Llevábamos caminando por el bosque unos veinte minutos y todavía no habíamos dicho ni una palabra. Las suelas de nuestros zapatos seguían posándose sobre el verde pasto del bosque y provocando el sonido de crujido entre las hojas secas.
Mi mente se mantenía en funcionamiento constante. De verdad que pronto explotaría. Era imposible no sentirme vacía, porque al parecer ni yo misma me conocía. Todo lo que sabía hacer, todo lo que acababa de hacer era inhumano ¿Cómo era eso posible? ¿Es que existía la magia? No pude evitar martirizarme con todas esas preguntas, y por mucho que lo hiciera seguía sin encontrar una respuesta.
¿Quién era yo?
Recordé un texto que había escrito hace unos meses."¿Quién soy?"
¿Soy ciencia? ¿Soy magia? Quizás ambas.
¿Soy polvo de estrellas? Sin embargo, no comprendo por qué las conozco más a ellas que a mí misma.Me gustaría entender por qué soy distinta a la mayoría de la gente de mi edad. La respuesta que siempre me dan no es suficiente. Me pregunto si siendo como ellos podría ser más feliz, me pregunto si yo soy el problema.
No tengo muchos amigos, nadie me resulta interesante. Soy solitaria y sensible, soñadora y tímida. Pese a que también puedo ser cariñosa, fría, lógica y un tanto charlatana. Quizás haya nacido en la época equivocada, quizás haya crecido demasiado rápido.
La música me hace sentir viva, leer, escribir y ver series es lo que llena mi interior. Temo el día que llegue y eso no sea suficiente. Temo el día que llegue y no consiga a ninguna persona que sea capaz de descifrar mi forma de ser sin huir ante lo que sus ojos ven; un sujeto complicado.
Por ahora, seguiré diciendo que soy polvo de estrellas, seguiré fingiendo ser un modelo establecido que sí conozca, porque encuentro en el conocimiento la seguridad y confianza.
¿Será que todas las leyendas son ciertas? ¿Existen los monstruos? ¿Yo era uno de ellos?
Un pensamiento invadió mi mente. ¿Sería eso por lo que me querían matar? Recordaba una frase que había dicho Sam: " tenías todos los ojos negros". Mi tía. A mi tía también se le habían inundado los ojos en un oscuro y nítido color negro. Entonces quizás ella sabía lo que me pasaba, quizás ella hubiera comprendido mi situación actual y pudiera decirme qué hacer. Pero ahora su corazón ya se había detenido, al igual que mis ganas de seguir adelante.
Por si todo eso no fuera suficiente, ahora tenía a Sam a mi lado. Esta corría un peligro imaginable, esos señores desconocidos (no indefensos) habían tratado de matarnos. Y algo me decía que no eran de los que Lorena me había advertido. Ellos habían dicho que habíamos visto demasiado, que era una zona restringida, por lo que si estaba en lo cierto, eso no significaba que tenían planeado matarme, matarnos. Lo tenía claro, ellos no eran mis principales enemigos, había otros, los que a lo mejor habían cometido el homicidio de mi padre, la supuesta desaparición. Sin embargo, ese grupo vestido de astronauta y con armas extrañas buscaba a alguien, en plural.
Todas esas cuestiones revoloteaban en mi cabeza como pajaritos insoportables que no se callaban, pero es que aparte de eso, mi mejor amiga no era capaz de mirarme ni a los ojos. Ella me tenía miedo; pavor.
—Sam—dije llamando su atención. Ella había confesado temerme. Yo también, pero no tenía la culpa. Me pareció un poco egoísta por su parte, la había salvado, nos había liberado de nuestra propia muerte. Sin embargo, entendía su conmoción, porque era igual a la mía—, por favor escúchame.
Siguió andando sin detenerse.
—Por favor—le rogué.
Esta vez pude ver cómo sus pies quedaban estancados en la tierra, tal y como hubiera ocurrido si se encontrase encima de arenas movedizas.
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Los peligros de confiar #1
FantasyElla poseía un poder prohibido. Él poseía una conciencia inquieta. Ella no se permitía parecer débil. Él no se permitía querer a nadie. Ella escapaba de los asesinos de su padre. Él escapaba de su pasado. Ella solo tenía que odiarle por lo que hi...