Amor que me deshace.

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Juliana.

Devoro su boca, incapaz de reprimir el anhelo que crea en mí. No sé en qué
pensaba Valentina cuando sus labios han acariciado mi mejilla una y otra vez, como una especie de súplica silenciosa... Lo único que sí sé es que si me busca, me encuentra. Siempre.

Sus manos se aferran a mis hombros mientras nos fundimos en un beso
profundo y húmedo. Adoro la familiaridad de su sabor, del tacto aterciopelado de esta boca que he explorado tantas veces. No es nuevo, el beso no es nuevo. Y eso me encanta. Me pierde la seguridad, la certeza, lo vivido.

Pero no puedo. No así.

Tengo que luchar contra todos mis instintos para apartarme suavemente de ella. Cuando lo hago, apoyo mi frente en la suya y aún respiro agitada.

-¿Qué haces? ¿Por qué paras? -sus ojos intentan encontrar en los míos una respuesta.

-No quiero que te arrepientas... -susurro-. Sé que estás confusa. No
eres tú misma.

Valentina toma una bocanada de aire. La atmósfera dentro del coche es cada vez más íntima, más cerrada, como si estuviésemos totalmente aisladas del resto del mundo; no soy consciente de los demás vehículos ni de los peatones que se mueven alrededor.

-Solo unas horas... -murmura al tiempo que alza la mano y la desliza
por mi cuello. Tiene los ojos acuosos y no sé qué hacer, no tengo ni idea de
cómo demonios debería actuar-. Finjamos durante unas horas que seguimos siendo tú y yo.

-No me hace falta fingir.

-A mí sí.

-Lo sé.

Apoyo la cabeza en el asiento del coche y cierro los ojos. Noto sus manos delicadas moviéndose a mi alrededor, acariciándome el rostro y delineando después el borde de mis labios con la punta de los dedos. Tan despacio... Tan sutil... Los beso. Beso sus dedos y la veo sonreír con tristeza. Sé que me necesita ahora, pero también sé que luego yo la necesitaré a ella... y no ocurrirá lo mismo. Valentina no estará para mí.

Extiendo levemente los brazos y ella se desliza del asiento contiguo y se
sienta en mi regazo. Nos abrazamos en silencio durante lo que parece una
eternidad. Siento su respiración caliente y dulce haciéndome cosquillas en el cuello; luego me da un beso justo debajo de la oreja y me susurra al oído:

-Vamos arriba.

-Valentina, cariño...

-Me siento sola -la noto temblar contra mi cuerpo-. Intento convencerme de que has dejado de existir pero de un modo u otro siempre terminas apareciendo de nuevo en mi vida. Cada vez que creo que te has ido, vuelves. Cada vez que pienso que puedo seguir sin ti, regresas como si quisieses
demostrarme que no es así. Y no puedo, ya sabes que no, pero solo unas horas... solo eso.

Tardo un rato en quitar la llave del contacto.

-Vamos -digo.

Salimos del coche y en cuanto entramos en el portal del edificio volvemos a besarnos. Lo hacemos mientras esperamos el ascensor, cuando subimos después y al tiempo que ella intenta hacer girar la cerradura...

Todo está en silencio. Solo se escuchan nuestras respiraciones entrecortadas y el chocar de nuestros labios que se buscan y se encuentran una y otra vez, tengo el presentimiento de que es imposible que en algún momento tengamos suficiente, que estemos saciadas. Nunca podré llenarme completamente de ella, porque cada día Valentina cambia, evoluciona, crece y yo encuentro nuevas aristas que conocer, más rincones por descubrir...

Alzo los brazos cuando intenta quitarme la camiseta y dejo que lo haga. Sus manos se mueven después por mi espalda y ascienden hasta posarse en los hombros e impulsarme más hacia ella. Le muerdo el labio inferior y oírla jadear me desequilibra. Gruño, pierdo el control, la aprisiono contra la pared del
recibidor y tiro con fuerza del vestido corto que lleva puesto hasta que consigo quitárselo. Valentina responde bajándome el pantalón y ambas nos quedamos en ropa interior.

¿Quién detendrá la lluvia en mi? - Juliantina Donde viven las historias. Descúbrelo ahora