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Era un día normal, la mañana estaba transcurriendo con tranquilidad, miraba un poco la televisión, pero no entendía mucho de lo que hablaban y las imágenes le confundían, Mark estaba a su lado comiendo frituras.

—¿De qué están hablando? —preguntó señalando la televisión.

—Pues—se detuvo un momento a escuchar. Su expresión parecía sería—. Habla sobre la perdida de un ser querido.

—Ah, entiendo.

—La importancia de despedirse y honrrar su existencia—se encogió de hombros—. Estos temas me causan escalofríos. ¿Soo?

Volvió la vista a Mark y le sonrió apenas. —Sí, son escalofriantes.

—Perdí a mí padre cuando era un niño, apenas de tres años, mi madre siempre me hablaba de él, pero, es como si fuera un extraño, igual todos los años trató de hacer algo en su cumpleaños, una forma de honrrar su muerte es vivir ¿No?

KyungSoo asintió. —Es una forma muy positiva de verlo.

—La vida es muy corta para amargarnos ¿No?

—Creo...creo que sí.

Realmente no lo creía, había pasado por mucho en sus cortos dieciocho años que era difícil conciliarse con una mentalidad más positiva. No le daba alguna diferencia, porque, aunque ahora estaba en un país diferente, seguía teniendo miedo.

—Oye, iré atrás por unas cosas. Ya vuelvo.

—Está bien.

Al quedarse solo, analizó las palabras de Mark, él también había perdido algo, y desde entonces no sentía a su omega, no había estado presente más que cuando la marca se rompió, y aunque no lo sentía como tal, si podía sentir la tristeza encarnarse en cada partícula de su cuerpo, se sentía deprimido, cansado y desesperanzado.

Habían pasado tres meses desde que vivió la perdida de su bebé, según lo que había dicho el doctor, tenía trece semanas cuando lo perdió, su omega, se había sentido tan miserable, había descubierto que su omega era muy territorial y maternal con sus cachorros, que procuraba protegerlos, y haber perdido a uno de ellos, fue demasiado. Era poco el tiempo para recuperarse, no se había detenido realmente a pensar en lo sucedido, todo fue demasiado rápido, en un abrir y cerrar los ojos tuvo que dejar de lado su dolor, para salir de ahí y huir.

No tenía donde llorar, no había tomado su tiempo ¿Por eso su omega estaba dormido? ¿Habría necesitado despedirse? No tenía respuesta para su sufrimiento, y no quería pensar mucho en ello, ahora su única preocupación era mantener alejado a JongIn de su hijo. Tenía mucho miedo de que esté se acercara.

—Buenos días—dijo escuchando que alguien entraba, al levantar el rostro su boca de seco, su cuerpo se quedó sin aire y la sangre huyó a sus manos que comenzaron a temblar.

Sintió la bilis subir por su garganta, una cosa es que lo acosara en el edificio donde vivía, pero algo muy diferentes es que lo haya buscado en el lugar donde trabajaba ¿Qué no había lugar alguno donde podría estar seguro?

Estaba igual que siempre, vistiendo un traje negro de etiqueta, con una camisa blanca, sin corbata, el cabello peinado hacia atrás y el rostro apacible ¿Cómo es que estaba tan tranquilo? ¿Cómo es que podía plantarse frente a él después de todo el daño que le hizo? No tenía sentido, no lo comprendía.

JongIn se acercó al mostrador, con una sonrisa petulante, KyungSoo apretó los puños, encajando sus uñas en las palmas, simplemente lo miró, apenas estaba siendo consciente de sus emociones y pensamientos alrededor de él. Tenía un mal sabor de boca, un nudo en su garganta que le hacía sentir ácido en su estómago.

El Tigre Que Rompió Sus Cadenas Por Amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora