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Había despertado por el dolor, al abrir los ojos supo exactamente lo que estaba pasando y la sensación de ahogo atacó cada parte de su pecho, suspiró cerrando los ojos y dejando que las lágrimas recorrieran sus sienes, estaba en su celo, el dolor en su vientre era muy fuerte y su omega estaba llamando a aquel alfa con el que no había tenido contacto desde la fiesta, eso hace tres días, se escondió en su habitación, sin tomar alimentos. Estaba cansado y deprimido, lo único que quería era regresar a su hogar, aunque fuese imposible.

Abrazó su almohada, ni siquiera tenía un supresor, no había nada que calmara el dolor, sólo llorar contra su almohada, esperando que todo pasara.







JongIn no era una persona paciente, mucho menos amable o considerado, era un alfa y lo habían criado para ser fuerte y no caer en sentimentalismos. Sin embargo, estaba preocupado, no iba a negar que ese omega que tenía como esposo le estaba estresando, este no había salido de su habitación, no comía nada de lo que mandaba con las sirvientas, no lo veía desde hace tres días, sus padres harían una visita sorpresa como le habían advertido, así que podrían llegar en cualquier momento y si veían lo que sucedía, entonces se ganaría una reprimenda, en otras ocasiones no le interesaría, pero últimamente estaba molesto, no quería que alguien tuviera algo que decir sobre él, ni sobre su matrimonio, si es que podía llamarlo de esa manera.

—Haz que salga.

—Lo siento mi señor—dijo la mujer bajando la cabeza—. Pero, me ha dicho que no saldrá y que me retire.

—¿Está es una clase de berrinche? —bufó—. Esto no lo voy a permitir.

Se levantó enojado, si tenía que entrar a sacarlo a rastras de la habitación lo haría, no estaba para esos juegos, caminó el pasillo, pero a medida que se acercaba, supo que algo no andaba bien, al llegar a unos pasos a su puerta el dulce, muy dulce aroma atacó, los frutos rojos y rosas, era empalagoso, pero no hizo gestos de asco como lo haría en otras ocasiones.

El aroma era tan atrayente, que su alfa despertó, queriendo reclamar a aquel omega en celo, tragó en seco, tuvo dos segundos exactos para retroceder, pero en vez de eso, caminó hasta la puerta, girando el pomo, está estaba cerrada con seguro. Gruñó.

—Abre—dijo con voz contenida.

Debido a la ansiedad, el dolor y el aroma fuerte de aquel alfa hizo que como pudiera se levantara, casi se arrastró, quitó el seguro y espero parado en medio de la habitación,  JongIn entró.

Ambos se quedaron mirándose por unos momentos, sus bocas estaban secas, sus ojos flamantes de deseo, uno que no podían controlar, que dejaba de lado lo que sucedía entre ambos y la renuencia a estar juntos, JongIn se acercó y lo besó, como nunca antes lo había besado, con la pasión desbordante moviendo su boca de forma experta. Sucumbieron ante el celo del omega y cuando todo pasó, JongIn no pudo contenerse e hizo la marca que no deseaba.











Tres días fueron los que JongIn estuvo a su lado, sin hablarle, sólo satisfaciendo a ambos, re-abriendo la marca, marcando su cuerpo y con temor su interior. Pero, cuando su celo terminó, cuando ambos fueron capaces de darse cuenta de lo que había pasado, JongIn huyó de la habitación creyendo que era un idiota y KyungSoo se quedó impresionado, mirando la marca en su cuello, la que semanas anteriores había deseado, pero que en ese momento significaba algo que le daba terror, tenía un lazo con el alfa que lo odiaba.

Pasó un mes más, ambos se hablaban lo necesario, JongIn no había vuelto a tocarlo, se la pasaba trabajando, era como si verlo fuese lo peor que pudiera pasarle en el día.

Estaba asustado, adolorido y nervioso, al principio no pensó que algo pudiera empeorar su situación, no hasta que las náuseas comenzaron, las dejó pasar por unos días, pero cuando se hicieron constantes, además de el miedo que ya había en su interior, supo que todo estaba jodido.

—Está embarazado—eso fue lo que dijo el doctor cuando fue a la visita, esas palabras que se clavaron en su pecho con dolor y angustia.

Estaba esperando un hijo de su esposo, uno que lo odiaba, uno que aborrecía estar a su lado. Sus ojos estaban rojos de tanto llorar y se sintió solo, tan solo que la inmensidad de su habitación fue abrumadora. Toda su vida le dijeron que eso es para lo que había nacido, lo aceptó, pero ahora, estaba perdido, se sentía como un niño que no podía encontrar el camino.

Y por más que quiso ocultarlo, JongIn en la cena, lo había mirado de forma confusa. Porque su aroma había cambiado.

—Tú...¿Fuiste al doctor? Me dijo el chófer.

Asintió sin dejar de mirar el plato, no quería comer, ni siquiera quería estar sentado ahí.

—Estoy embarazado.

JongIn sintió aquello como un balde de agua congelada, se quedó quieto, deseando que lo que estaba escuchando fuera mentira, pero no lo era, molesto, se levantó de la mesa y gruñó.

—Maldito seas tú y tu hijo que me han arruinado la vida.

Se fue y no volvió hasta tres días después, no lo miró, no le dijo nada, actuó como si nada estuviese pasando.

Y KyungSoo, sólo quería echarse a llorar o morir. Cualquier cosa que le quitara el dolor y el miedo.




 Cualquier cosa que le quitara el dolor y el miedo

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El Tigre Que Rompió Sus Cadenas Por Amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora