CAPÍTULO 19

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Aquello no me gustaba en absoluto, y creía que mi forma de ver la situación tenía mucha lógica. En esos momentos no podía permitirme viajar entre mundos imaginarios, como lo hacía habitualmente. Aquello no era un juego, era EL JUEGO, con mayúsculas, y una vez que se terminara no habría vuelta atrás. No habría ninguna opción para volver a empezar. Era consciente de que las circunstancias tampoco eran las más realistas posibles, es decir, en qué mundo los poderes son algo existente. Aunque lo que estuviera pasando fuera algo tan ficticio, no podía dejar que mi mente divagara en ideas fantásticas, que hubiera ocurrido un milagro no significaba que los demás también debieran realizarse.
Por ejemplo, la creencia de Sam que se basaba en que aquellos chicos tenían buenas intenciones, o incluso que podíamos llegar a confiar en ellos.

—¿En qué tenemos que ayudarlos?—pregunté impaciente a Sam que había evadido responderme varias veces. Ella se mordía las uñas con nerviosismo y no me sostenía la mirada. Aquello me dio una pista.

—Mejor que te lo cuenten ellos—añadió señalando con el dedo al grupo de adolescentes que acababan de aparecer dentro de nuestro campo de visión. Un escalofrío recorrió mi ser, temía lo que aquellos chicos pudieran pedirnos. No creía que fueran considerados teniendo en cuenta nuestros únicos y desastrosos encuentros.

Ante la llamada de Sam ellos se dieron por aludidos, caminaron en nuestra dirección y poco a poco formamos una especie de círculo en el que todos podíamos vernos a todos.

—Hola—me saludo la única chica, esta dirigía una horrible cara de odio hacia mí. Me fijé más en ella y me di cuenta de que tenía unas cuantas enredaderas alrededor de varias zonas de su cuerpo; el codo derecho y la muñeca del lado contrario, más algunos moratones en su moflete izquierdo ¿Eso se lo había hecho yo?

Pude identificar al pelinegro que tenía ella al lado, aparentaba no estar sintiendo ninguna emoción. Pareció darse cuenta de que lo miraba y se detuvo a observarme de una forma que no pude identificar. Aparté rápidamente mis ojos dándome cuenta de que él ni se molestaba en hacerlo.

—Hola—me dijo en tono coqueto el chico de pelo rojo—, ya que ahora estaremos juntos, me presento. Soy Felix, Felix Harrison—dijo tendiéndome la mano. Sus uñas estaban sucias de algo que parecía tierra y su cara cubierta de pecas se mezclaba con manchas que eran totalmente externas a su piel. Observé mis manos. Estaban igual de asquerosas que las del pelirrojo.

Por un momento quedé petrificada. De qué iba esto, ¿y por qué parecía un grupo de terapia? Quizás querían transmitir confianza. La idea de estar con ellos no me agradaba en absoluto. Sin embargo, podía fingir que confiaba en ellos, entonces pensarían que era manipulable y de esa forma yo llevaría la ventaja, aunque tampoco debía pasarme, sino podrían descubrir que era una tapadera. Seguro que me habían oído discutir con Sam.
No alargué el brazo para estrechar su mano, simplemente lo observé con cautela. Él me miró sonriente sin importarle.

—Esta es Allison—dijo señalando a la chica—. Él es Jacob, y él es Michael—movió su dedo mostrando al chico alto y rubio, por su apariencia debía tener unos pocos años más que todos los demás, quizá unos veinte—Aunque le llamamos Dino.

Se hizo un silencio incómodo y me di cuenta de que esperaban a que yo me presentase.

—Me llamo Maxine—añadí con voz clara para reafirmar mi seguridad.

—Pero podéis llamarla Max—me dio un codazo y yo solté una mala palabra en bajo, se disculpó con los ojos y siguió hablando—. Yo soy Sam—pestañeó excesivamente en dirección al más mayor, tanto que me pareció ridículo, si continuaba haciéndolo estaba segura de que acabaría por salir volando.

—Encantado, Max—dijo Felix (el chico pelirrojo) haciendo caso omiso al tic que tenía Sam en el ojo.

—Gracias—respondí reservada. Sabía lo que estaban pensando. Ellos me habían visto sentirme poderosa, cuando mi pelo flotaba en el aire y mis pies no tocaban el suelo. Estaba convencida de que percibían que sin mis habilidades incontrolables no era nada más que una chica inútil.

—Bueno vayamos al grano.—añadió con brusquedad Allison. Hice un gran esfuerzo para no poner mala cara al escuchar su voz—. Necesitamos vuestra ayuda para colarnos en el laboratorio y conseguir información.

—¿Qué laboratorio?—pregunté confusa. Necesitaba que comenzaran por el principio para poder comprenderlo. No obstante, con solo oír esas palabras bastaba para entender que no me iba a agradar el plan.

—A nosotros y a más niños nos llevaron a un laboratorio. Mientras estábamos ahí experimentaron con nosotros—aclaró Felix a la velocidad de un rayo.

—Ellos decían que era por nuestro bien y por el de la humanidad, decían que si eran capaces de desarrollar una especie humana mejorada todo sería distinto, todo cambiaría a mejor—dijo Dino—. Nunca nos llegaron a decir nada más, eso es una de las pocas cosas que sabemos.

—Otras de las pocas cosas, es que fuera lo que fuese lo que nos hicieron en aquellos laboratorios hizo que desarrolláramos poderes—comunicó Felix con un tono de voz relajado—. Hace unos días nos quisieron trasladar del laboratorio, no sabemos adónde nos querían llevar pero no creo que fuese a un parque de atracciones, esos días los doctores parecían más raros de lo normal, cosa que es mucho.—tragó saliva y prosiguió—Jacob, Allison, Dino y yo logramos escapar, pero todavía quedan muchos niños allí, o quizás ya no estén allí y los hayan trasladado como querían hacer con nosotros.

—¿En qué os serviríamos nosotras?—no tenía ni idea de qué se proponían, pero estaba segura de que no necesitaba meterme en más problemas. De todas formas, ahora lograba entender al completo por qué los buscaban los soldados.

—Tú también tienes poderes—Jacob se dirigió hacia mí como si no tuviese ninguna duda—, tú puedes ayudarnos.

—En mi opinión no os ayudaríamos, al revés, os pondríamos en peligro. Nos persigue más gente de la que os creéis.—pensé en inventar cualquier otra excusa, sin embargo me pareció bueno meterles miedo. Justo después de unos segundos me maldije a mí misma, quizás nos utilizaran como cebo o nos entregaran a cambio de beneficios. Que te buscara mucha gente significaba ser valioso.

—¿Soldados?—Preguntó Allison.

—No, otras personas—dijo Sam en tono burlón, se notaba en el ambiente que Allison no le caía muy bien, y era comprensible. Aunque si lo pensabas bien no eran personas tan distintas, Sam siempre quería ser el centro de atención al igual que Allison, y esa era la razón por la que ambas competían en silencio por ver cuál de ellas era mejor.

—Y la parte mala es que no sabemos quiénes son—comentó ella con un suspiro. La fulminé con la mirada, ahora sabían que estábamos perdidas, sin saber adónde ir ni qué hacer.

—¿Y cómo escapáis de alguien que no sabéis quién es?—por mucho que me costara admitirlo Dino tenía razón, no podíamos escapar de algo que no sabíamos lo que era.

—No lo sé—estaba demasiado cansada como para imaginarme una respuesta falsa para esa pregunta.

—¿Vienes de algún laboratorio?—preguntó Felix. De pronto, ahora todos parecían estar súper interesados en la conversación. Y en mí. Se me hizo un nudo en la garganta al ver que todos me observaban esperando una contestación.

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Los peligros de confiar #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora