VI

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*JULIANA POV*

Abrí mis ojos para darme cuenta que seguía en el hospital. El sol iluminaba la habitación con su tenue color y el leve sonido de una radio encendida a muy bajo volumen llegó a mis oídos. “Somewhere only we know” de Keane sonaba por lo bajo y miré al aparato junto a la ventana con una sonrisa, ya que es una de mis canciones favoritas de las pocas que conozco de Keane.

Era algo realmente maravilloso cómo un momento puede volverse un recuerdo el cual consideras de los mejores. Sentir el primer movimiento del bebé junto a Valentina fue increíble. Nos quedamos largo rato tratando de sentirlo. Miré a mi costado y ahí estaba Valentina.

Su cabeza colgaba en el aire mientras su cuello estaba apoyado en el posa brazo. Sus piernas estaban flexionadas a un lado y parecía que iba a caerse en cualquier momento. Tuve que morder mi labio ya que se veía realmente extraña en esa posición. Lo cual me fue muy difícil porque dejé salir una risa que la hizo parpadear y movió la cabeza para observar hacia mí pero cuando hizo el movimiento pareció sentir la contractura por la posición porque comenzó a quejarse.

—Ay... Mi cuello... —Dijo y apoyó su brazo en el sillón para sentarse y abrió los ojos enormes—. Mi espalda...

—No me extraña que te duela todo luego de ver la posición en la que dormías. —Le dije y se quejó riéndose.

—Muy graciosa...

—Graciosa te veías tú durmiendo. —Dije y suspiré—. ¿Estás bien?

Asintió y se puso de pie para estirar sus músculos hasta quedar bien cerca de mí.

—¿Cómo te sientes? —Me preguntó.

—Mucho mejor. Ahora me siento tranquila.

Asintió y con un gesto de su rostro me pidió permiso para palmar mi vientre y le asentí. Dejó el vientre a la vista y juntó los dedos de ambas manos para que quedaran uno pegados al otro para luego poner una mano sobre la otra. Pareció hacer presión hasta donde estaba el bebé y sus manos estaban un poco frías por lo que me quejé sin quererlo.

—Lo siento, mis manos deben estar un poco frías. —Me dijo y me reí.

—No importa. ¿Está todo bien?

Asintió y cubrió nuevamente para luego sentarse en el borde de la cama y mirarme suspirando.

—¿Quieres explicarme qué sucedió sin enloquecer tus nervios?

Respiré hondo y solté el aire despacio.

—Estaba trabajando, como todos los días. —Comencé a decirle mientras ella asentía—. Cuando llegó la madre de uno de mis alumnos. Y yo no tenía idea de lo que quería, solamente la escuché comenzar a cuestionar si era cierto que estaba embarazada.

—¿Fue a cuestionar eso? —Preguntó sorprendida.

—Sí, dijo que estar embarazada sin un marido y de "esa clínica del demonio" era casi un pecado. —Le conté haciendo el gesto de comillas con mis dedos—. Me puso nerviosa que me hablara de esa manera y juzgara mi vida privada como si fuera suya.

INSEMINACIÓN ARTIFICIAL - JULIANTINA ADAPTACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora