CAPÍTULO 10

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Maniobras suicidas – Leiva

Tú volverás a salvarme la vida, a hacerme valiente, a concederme un último vals.

Harper borracha y su ex entrando al salón.

Se masca la tragedia.

—Hola, chicos—saludó Mitchell, animada—. Vaya, veo caras nue...

La chica se calló en cuanto se dio de bruces con la sonrisa burlona de Harper. La repasó treinta veces con los ojos, como si así fuera a desaparecer. No sé si fue cosa mía, pero creo que la vergüenza la hizo ruborizarse un poco.

Mitchell no era una chica guapa, pero sí súper atractiva. Tenía una cara muy genérica: ojos marrones, mandíbula suave y labios perfectamente pintados de rojo. Llevaba el pelo recogido en una elegante coleta alta y vestía muy al estilo motera de Grease.

—Hola—saludó Harper, con un tono demasiado socarrón—. No todas somos caras nuevas. Mitchell.

La forma en la pronunció su nombre hizo que el salón entero intercambiáramos una mirada de incomodidad.

—Eh... —intervino Cam—. ¿Os conocéis?

—Bastante—respondió Harper, sin apartar los ojos de ella

Mitchell tragó saliva, incómoda.

—Salimos durante una temporada—aclaró mientras se quitaba la chaqueta—. ¿Dejo las cosas en tu dormitorio, Riley?

Riley paró de escudriñar a Harper y se levantó del sofá, aún con la mirada llena de curiosidad. Iba a hacerle un interrogatorio intensivo en la habitación y lo supimos todos.

—Claro—sonrió de nuevo—. Te acompaño.

Harper las siguió a las dos con la mirada hasta que salieron del salón. Soltó una risa corta y bebió más alcohol, negando con la cabeza.

—Son novias ¿No? —afirmó directamente.

Cam y Seth intercambiaron una mirada de extrañeza. La pregunta estuvo bastante fuera de lugar.

—Llevan mucho—respondió Seth, lacónico.

—¿Cuánto es mucho? —insistió, fingiendo que no le importaba—. ¿Un año y siete meses? Quizá.

Silencio incómodo.

Obviamente, los amigos de Riley sobrentendieron que Harper fue la cornuda de la relación y no respondieron a la pregunta. Ash y yo intercambiamos una mirada significativa.

—Esto... Harper, vamos al baño—Ash no le dio opción y la sacó del salón.

Me quedé con Cam y Seth. Más silencio incómodo.

Repiqueteé los dedos en el sofá.

—Qué incómodo todo ¿no? —rio Cam, intentando aliviar la tensión.

—Creo que deberíamos irnos—soné lo más amable que pude—. No sabíamos que Riley salía con... con Mitchell.

—No hace falta que os vayáis—aseguró Seth tranquilamente—. Solo controlad a vuestra amiga.

Ese tonito no me gustó nada.

—Nuestra amiga se sabe controlar—fruncí el ceño.

—Lo dudo. Ha tardado cero coma en incomodar a Mitchell.

—Bueno, a lo mejor si Mitchell hubiera sabido respetar a sus parejas, no se habría sentido incómoda.

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Solo ocho letrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora