CAPÍTULO 16

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LIV

When you look me in the eyes – Jonas Brothers

When you look me in the eyes and tell me that you love me, everything it's alright.

Se me hacía raro volver a estar en mi habitación, la del principio del todo. No la sentía como tal, y eso que la había redecorado con mis cosas, pero... no sé.

Como en la habitación de Blackie en ningún sitio.

Exacto.

Estaba sentada en el escritorio dibujando diseños mientras escuchaba música con los auriculares. La luz del sol entraba por la ventana y bañaba el folio. Una pequeña sonrisita afloró de mis labios cuando vi el resultado del boceto. No me había salido nada mal.

Hice unos cuantos retoques más y no limpié las migas de borrador del escritorio hasta que no quedé completamente satisfecha con el resultado. Las tiré a la papelera. No había nadie más en el piso, todos estaban en clase.

Me apoltroné en la silla giratoria, aburrida ¿Y qué hacía ahora? Ojeé la habitación. Todo ordenado y en su sitio, no podía recoger nada.

—Qué aburrimieeentoooo—eché la cabeza hacia atrás.

Entonces, como una aparición celestial, un mensaje saltó en el móvil. Lo cogí como una posesa y casi me caigo de la silla en el proceso.

Sonreí en cuanto leí esas dos palabras mágicas.

Blackie🤍: ¿Una vueltecita?

Se me olvidaba que Blake no iba nunca a clase y que siempre estaba libre.

Livvie🥰: Una vueltecita.

Blackie🤍: Paso a por ti en diez minutos.

En idioma Blake, diez minutos significaban más de una hora, así que me di una ducha y comí algo rápido en la cocina mientras leía Twitter.

Justo me estaba aplicando un poco de máscara de pestañas cuando sonó el portero automático. Corrí a abrirle a Blake, que en cuestión de dos minutos apoyó el hombro en el marco de la puerta del baño mientras me terminaba de secar el pelo.

—¿Vas a ir a la fiesta de mañana? —le pregunté alto para que me oyera por encima del secador.

—¿Qué fiesta? —dio un trago a la lata de cerveza que mangó del frigorífico.

—La del chico de la casa gigante, ese que celebra una cada sábado. Iremos todos. Supongo.

Miré a Blake cuando se quedó callado. Se había distraído jugueteando con la chapa de la lata. Sonreí, divertida, y lo llamé antes de repetirle la pregunta.

Sin embargo, se encogió de hombros. Parecía un gesto normal, pero algo en el ambiente o la situación no marchaba bien. Tenía un mal presentimiento.

—¿Todo bien, Blake? Pareces ausente.

—¿Eh? —sacudió al cabeza y no dejó que repitiera la pregunta, pese a que no se había enterado—. Sí, sí. ¿Mañana es sábado? ¿Ya? ¿Tan pronto?

—El tiempo vuela ¿Eh? Parece que fue ayer cuando empezó todo.

—Madre mía. Me apetece tirarme por la ventana—murmuró tan flojo que casi ni le oí con el secador. No me preocupó, estaba de broma—. Oye... esto... ¿Jesper irá a la fiesta?

—No sé—me encogí de hombros—. ¿Por qué?

—Por nada, por nada. Curiosidad—le dio un largo trago a la cerveza, luego se colocó el cuello de la sudadera negra, como incómodo.

Solo ocho letrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora