Capítulo 1

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Un joven envuelto en un aire ligeramente húmedo empujó la puerta, y la fría y mecánica voz femenina del sensor de bienvenida sonó junto con la lluvia: "Bienvenido"

—Hola. —La chica que estaba detrás del mostrador dejó su teléfono al oírlo y levantó la vista, algo aturdida.

El hombre que entró tenía el cabello ligeramente húmedo, con un flequillo algo largo y una fina capa de sudor frío -quizá gotas de lluvia- que cubría densamente su frente; sólo por la expresión de su rostro, ella adivinó que podría ser lo primero.

Sus mejillas estaban enrojecidas con un rubor antinatural pero sus labios estaban tan pálidos como un papel, en su torpe caminar casi tropezó y se abalanzó sobre el mostrador.

La chica se sobresaltó: —¿Qué medicina necesitas?

El hombre respiraba débilmente: —Hola, me puede dar un supresor de omega, por favor.

—... ¿Qué? —No lo escuchó, o más bien, no lo entendió.

Las huesudas manos del hombre apoyadas en la vitrina estaban blancas por el esfuerzo, y sus ojos marrones claros parecían flotar en una espesa niebla. Pero con la mirada un poco perdida, repitió con voz ronca: —Inhibidor omega.

—... ¿Omega? —La chica se quedó paralizada por un momento.

El hombre frunció ceño y habló con un poco de urgencia: —Un supresor o una inyección servirá, ¿hay alguno?

—No. —La chica, obviamente, entendió algo mal y explicó: —El mercado nacional ahora está más estrictamente regulado, así que no se permite la venta de medicamentos importados.

—¿Tampoco hay...? —El hombre estaba aturdido, con la miraba baja mientras murmuraba para sí mismo.

Sus gruesas y largas pestañas se agitaron ligeramente, su ceño se arrugó cada vez más, y sus labios se fruncieron lentamente en una curva sin vida. Era como si intentara retener algo.

Probablemente porque parecía tan angustiado, hasta la chica que estaba detrás del mostrador se asustó y se levantó a toda prisa: —¿Qué te pasa? ¿Para qué sirve este "Omega"? Puedo recomendarle el mismo tipo de medicamento si lo necesita...

El hombre salió entonces de su breve desorientación, sacudió la cabeza, susurró que no era necesario y se dió la vuelta con la intención de marcharse.

"Bienvenido"

La puerta fue empujada de nuevo desde el exterior.

El nuevo cliente dejo el paraguas que llevaba en un lugar cerca de la entrada, se dió la vuelta y se fijó en el joven que caminaba hacia la puerta con la mirada baja. Luego giró la cabeza para mirar la puerta de cristal a su lado, se detuvo y, cuando el joven se acercó, el hombre se movió ligeramente delante de él.

El joven no estaba prestando atención, por lo que caminó directamente a los brazos del otro sin darse cuenta y su cuerpo se balanceó un poco. El hombre frente a él levantó su mano para detener su inminente caída, su fuerte brazo medio rodeó su cintura y con voz baja en su oído, dijo: —Ten cuidado.

El hombre era alto, y su abrigo negro planchado estaba teñido con una frialdad sombría. La frente caliente del joven chocó contra su clavícula, el cuerpo que lo sostenía estaba húmedo por el ligero frío de la lluvia nocturna, y un aroma amaderado muy tenue se fue introduciendo en sus fosas nasales.

¿Alfa...?

El joven se sujetó al brazo del hombre, y luchó por quedarse quieto.

La palma de la educada mano del hombre en su espalda parecía estar caliente, enviando un flujo constante de calor que le provocaba escalofríos, y casi instantáneamente su caótico cerebro tuvo una idea no muy pretenciosa: ‘Intenta confiar en la minúscula cantidad de feromonas del extraño hombre que tienes delante para aliviar el estado actual.’

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