VIII

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*VALENTINA POV*

Nos habíamos quedado dormidas mirando la película. Me había sentido demasiado bien en sus brazos y es una experiencia que jamás creí vivir. Estar así en los brazos de alguien, sabiendo que esa persona va a tener un hijo conmigo. No sé, la sola idea de pensar en que Juls y yo seremos madres y que ese bebé tendrá cualidades de las dos es algo simplemente maravilloso.


Me desperté ya tarde, dándome cuenta que hacía mucho tiempo que la película había terminado y Juls seguía en mis brazos

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Me desperté ya tarde, dándome cuenta que hacía mucho tiempo que la película había terminado y Juls seguía en mis brazos. Sabía que por su comodidad no podía seguir durmiendo en el sillón así que estiré mi brazo para tomar el control junto a ella y apagué el televisor. La habitación quedó en silencio y creo que eso la hizo despertar porque se quejó.

—¿Qué pasa? —Dijo en un susurro.

—Shhh... tranquila. Solo sígueme, vamos a que duermas en la cama para que estés más cómoda.

—Bueno... —Dijo y la ayudé a levantarse.

Caminamos lentamente hasta su habitación. Me pareció adorable lo cansada que se veía y cómo fue abrazada a mí todo el camino por las escaleras. Cuando llegamos a su habitación lo único que pude hacer fue ayudarla a sacarse los zapatos, pues ya tenía ropa deportiva y se lanzó sobre la cama para dormir así. Me quedé mirándola un momento e iba a irme cuando sentí una mano en mi muñeca.

—No, no te vayas. —Me dijo y la miré sonriendo—. No quiero quedarme sola esta noche. Quédate conmigo por favor.

Asentí y me quité los zapatos. Ella se acomodó para darme un lugar y aproveché para ponerme algo más cómodo para dormir. Tras ponerme un pijama, apagué la luz y me acerqué para meterme en la cama con ella. Me sentí demasiado extraña ya que las únicas veces que he estado en cama con una chica, lo que menos he hecho es dormir. Me acomodaba cada tanto ya que no sabía qué hacer.

—¿Por qué te acomodas tanto? —Me preguntó quejándose.

—No acostumbro dormir acompañada. —Le confesé—. Las veces que he compartido cama con alguien es para hacer otras cosas.

Se hizo un silencio y pude detectar una risa silenciosa.

—¿Estás proponiendo hacer otras cosas?

—¡¿Qué?! ¡No, no! —Dije nerviosa y ella comenzó a reír—. Tú pasaste demasiado tiempo con Lucía hoy.

Se rio y se acercó a mí.

—Ven, pon la mano en mi vientre. Está moviéndose.

Me pegué a su cuerpo y puse mi mano en el vientre, sintiendo como si una corriente de aire pasara justo debajo de mi mano, cuestión que me hizo sonreír.

—¿Puedo decirte algo? —Dijo luego de un silencio donde solo se escuchaba el sonido de la calle.

—Claro, pregunta lo que quieras.

Aún con mi mano en su vientre, giró su cabeza. En medio de la oscuridad solo podía ver la silueta por el poco reflejo que venía de la ventana.

—¿Por qué alguien tan hermosa como tú no tiene pareja?

Me reí y tomé aire. Esto era algo que me costaba decir, pero supongo que era justo que se lo dijera a ella. Me decidí a darle un voto de confianza.

—Como te puedes imaginar ante mi comentario de hace un rato, no me es raro estar en una cama con alguien ya que bueno… me he divertido bastante. Sólo que… —Dije y me detuve un momento antes de continuar—. Por mucho que lo intenté, no logré desarrollar sentimientos por las chicas con las que salí.

—¿Solo saliste con chicas? ¿Y chicos?

—Bueno, he salido con chicos. Con ellos es más fácil ya que solo quieren sexo y no están interesados en algo sentimental, pero cuando intenté algo serio… no funcionó.

—¿Es por eso que congelaste tus óvulos? —Preguntó.

Tragué saliva y creo que me ayudó estar a oscuras para poder hablar con más facilidad.

—Lo analicé detalladamente. Si no podía enamorarme… ¿Cómo podría ser madre?

—Eso no tiene nada qué ver, no es lo mismo el amor de madre al amor a una persona de forma romántica.

Nos quedamos en silencio y me pregunté por qué estaba sola.

—¿Y tú? —Pregunté finalmente, luego de varios minutos de silencio—. ¿Por qué decidiste hacer esto sola?

Suspiró y sentí que se giraba para estar frente a frente, lo cual hizo que mi corazón latiera a mil.

—Tuve una mala experiencia en el amor.

—¿Qué te sucedió? —Le pregunté y luego me di cuenta que fui demasiado directa—. Digo, si quieres contarme.

—Conocí a este hombre, muy apuesto, en una conferencia de profesores en Vancouver. Él era profesor de matemáticas.

Comenzó a relatar y podía sentir su voz quebrada. Por lo que antes de que se pusiera mal decidí estirar mi mano y tomar la suya. Entrelacé mis dedos en los suyos y sentí su leve risa.

—La conferencia duró varios días por lo que nos veíamos diario y comenzamos a charlar. Le dije que vivía en Toronto y él vivía en Ontario. Iba a verme todos los fines de semana y comenzamos a salir. Un día dejó de venir, dejó de escribirme y me preocupé.

—No me digas… se consiguió otra. —Le dije y se rio.

—Peor… Renata, mi compañera de trabajo, lo conocía y estaba en Ontario visitando a su familia. Se lo encontró y descubrió que era casado y su esposa estaba embarazada.

¡Cielos! ¡Pobre Juls! Me imaginé la horrible situación que eso debió ser para ella.

—Dios… lo siento tanto, Juls.

—No te preocupes. Pasó hace mucho. —Dijo y soltó una risa silenciosa—. Sólo que bueno, me había imaginado casada con él, formando una familia. Y siempre quise ser madre. Así que un día fui a la clínica y congelé mis óvulos. Y me pasé el año preparándome económicamente, emocionalmente y en salud para ser madre.

Sus dedos seguían entrelazados en los míos y por un momento me sentí afortunada de estar a su lado.

—Es extraño… —Comenzó a decir—. Creí que estaría sola en este proceso… y te conocí.

—Te lo prometo, Juls. —Le dije—. No te dejaré sola.

Y tras esas palabras, se acercó a mí para dormirse en mis brazos. Fue la primera vez que dormí tan cómoda en muchísimo tiempo. Me despertó la luz en mi rostro y estuve varios minutos tratando de huir de la claridad. Busqué sentir cada parte de mi cuerpo para saber en qué posición estaba dormida y estaba de costado pero mi cabeza estaba apoyada en lo que a mi parecer, era un brazo. Abrí los ojos lento y me di cuenta que Juls me tenía abrazada, estaba apoyada contra ella y mi brazo izquierdo le envolvía el vientre. Sus brazos estaban a mi alrededor como si quisieran protegerme. Miré hacia arriba y estaba dormida. Se veía demasiado linda dormida, muy tierna. Sonreí mirándola y me permití acurrucarme en sus brazos.

—¿Estás cómoda? —Me preguntó, sorprendiéndome.

—Creí que estabas dormida.

A pesar de que había descubierto que estaba despierta, no me alejé de sus brazos. Dejó escapar una risita y me abrazó.

—¿Te pongo incómoda? —Le pregunté y negó contra mi cabeza.

—No, no me incomoda. Puedes quedarte así el tiempo que necesites.

Por alguna extraña razón, me sentía de muy buen humor. Nunca me había sentido tan cómoda y contenta. Me alejé de sus brazos y la miré sonriente.

INSEMINACIÓN ARTIFICIAL - JULIANTINA ADAPTACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora