los príncipes de Asgard, con los cuales había crecido, pero ellos no la comprenderían, no comprenderían su dolor.

Estaba triste y deztrosada. Su corazón dolía y sus ojos eran un mar de lagrimas. Su emoción melancólica pareció contagiar al clima, ya que el cielo se nubló y los relámpagos se hicieron escuchar apesar de que no llovía aún.

-¿Estas perdida mi niña?- cuestionó una voz varonil.

Emma asustada se arrastró lejos del hombre, era un viejo anciano, aparentaba de unos sesenta años humanos y sus cabellos blancos lo hacían ver como tal.

-No te hare daño- Extendió su mano y ella dudo en aceptarla.

-¿Quién es usted?-. Cuestionó temerosa.

-Uno de mis nombres es Hugo, Hugo Coleman. Puedes llamarme así- respondió con la voz tranquila, queriendo transmitirla en ella.

Freya había escuchado que los ancianos eran buenos y sabios, pero también habían algunos que no lo eran.

-¿Cuál es el tuyo?- preguntó el señor Coleman.

Freya no contesto, solo miraba pensando en si contestar o contactar al byfrost que se la llevara de nuevo. Pero aquel hombre le transmitía algo de confianza.

-Freya- respondió sin mirarlo a la cara.

-Es un nombre extraño, ¿no crees?- Preguntó agachandose para estar a su altura.

Ella en respuesta solo asintió y se apego más a su propio cuerpo.

-¿Tienes familia?- ella negó con la cabeza -¿Qué haces aquí?-preguntó intentando acercarse más a ella.

-Mi padre murió- respondió ingenuamente.

-¿No tienes más familia?- ella volvió a negar.

El hombre pareció estar pensando en algo, ya que tardo unos cuantos minutos en contestar.

-¿Tienes donde quedarte?- preguntó antes de comenzar a toser demasiado.

-No- ella se acerco a él y colocó su mano en el pecho del hombre y de ella desprendió una bruma azul que detuvo el toser del hombre.