|CAPÍTULO 25|

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-Pero te pediré algo...

-Dilo.

-Me dejaras hablar y no me interrumpirás hasta que termine de contarte todo.

-En primer lugar ¿De qué hablaremos? y en segundo ¿Qué te hace creer que me dirás que hacer y qué no?

-Podrías dejar de estar a la defensiva -pide respirando profundamente.

-No estoy a la defensiva.

-Emma, mira, lo que te voy a contar es algo extremadamente delicado, es sobre tus padres... exactamente sobre tu padre.

Ay no.

- ¿Qu-qué?

-Emma yo nunca quise terminar contigo, nunca fue un juego.

Me quedo helado tras lo que dice. No le puedo creer, no le quiero creer.

-No te estoy entendiendo.

-Creo qu-que será mejor que lleguemos a un lugar en el que podamos hablar más tranquilos.

-Aidan...

-Déjame conducir hasta mi casa y hablamos ahí -pide, casi suplica así que solo asiento.

Aidan conduce en silencio, mientras que en intervalos de tiempo gira su mirada hacia mí, estoy tensa y jodidamente asustada. ¿Qué tiene que ver mi padre? no entiendo nada y lo único que logra eso es que mi pecho se comprima en un sentimiento de miedo por lo que pueda escuchar.

Al llegar a la calle donde vivimos, estaciona el auto en frente de su casa mientras me invita a entrar.

-Venga subamos -pide y yo lo sigo sin pronunciar ni una sola palabra.

Cuando noto que el camino nos dirige a su habitación me detengo instintivamente.

- ¿Qué pasa? -pregunta mirándome.

-Es mejor que vayamos a la terraza -digo con toda la seguridad que puedo tener en este momento cuando recuerdos que no quiero que vuelvan golpean mi mente.

Estúpida, estúpida.

Yo misma me regaño al notar que todos los recuerdos de lo que pasamos se asoman en mi conciencia haciéndome más difícil verlo a los ojos.

-Pero...

-Vayamos a la terraza, por favor -Aidan termina asintiendo y cambiando el rumbo de nuestro camino.

Ahora considero que fue una mala idea venir a la terraza. Recuerdos de la cena cuando mis padres estuvieron aquí, recuerdos de cuando lo de nosotros se acabó y me sentí tan tonta por haber confiado en él se repiten constantemente en mi cabeza mientras un zumbido se instala en mis oídos haciendo que mi vista se vuelva nublosa y lo único que pueda escuchar es el sonido de mis latidos acelerados, como si fueran lo más fuerte que se está escuchando en el momento.

Siento mis piernas debilitarse y al instante unos fuertes brazos sosteniéndome por detrás, obviamente sé que es Aidan así que me separo como puedo de su toque para así limpiar mis ojos y evitar que las lágrimas acumuladas en estos caigan.

-Joder Emma... -trata de acercarse y lo detengo con un brazo.

-No te acerques más -pido en un susurro.

-Joder, déjame ayudarte.

-No gracias. Creo que no fue buena idea que venga, me tengo que ir -trato de avanzar a pasos acelerados y pasar por su lado, pero me detiene por el brazo de manera suave, tanto que me sorprendo por la delicadeza que utiliza a pesar de que puede estar muy alterado.

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