CAPÍTULO 17

285 13 64
                                    


Supermujer – Georgina

¡Bien! Si quieres te digo que estoy muy bien, que haberlo dejado fue lo mejor.

—¿Qué te mudas? —repetí en un murmuro—. Pe-pero ¿Cómo que te mudas a España a-a jugar al fútbol? ¿C-cuando?

Esto tenía que ser una broma.

Creo que era la primera vez que Blake no se atrevió a mirar fijamente a nadie. Y odié poder leerlo con tanta facilidad, porque iba a echarme a llorar de un momento a otro.

Sentí que me acerqué a él y que le puse una mano en la mejilla. Me sentía como en una película. No quería creer que esto me estuviera sucediendo a mí.

¿Por qué se mudaba? ¿Había hecho algo mal? ¿Se había cansado de mí? Pensaba que todo estaba bien.

Lo peor del gesto no fue que ninguno se apartara, sino que Blake cerrara los ojos y dejara caer la mejilla contra la palma de mi mano, atesorando esa calidez que no volvería a sentir en mucho tiempo.

Pareció que había pasado una eternidad cuando Blake giró la cara para darme un beso el interior de la muñeca. Casi rompo a llorar. Cerró los ojos con fuerza y dio un pequeño paso atrás, lo justo para que mi mano soltara su mejilla.

—Me ha fichado un equipo de fútbol—empezó, y solo me vi capaz de escuchar, sintiendo como a medida que hablaba el nudo de mi garganta iba en aumento—. Y... creo que voy a firmar.

El mundo se me cayó encima.

—¿A-a España?

Blake apartó la mirada y, no supe por qué, pero algo en mí quiso abrazarlo y decirle que todo estaba bien cuando me di cuenta de que se sentía súper culpable.

—Lo siento, Johnson—murmuró—. No... no sé ni qué decir.

Creo que todavía no era consciente de lo que estaba pasando cuando Blake se pasó los dedos por el pelo. Le lloraban los ojos, pero no iba a soltar ni una sola lágrima.

Volví a acercarme a él y, antes de ser consciente de lo que hacía, lo cogí de las mejillas. No me gustaba ver a Blake triste. Él no quiso mirarme hasta que se calmó un poco. Ya no tenía cara de querer echarse a llorar, pero sí las mejillas rojas y la respiración ligeramente agitada.

—Es solo que-que...—empezó.

Blake se detuvo y cerró los ojos, intentando calmarse. No sabía cómo consolarlo y eso era algo que me mataba. Opté por darle su espacio y no agobiarlo. Le solté las mejillas y Blake abrió los ojos al instante.

Antes de poder darme cuenta, tenía sus labios apretados contra los míos y sus manos acunándome la cara. No fue un beso normal, fue uno de despedida. Si hubiera durado un segundo más, me habría echado a llorar.

Blake apoyó su frente en la mía. Yo aún seguía perpleja por el beso cuando él soltó un suspiro. Al menos eso había servido para que se aclarara. Cogió aire y supe que aquí terminaba nuestra historia.

Lo siento—volvió a respirar hondo, y separó nuestras frentes, pero no apartó los pulgares de mis mejillas—. Es mi sueño desde que era un niño. Y me han dado una segunda oportunidad.

—Pu-pues ve-vete—medio lloriqueé, pero con la sinceridad en cada palabra—. Cu-cumple tu sueño. Yo estaré con la cara pi-pintada a-animándote des-desde donde e-esté.

Blake esbozó una de esas pequeñas sonrisas que siempre conseguían que viera el lado bueno de las cosas. Aunque hoy no le funcionó muy bien, porque quería que se quedara conmigo.

Solo ocho letrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora