Su agarre en mi cintura era firme, como si quisiera evitar que escapara, podía sentir la presión de sus dedos sobre mi piel desnuda bajo el piyama que llevaba puesto. Con su ruidosa respiración, su fiera mirada y la repentina advertencia a Aoyoma, nos permitía apreciar a un iracundo Bakugo ¿Esto era por mí? El brazo que sostenía Aoyama temblaba sutilmente, la tensión en su bíceps demostraba la fuerza que aplicaba para mantenerlo elevado del suelo. Debía hacer algo pronto.
-Suéltalo, por favor –pedí quedamente captando su atención. Aflojó un poco su agarre.
-Te estaba tocando –dijo volviendo a mirar a Aoyama-kun con esos ojos afilados.
-No es lo que piensas, Bakugo-Kun. No le haría tal cosa a Ochako-san –trató de defenderse.
-Bakugo-kun, suéltalo –dije susurrando liberándome de su abrazo.
Me observó con asombro cuando acaricié levemente su brazo, tomé la mano que sostenía la camisa de Aoyama-kun e hice que lo soltara. Me giré hacia un muy consternado Aoyama y juntando ambas manos en formas de súplica, le pedí que no comentara nada de esto con nadie, le prometí que luego conversaríamos al respecto y le contaría todos los detalles. La interrogante en su rostro era evidente. Se disculpó un par de veces más y se perdió entre los pasillos.
-No tenías que hacer eso –dije girándome a él. Traía una remera holgada de color gris puesta junto a unos pantalones cortos.
-Si tenía qué –dijo bufando.
-Aoyama es mi amigo –traté de pedir por él.
-Estaba tocándote –soltó agresivamente.
-¿Celoso? –Dije con una sonrisa pícara, tratando de molestarlo. Quería ver si tenía alguna clase de reacción ante ese comentario.
Un leve empujón hizo que mi espalda diera con la pared, apoyó ambos brazos a cada costado de mi cabeza, su pelvis hacía un leve roce con mis caderas, esos ojos de cazador me observaban con arrebato, con el seño fruncido y esos pómulos marcados, Bakugo poseía un semblante retorcido.
-Sí lo estoy –confesó rudamente.
Lo observaba pasmada, su arisca respiración chocaba contra mis labios, su embriagante aroma se colaba por mis fosas, tragué saliva ante su cercanía e inconscientemente alcé ambas manos hacia su pecho, mi corazón ya latía a mil.
-Sólo me ha abrazado –Dije. Mi voz salió más suave de lo que hubiera querido.
Su respiración se calmó y deslizó suavemente una de sus manos a mi mejilla, acarició mi labio inferior con su pulgar y lo vi observándome los labios, pegó su frente a la mía y poso su otra mano en mi espalda.
-Quiero ser el único que pueda tocarte –su voz era grave, aireada. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo al escuchar sus palabras, me traspasaba. No había conjeturas en sus palabras e internamente supe que me tenía atrapada, no solo en sus brazos como en ese momento, sino en todo lo que es él.
Sus labios acariciaron los míos suavemente, un leve mordisco, un ligero jadeo, una suave caricia. Me gustaban los besos de Bakugo en todas sus versiones.
-Espera –lo detuve –Nos pueden ver.
-No es problema –dijo sonriendo maliciosamente. Lo siguiente que pude ver es cómo Bakugo tiraba de mi mano hacia el interior de mi habitación. Cerró la puerta y se recargó sobre ella con las llaves en sus manos, esa sonrisa retorcida adornaba su rostro.
La situación era extraña. Tenía a Bakugo rondándome en mi propia habitación. Jamás hubiera imaginado una situación similar a ésta. Hacía tan solo dos días le estaba llorando a Deku-kun, deprimiéndome por él, sufriendo por él, mientras que ahora, en este mismo instante, no había una pizca de tristeza en mí, incluso podría decir que mi pecho estaba saciado de júbilo. Ciertamente había llegado al punto de llorar incontables noches por Deku-kun, deseando que regresara, pidiendo que sintiera lo mismo yo, haber pasado por tanto dolor, tanto miedo, que había deseado encontrar a alguien más que pudiera hacerme olvidarlo. Pero... ¿Bakugo Katsuki? De todas las personas que se pudiera cruzar en mi camino, tenía que ser él. Arrogante, orgulloso, agresivo, malhumorado... podía continuar con la lista de los calificativos para él, pero también, ese mismo Bakugo, el que es rudamente sincero y violentamente posesivo, es el que me hacía sentir mariposas en estómago.
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Herida y Bálsamo
FanfictionNo puedes enamorarte de él -Me repetía una y otra vez tratando de convencerme, mientras me perdía en sus besos.