Mi niño está bien, sano y en sus cinco sentidos, cuando lo vi llorar lo abracé con fuerza, creí que no estaba feliz con el resultado. Sin embargo, empieza a decir suavemente que pronto seremos padres, que al fin tendremos nuestra familia y comprendo que sus lágrimas son de felicidad.
- Ya no llores mi niño.
- Max, seremos padres... Estoy muy feliz.
- Lo dices cómo si tuvieras miedo.
- Sí, es nuestro sueño mi amor, y yo hasta pensé en pedirte el divorcio si me decían que no.
- ¿Qué rayos acabas de decir? - Dije furioso.
- Es que yo pensé... - Interrumpí de inmediato.
- ¡NO LO HAGAS! No pienses por mí...
Le grité muy feo, pero fue hasta que vi su expresión asustada que lo supe, porque no pude controlarme, no quiero perderlo. Volví a abrazarlo para demostrarle que lo amo, aunque no pudiéramos tener hijos, yo jamás dejaría ir a Nat.
- ¡Perdóname! - Menciona avergonzado.
- Nat, aquí y ahora, quiero hacerte una promesa...
- ¿Qué promesa?
- Aunque no pudiéramos tener hijos, yo quiero envejecer a tu lado... - Me acerco a su oído y le digo el resto: - Siempre Estaré Contigo mi niño.
Tan pronto como terminé de decirle esas palabras, saltó para poder enredar sus piernas en mi cintura y besarme. Pero, seguía molesto con él, así que lo bajé tratando de no lastimarlo y nos subimos a su auto para poder ir a casa más tranquilos.
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Lo vi melancólico en el camino de regreso, sabía que era por mi actitud, por eso no le dije que lo que realmente quiero, es castigarlo. Él no puede andar pensando este tipo de cosas y salir bien librado; llegamos, apenas íbamos entrando cuando lo puso contra la puerta.
- ¡Max! ¿Qué haces?
- Soy el policía del matrimonio mi amor, y vengo a leerte tus derechos sexuales.
Con mi mano derecha, lo sostuve de las muñecas sobre su cabeza y mi mano izquierda, la metí bajo su camisa, hasta sentir uno de sus pezones. Nat abre un poco su boca por la excitación que estaba sintiendo, hasta que muerde su labio inferior y es todo lo que necesito para ir a arrojarlo en la cama.
- ¡Max!... - Mientras quitaba mi ropa le dije:
- "Tienes derecho a permanecer excitado, cualquier cosa sexy que digas, puede y será usada en tu contra mientras te haga el amor de forma ruda. Tienes derecho a pedir que lo haga más fuerte; pero no a decir que me detenga", ¿quedan claros tus derechos mi niño? - Sonríe con lujuria y contesta:
- Clarísimos, mi amor.
Veo su intención de querer morderse el labio nuevamente, así que lo agarro de la barbilla para que abra un poco esa deliciosa boquita. Pasé mi lengua desde su barbilla hasta su labio superior y succioné un poco, fue cuando sentí su cuerpo estremecerse.
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