Capítulo X

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Cerré la puerta tras de mí y deslizándome lentamente por ella acabé sentada en el suelo sobre mis piernas, en medio de aquel silencio abrumador podía escuchar los desenfrenados latidos de mi corazón e incluso podría sentir la sangre fluyendo por mis venas. Aquella fue mi primera declaración a Bakugo Katsuki y no tuve el valor suficiente de quedarme a ver cuál fue su reacción. No sé cuánto tiempo habrá pasado y aún no escuchaba la motocicleta encenderse, lo que significa que Bakugo seguía frente a mi casa, tenía unas inmensas ganas de espiarlo desde la ventana, pero el desconcierto en mi interior y la fuerza en las piernas me lo impedían. Cinco minutos habrán pasado, tal vez diez minutos, quince... quizás fueron treinta minutos o incluso pudo haber sido una hora, las piernas ya se habían dormido bajo mi peso cuando finalmente el rugido del motor de la motocicleta quebró aquel silencio en medio de la noche, lo escuché alejarse y fue allí donde me desplomé totalmente en el piso liberando todo el aire que tenía en mis pulmones.

Permanecí acostada allí hasta que mis piernas volvieron a reaccionar. Una sonrisa estúpida se había formado en mi rostro y no pensaba en irse a causa del cosquilleo que afloraba en mi interior, de verdad estaba flotando, incluso sintiendo el frio concreto bajo mi cuerpo, sentía una tibia brisa elevarme alto, muy alto. Todo por él.

"Katsuki" –pensé.

Le dije a Bakugo que me gusta y sé que no es mentira. Es aterrador pensar que en apenas un par de días había sido conquistada por él, el chico rudo, orgulloso y violento. Me costaba admitirlo y aunque no estaba segura aún de mis sentimientos por él, sabía que estaba cayendo a sus pies, y él es endemoniadamente encantador, incluso con su arrogante actitud, Bakugo desprendía un aire de calma, estar en sus brazos me transmitía tranquilidad, me siento segura con él, y a pesar de haber tenido una opinión distinta de él al principio, resultó ser alguien dulce y atento. Me abracé a mí misma tratando de recordar sus manos recorriéndome, era una sensación agradable y saber que él tenía un lado tan vulnerable conmigo me hacía sentir amada, querida, importante. En el pasado, Deku-kun también me había salvado muchas veces, e incluso llegué a estar entre sus brazos, pero la sensación era totalmente diferente.

-¿Ochako? –La voz de mi madre hizo que diera un pequeño respingo -¿Qué haces tirada ahí?

-¡Mamá! –Estaba algo exaltada –Yo solo estaba tratando de ordenar mis ideas –dije sonriendo mientras me sentada frente a ella.

-¿Pasó algo con el chico explosivo? –Preguntó con una mirada dulce.

-Bueno... pasaron muchas cosas mamá –Aparté mi vista hacia mis manos –Le dije que me gusta.

-¿Y cómo reaccionó? –Se sentó a mi lado en el piso regalándome una mirada cariñosa.

-Es por eso que estaba aquí acostada –sonreí.

-¿Eh?

Le conté a mamá lo sucedido con Bakugo desde la expedición de hace unos días a la Ciudad Sakari hasta la cena de hoy, me salté las partes en la que nuestros encuentros fueron un poco más intensos solo para evitar que a mi madre le incomodara, fuera de eso le relaté todo lo ocurrido, no podía tener secretos con ella, de esta forma sabía que tendría su total consentimiento para cualquier cosa y si fuera necesario ella sería un cómplice contra mi padre. Era poco más de medianoche cuando ambas nos retiramos a nuestras respectivas habitaciones, le había agradecido a mamá por escucharme a lo que ella simplemente me brindó un abrazo protector.

Pensaba en darme una ducha para dormir, pero aún podía sentir la tibieza de sus manos en mí. Me tendí en mi cama y solo podía pensar en sus besos. Inconscientemente llevé mis manos a mi rostro y acaricié mis labios, se siente tan bien cuando nuestros labios se unen, su aliento mezclándose con el mío, el calor que emanaba de su cuerpo, la presión de sus brazos alrededor de mí... mi rostro empezó a arder nuevamente y mi corazón palpitaba fervientemente. Nunca pensé que me sentiría de ésta forma con alguien más que no fuera Deku-kun, y ahora, en este preciso momento, aquel anhelo por un romance con él se volvía tan distante y hasta podría decir que me causaba gracia. Sin poder borrar esos ojos rojos de mi cabeza me quedé dormida.

Herida y BálsamoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora