Capítulo 20

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Y llegó el día... logré dormir máximo 3 horas y en esas horas tuve pesadillas sobre mí, chocando contra algo. Me lavé la cara sin chequear si tengo unas super ojeras, de todas formas, esta noche voy a usar casco, nadie me verá.

Emma: ¿Estás nervioso?

Chad: Muriendo, ¿y tú?

Emma: ¡Todo va a estar bien!, ambos debemos concentrarnos únicamente en ganar la carrera, ¿okay?

Chad: Si tú lo dices...

Claro que ser optimista por mensaje era fácil, debía asegurarme que no me vea la cara en todo el día, a la noche ya estaré escondida debajo del traje y el casco. Necesito que Chad se concentre solo en ganar, de esa forma... si me llegara a pasar algo, él no se distraerá y podría ganar la carrera.

Antes de bajar a desayunar, intenté tapar mis ojeras con maquillaje lo mejor que pude, espero no parecer un fantasma. Cuando bajé saludé a mis padres, sorprendidos porque me levanté temprano un sábado, pero claro, la realidad es que apenas dormí.

—Buen día familia —digo forzando una voz feliz, mientras me preparo una taza de café del tamaño de mi moto.

—Buen día, ¿vas a algún lado ahora?, Estás vestida muy bonita —Dice cariñoso mi papá, porque claro, no solo estoy levantada, también estoy vestida, (con un top blanco, un jean que me queda estupendo y unas zapatillas blancas) olvidé que tengo que esperar a que se vayan a trabajar para sacar la moto y poder dar algunas vueltas para despejarme.

—Gracias —digo halagada— Creo que visitaré a Sara —es cierto que quiero ver a Sara, pero no hoy.

—Oh está bien, dale un saludo de mi parte —dice mi madre mientras me besa cariñosamente en la frente. Cuando se acerca la abrazo, ya que estoy nerviosa por hoy, y ella me lo corresponde tranquilamente. Suelo dar abrazos, así que por suerte no la sorprende ni la alerta.

—Lo haré —digo dedicándole una sonrisa.

Luego de que se fueran, empiezo a sacar la moto del garaje, no me pongo el traje ya que voy a dar una vuelta por otro lado y cuando estoy saliendo...

—EYY, desde cuándo te dejan salir a andar en moto? Y de quién es esa moto? —dice divertida Sara, menos mal que no sabe nada de motocicletas así que no la reconoce.

—Yo... eh... no me dejan, es de mi papá, la tenía escondida —digo apresuradamente mientras me quedo más quieta de lo que es natural por los nervios— em ¿quieres ir a dar una vuelta? —pregunto porque no sé qué más decir.

—¡Por supuesto que sí! Pero no manejes como nenita —dice intentando provocarme, yo río.

—Manejare como yooo quiera, ya que yo soy la que te lleva —digo mientras le saco la lengua, se sube a la parte de atrás y le doy mi casco.

—No es necesario, te quedarás tú sin casco —dice intentando rechazarlo, pero no lo permito y la miro mal— está bien está bien, gracias —dice mientras se lo pone.

No sabia bien hacia donde ir, así que me puse en marcha hacia el otro lado de la ciudad, no sé porque nunca nadie va para ahí, tengo entendido que no es tan distinto a este lado.

Cuando llegamos a esa zona Sara habla fuerte para que la escuche a pesar del viento y del casco.

—Oye! A un par de cuadras de aquí da clases el chico que te dije que conozco, vamos a visitarlo, nunca contestó mi mensaje —dice algo molesta.

Yo asiento con la cabeza y sigo sus indicaciones hasta que llegamos a una calle sin salida, hay casas de ambos lados, pero por supuesto no está muy transitada.

Sara me señala el garaje de una de las casas, tiene una puerta de tamaño normal —para una sola persona— al costadito, la puerta abierta, así que estaciono la moto y entramos lentamente.

Hay un chico un par de años más grande que nosotras entrenando a un chico de unos 14 años máximo. El piso es de goma eva, hay varios sacos de boxeo, algunas pesas, guantes y otras cosas interesantes. Está bastante cool, tiene un tamaño respetable y todas las cosas parecen estar en buen estado.

Cuando entramos, el chico de 14 deja de hacer el ejercicio y nos mira interrogativamente, se lo ve muy seguro de sí mismo, hasta incluso que me puede dar miedo si quiere, ¡pero parece pequeño! Como respuesta el chico que supongo es el entrenador se da vuelta y nos mira fijamente, su mirada me da un escalofrío.

— ¿Quién demonios son ustedes? ¿y que quieren? —dice algo molesto y lo entiendo, ni siquiera tocamos.

—Idiota, pensé que lo conocías —le susurro a Sara.

—Bueno... más bien que una amiga de una amiga lo conoce y me dio el número, la dirección y una foto del frente de la casa —dice disculpándose con la mirada

—Un día de estos nos vas a matar a las dos —le susurro— hola... disculpa... mi nombre es Emma y ella es mi prima Sara y queríamos saber si nos podrías dar clases de defensa personal —digo con mi sonrisa más inocente.

Él nos mira de arriba abajo y responde un seco—No —y nuevamente le da indicaciones al chico, al que se le escapa una pequeña risa.

—¿Y se puede saber por qué no? —pregunta algo molesta Sara mientras da un paso en su dirección.

Cuando el entrenador se da vuelta incrédulo y molesto por la segunda interrupción, se ve muy intimidante así que tiro con fuerza a Sara del brazo y la pongo detrás de mi mientras lo miro con mi cara más amenazadora. Aunque claro, si no fuera porque me concentro en proteger a Sara posiblemente me haría pipi encima. Él estudia con ojo crítico mi posición.

—No les haré daño, solo no les daré clases —dice esperando que relaje mi postura, cosa que no hago, planeo esperar a que se dé vuelta para irme, cuando me ve en la misma posición suelta un suspiro— solo le doy clases de defensa personal a la gente que lo necesita, que se mueve en otros... ambientes, no lo hago solo porque si —explica.

—Entonces perfecto, ¿empezamos el lunes? —dice sonriente Sara, él levanta una ceja incrédulo mientras vuelve a mirar nuestras vestimentas, claro seguro piensa que mi papá nos trajo hasta aquí y que somos dos niñas tontas que quieren aprender defensa personal para parecer geniales. De todas formas, algo de eso también tenemos, pero no se lo haremos saber.

—Últimamente nos encontramos en la posición en la que debemos defendernos a nosotros, a amigos o familia y la verdad es que quedarnos ahí siendo inútiles y encima una carga para los otros no nos encanta —digo con seguridad y un poco de ironía en la voz.

—Está bien... no es necesario que me cuenten sus vidas, el lunes a las 6am empiezan y antes de que digan algo, es mi único horario disponible, así que adiós —dice mientras vuelve a lo suyo, no nos atrevemos a reclamar ni a lloriquear por la hora y salimos juntas.

—¿Qué tanto queremos tomar esta clase? —le digo nerviosa mientras nos subimos a la moto, ella ríe fuertemente y responde emocionada.

—¡Mucho!

—Uff, está bien, volvamos a casa, comamos algo y nos preparemos para esta noche.

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Carreras IlegalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora