CAPÍTULO 18

146 9 23
                                    


BLAKE

Marea – Paloma que pierde el vuelo.

Mañana, estrenaras el vestido que tanto deseabas lucir conmigo.

Mañana parecerás bajo el cielo una paloma blanca que pierde el vuelo.

Mañana... ¡Ay, amor! te vas a casar con otro. Con otro que no soy yo.

***
Dos años y medio después.

Dolía ver esas fotos.

Dolía mucho.

Estaba sentado en el sofá del apartamento, móvil en mano. Debería haber limpiado, pero nunca encontraba ni el momento ni las ganas. Las latas de cerveza que se esparcían por la mesa olían a podrido. Muchas se habían volcado y formado un pequeño circulito de líquido alrededor. Otras las había llenado de ceniza. Últimamente me fumaba un porrillo para poder dormir. El piso estaba inundado por la penumbra.

La sesgada luz de la luna alumbraba a duras penas la esquina de la televisión. La misma esquina donde arrinconé a Jesper la semana pesada. Aún seguía sin creerme que le hubiera gritado que nadie lo quería.

Su expresión desolada al decirme que me echaba de menos aparecía en mi cabeza cada noche, recordándome lo perdido que estaba y lo poco que hacía por encontrarme.

—No puede ser—murmuré, volviendo a la foto, ya que me había vuelto fan del masoquismo.

Johnson se había echado novio. Y, al parecer, hoy cumplían un año.

Y yo como un auténtico gilipollas esperando a que cualquier día llamara a mi puerta y gritara "¡Sorpresaaa!". Habían pasado tres años. No iba a venir, Baxter, acéptalo. Me daba rabia admitir que seguía enamorado de ella. No quiso mudarse conmigo a España, pero sí con el gilipollas ese a Seattle ¿De qué iba? ¿Y con qué derecho aparecía en mi cabeza cada vez que me calentaba unas jodidas alcachofas?

Estaba harto de no poder comer puta verdura a gusto. Como si el hecho de comerla no fuera una mierda de por sí.

—Joder—tiré el móvil a la otra punta del sofá—. Me cago en la puta.

Encima, el cabrón era guapo. Bastante guapo, a decir verdad. Ojos verdes, moreno, pelo oscuro y sonrisa encantadora. Seguro que los padres de Johnson lo adoraban.

Incluso Sebastian lo llamaría por su nombre...

—¡Ugh!

¿Por qué no podía parar de pensar en ello? Superarlo, y ya está. No podía ser tan complicado. A lo mejor solo tenía que follar. Hacía mucho que no follaba. Demasiado.

Pero es que nadie me atraía. Había conocido a muchísimas chicas. Hasta modelos. Pero...no sé. Ninguna era Johnson.

—Por Dios—me cubrí la cara con las manos—. Estoy puto obsesionado. Definitivamente necesito follar.

En cuanto pude, llamé a mis amigos para salir. Los conocí hace años gracias a Jesper y me integré en el grupo estupendamente. Con quién mejor congenié fue con La Sofi y con Gonza. El último jugaba con Jesper en La Selección.

Pese a que Gonza y yo nos lleváramos de puta madre, había momentos que chocábamos en exceso. El tío no era raro, pero costaba mucho pillarlo. Había días en los que montábamos mil planes y otros en los que se plantaba las gafas de sol y pobre del que osara a perturbar su silencio.

Mario, otro amigo, lo hizo un día. Nadie más volvió a saber de él...

Nah, es broma. Solo nos invitó a todos a una cerveza menos a Gonza.

Solo ocho letrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora