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Bombay, India.

Era una mañana agradable de mayo, el sol estaba dando un esplendoroso retrato al cielo despejado, era un día cálido, perfecto para una boda, no había dormido nada, dudaba alguna vez hacerlo, porque a sus diecisiete años, siendo un omega tigre de bengala, que provenía de una familia de linaje puro, bien acomodados, con empresas de telas y mercadotecnia en auge, su destino estaba decidido desde el momento en que nació, un destino que lo llevó a ese día, donde esperaba mientras lo arreglaban, todo estaba completamente listo.

La realidad le había golpeado, desde un día antes, cuando junto a sus hermanas y hermanos omegas y familiares cercanos llevaron a cabo el Mehndi, tintando así sus manos de henna, con diseños preciosos que resaltaban en su piel pálida. Fue ahí que se dio cuenta que lo que se había planificado desde hace meses estaba por ocurrir.

—Este color va bien con tu piel—dijo su hermana mayor, quien se acercó a él con una sonrisa—. Vamos KyungSoo, quita esa cara.

—¿Cómo me puedes pedir eso? —bufó.

—No es tan malo, no eres el primer omega que lo hace y créeme que no serás el último, nuestro linaje y la seguridad de nuestra familia depende mucho de esta unión, debes estar feliz por eso.

—Lo sé—no era como si fuera ajeno a eso, durante años supo cuál era su destino, no peleaba contra él, pero eso no quitaba el hecho de que tenía miedo, porque no conocía a su prometido, jamás lo había hecho, sólo sabía su nombre y que pertenecía a una de las familias con el linaje más puro y con poder—. Temo arruinarlo.

—No lo harás—dijo su hermano omega, quien estaba casado desde hace tiempo—. Todos te hemos educado para que seas el omega que eres, sólo tienes que ser consciente de que obedecer y seguir a tu esposo, es lo primordial, es para darle honor a tu familia y a tu nueva familia.

—Nunca dejarás de ser un Khatri, pero ahora llevarás el apellido Min, vamos Soo, disfruta de este día, te verás hermoso.

—¿Crees que le guste? —preguntó con timidez.

—Claro que sí—dijo su hermana acercándose para tomar su mano—. Eres precioso, a sólo un loco no le gustarías.

Ella no mentía, Khatri KyungSoo era un omega precioso, con la juventud rebosando en sus ojos, que eran almendrados, pero, grandes y brillantes, su rostro ovalado, con labios rellenos que iban a la perfección con sus facciones, su piel era pálida, cabello negro y ojos color chocolate, su cuerpo era menudo, no era alto, pero eso le daba un aire más tierno.

Su familia tuvo algunas propuestas de matrimonio, pero fueron los Min quienes ganaron, debido a su poder y a los beneficios que la unión podría darles, así fue que se planificó la boda del año, en ambas familias todos estaban entusiasmados, sabían que el linaje de tigres de bengala sobreviviría, teniendo la pureza de la sangre, porque ambos novios venían de familias donde las mezclas de especies eran inaceptables.

Cuando por fin pudo ponerse de pie y caminar al espejo que estaba cerca, sus ojos se abrieron en demasía, porque por primea vez en su vida se sentía hermoso, como un príncipe encantador, llevaba un traje rojo como era la tradición, tenía detalles dorados, que no hacían más que resaltar todo su atuendo, su cuello y orejas tenían joyas pesadas que brillaban, el oro que adornaba su cuerpo, llevaba el sari cubriendo parte de su cabeza, unas cuentas doradas en su frente, en su nariz un arete de buen tamaño que se conectaba con una ligera cadena a sus orejas, las pulse4ras que iban en la mayor parte de sus muñecas y brazo, sin duda lucía como un novio.

—Woow—susurró.

Su hermana se acercó a él con una enorme sonrisa, lo tomó de los hombros y sonrió. —Ves que estás precioso, ese alfa caerá a tus pies, sin pensarlo, serás muy feliz.

—Eso espero—dijo con un suspiro.

Toda su vida se había preparado para ese momento, desde niño sus enseñanzas fueron guiadas a sr un buen esposo, a ser el mejor omega, a cuidar y criar a sus hijos respetando sus tradiciones que eran sangradas, no conocía más allá de eso, hace un tiempo que había dejado de ir a la escuela, porque eso era una pérdida de tiempo, algo que no necesitaría nunca. Aunque fuera en contra de sus deseos.

La unión se llevaría a cabo en su casa, todo estaba listo, una ceremonia llena de tradiciones y rituales que se tenían que realizar con precisión. El Mandap estaba lleno de adornos y flores, dentro de este habían prendido el fuego sagrado, la ceremonia daba inicio con el Baraat, donde el novio llegaba junto a sus familiares y amigos, haciendo un desfile colorido y alegre, lleno de baile, que dejó a los presentes llenos de felicidad, el novio iba sobre un caballo blanco, bien adornado, su vestimenta era blanca, con algunos detalles en colores en la camisa y las mangas.

La familia Khatri los recibía con guirnaldas de flores, dulces y regalos, Arya, una de las hermanas de KyungSoo pudo ver por primera vez al prometido de su hermano, era apuesto, labios gruesos, mandíbula perfilada, ojos oscuros y tez bronceada, sonrió al ver que por lo menos su hermano estaría con alguien apuesto.

Llegó a la carpa, en donde esperaría, sentado en un trono dorado, la gente estaba entusiasmada con aquella unión sagrada, que les daría honor, respeto y poderío, porque la dote de KyungSoo había sido una fábrica que los Min aprovecharían muy bien.

La música, cambió, dando a entender que el novio se acercaba, KyungSoo salió de una parte de la carpa, ambos estaban separados por una cortina, por lo que no podían verse, el prometido se puso de pie, yendo a la cortina, ambos de frente, pero sin poder mirarse. Cuando la cortina cayó, los dos se observaron de frente.

KyungSoo abrió los ojos al darse cuenta de lo apuesto que era aquel alfa, sus mejillas s colorearon, estaba seguro que por unos segundos su corazón se había detenido, aunque ese pudiese ser imposible. Bajo la mirada, incapaz de seguir mirándolo, nunca había estado cerca de un alfa que no fuese miembro de su familia. A su lado aparecieron miembros de sus familias, quienes llevaban las guirnaldas que le pondrían al otro, eran bonitas, de flores de temporada, el alfa se acercó a él y la colocó sobre su cabeza, acomodándola en sus hombros sin siquiera tocarlo. KyungSoo hizo lo mismo, sin poder evitar que sus manos temblaran al estar tan cerca de él, era más alto por lo que tuvo que agacharse, entonces pudo sentir su aroma a vino y madera, era fuerte, digno de un alfa de primera categoría y sangre pura.

Se quedaron esperando, KyungSoo mostró su mano derecha, en donde vertieron agua bendita, esta misma mano la juntó con la del alfa, entonces, ambos, tomados de las manos dieron inicio al Saptapadi, dieron siete pasos alrededor del fuego, sólo entonces y después del último paso ambos eran considerados una pareja.

Tras la alegría de los presentes, el alfa, tomó el Malgalsutra, un collar grande, de oro, KyungSoo pensó a verlo que era incluso más bonito que cualquiera que haya visto jamás, con algunas gemas preciosas, relieves y detalles, ese collar simbolizaba su matrimonio y debería portarlo todo el tiempo.

Caminaron entre los invitados de la mano, se sentía nervioso, todo aquello estaba sucediendo y no comprendía la mayor parte de las cosas o lo que significarían para él a partir de ese momento.

—Celebremos la unión de Min JongIn y Min KyungSoo.

Estaba casado, con un completo desconocido, quien no le había dirigido ni siquiera la mirada en toda la velada, su estómago estaba tan revuelto que no pudo comer nada, miraba a su familia quienes parecían estarla pasando de lo mejor, él estaba a punto de ponerse a llorar, porque a partir de ese día sería miembro de otra familia, quienes eran completos desconocidos.

Tendría que vivir en la casa de los Min, o al menos eso era lo que se acostumbraba, pero cuando fue la hora de irse, se dio cuenta que se dirigían a otra parte. Era una pintoresca casa, no estaba lejos de la residencia de los Min, por dentro el lugar era lujoso, lleno de luz y hermoso, no era muy diferente a su hogar.

—En mi familia no se acostumbra a vivir juntos, ya no, pero nos reunimos todos los fines de semana, tu habitación está en el pasillo de la derecha, la mía en el que está a la izquierda, los sirvientes están a tu disposición, no quiero que vayas a mi habitación, descansa, mañana desayunaremos con mi familia.

Subió las escaleras, dejándolo solo, completamente confundido. No era lo que se esperaba, sin embargo, terminó subiendo, porque tenía que ser obediente, aunque nunca supo hasta donde lo llevaría esa obediencia. 








Holiii
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El Tigre Que Rompió Sus Cadenas Por Amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora