CAPÍTULO 15

242 16 74
                                    

Como el viento de poniente – Marea

Siempre fui esa oveja negra que supo esquivar las piedras que le tiraban a dar.

Dos años después.

BLAKE

—¡Que te vayas ya de mi puta casa! —grité—. ¡JODER! ¿Qué parte no entiendes?

—¡No voy a irme ningún lado! ¡Necesitas ayuda! Baxter, joder, necesitas ayuda—se le quebró la voz—. ¿Por qué no lo entiendes?

—¡QUE TE VAYAS DE UNA PUTA VEZ! ¡Coño! —lo empujé hacia la puerta, hecho una furia—. Ayuda a quien te quiera, si es que alguien lo hace.

Iba demasiado borracho como para arrepentirme de haber dicho eso.

Mis palabras le golpearon más fuerte que el empujón y Jesper apoyó una mano en la puerta. Sus ojos con los míos, unos más irreconocibles que otros. Los dos respirábamos agitados cuando le di un violento trago a la botella. El alcohol me ardió menos que la expresión de dolor de Jesper.

—No puedes seguir así, tío—murmuró, aunque pareció más una súplica—. Te estás jodiendo la vida.

—¿Y? —le di otro trago—. ¿A quién le importa? A nadie.

—A mí me importa. A tu hermano le importa. A Ash le importa. A Harper, a Dexter y a...

—Venga, menciónala—puse los ojos en blanco, derramando media botella al hacer el gesto—. Vamos, di su nombre. Estás deseando joderme más todavía.

Jesper apretó los labios, y no dijo su nombre porque sabía que eso solo empeoraría la situación, pero estuvo a punto, como si creyera que pronunciándolo el Baxter de hace años reaparecería mágicamente. Ese que se quedara dónde estaba; perdido por ahí.

Al final, Jesper hizo un gesto de rendición con la mano y se dio la vuelta, abriendo la puerta de mi casa. Una presión horrible me hizo apretar el cuello de la botella con fuerza. ¿Se iba?

Pues claro que se iba. Tensé la mandíbula con rabia. Todos se iban. Todos tiraron la toalla conmigo y Jesper no sería la excepción. Y pensar que yo llamé mejor amigo a ese falso de mierda.

—¡Eso! —grité, derramando alcohol por el suelo al andar hacia él—. ¡Vete y no vuelvas! ¡No quiero volver a verte la puta cara!

Ni me miró, cosa que hizo que gritara más todavía.

—¿Qué? ¿Tanta vergüenza te da mirarme a la puta cara? Follarte a mi hermano pequeño no te dio tanta ¿Eh? Vaya amigo eres, joderle la vida al hermano pequeño de tu mejor amigo. Bravo, Jesper. Bravo.

Vi como tensó los hombros, y lo conocía lo suficiente como para saber que se moría de ganas de girarse y borrarme la sonrisa malvada con cuatro palabras bien dichas, pero no lo hizo.

—Adiós, tío—murmuró, apreté los dientes. No había nada más triste que ver como la persona que no querías que se fuera se iba—. Llama a Virginia, la necesitas.

Paré la puerta cuando Jesper la empujó suavemente al irse. La abrí y lo pillé justo llamando al ascensor.

—¡No necesito una puta psiquiatra! —le grité, mi voz arrastrada retumbando por toda la planta de pisos—. ¡No necesito a nadie! ¡NI A ELLA! ¡Y NI MUCHO MENOS A TI!

Jesper me dirigió una mirada triste por encima del hombro, las puertas del ascensor abiertas y su pie derecho dentro.

—Pues yo sí que necesito a mi mejor amigo. Te echo muchísimo de menos, tío—pero se fue.

Solo ocho letrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora