Los ojos de aquel chico estaban hinchados, su esclerótica se había teñido de un color rojizo por las esquinas. A pesar de haber recibido la noticia hace más de un día, el muchacho de pelo oscuro lloraba sin cesar. Se sentía roto por dentro, él la había matado, había sido sin querer, él pensó que no lo harían. Desde luego que no se imaginó que llegaran a ser tan crueles como para asesinar a su hermana. Necesitaba hacerles caso por el bien de su familia restante, si no lo hacía los eliminarían a ellos también, y el pelinegro quedaría con la culpa de por vida.
Un pequeño estruendo produjo que el chico dirigiese toda su atención al nuevo invitado vestido con una ropa más bien informal. Siempre se lo había preguntado, ese varón no tendría muchos años más que él, había llegado a su puesto de poder muy joven, la mayoría de sus empleados le doblaban la edad. No obstante, eso no impedía que fuese un bárbaro despiadado. Ni siquiera debía tener conciencia. Su corazón comenzó a aumentar el ritmo cardíaco, la rabia corría por sus venas. La sien le palpitaba con ferocidad. Necesitaba hacer daño a ese malnacido.
—Mi querido amigo Jacob—se acercó a la posición del más pequeño y observó cómo unas pocas lágrimas todavía surcaban su rostro. Jacob no solía llorar, cuando lo habían llevado allí por primera vez no había ni sollozado. Él era alguien fuerte emocionalmente, tenía una coraza que le protegía del dolor, o al menos eso creía. Desde luego el fallecimiento de su hermana había derrotado todos sus muros, los había tirado abajo como nada—, tengo una misión para ti.
Esas palabras llamaron el interés del menor. Se cuestionaba qué tipo de tarea debía realizar. No podía evitar temer la respuesta de aquella pregunta, sobre todo viniendo de un tipo maquiavélico como él.
—¿Qué tipo de misión?—su tono era ronco. Sabía que era imposible cobrar su venganza, pero no podía eludir el hecho de que se reflejara la impotencia e ira en su voz.
Los ojos del jefe se iluminaron, parecía encandilado con esa interrogación. Un escalofrío recorrió el cuerpo del chico, eso no era una buena señal.
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Los peligros de confiar #1
FantasyElla poseía un poder prohibido. Él poseía una conciencia inquieta. Ella no se permitía parecer débil. Él no se permitía querer a nadie. Ella escapaba de los asesinos de su padre. Él escapaba de su pasado. Ella solo tenía que odiarle por lo que hi...