XX

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*VALENTINA POV*

Luego de que le dije a Juls que quería casarme con ella, las cosas se volvieron tensas entre nosotras. Ha estado pensativa y un poco distraída. No sé si es que la pregunta fue demasiado o es que no quiere. Sé que debería hablar con ella al respecto pero es que me costó preguntarle, mucho más hablar del asunto. La verdad es que no me esperaba esta reacción. No me imaginé que reaccionaría así, la verdad que no. La semana que viene comienza la construcción y Juls se quedará conmigo mientras hacen la reparación así que pasaría el fin de semana con su hermana y su mejor amiga, Renata.

Estaba sentada en mi cama, con varias almohadas en mi espalda y con la computadora sobre mis piernas haciendo trabajo. O al menos intentando. Estaba escribiendo informes de las inseminaciones que había realizado últimamente y buscando cualquier excusa para dejar de trabajar pero no llegaba de ninguna parte. Tenía mi mente en Juls, no podía quitarme eso de la cabeza y preguntarme por qué está tan distante.

El sonido de notificación en mi computadora se hizo presente y sonreí al ver que era un mensaje de mi madre: "Hija, ¿cómo estás? ¿Estás disponible para hacer video llamada?".

Sonreí y no dudé, le hice la llamada y esperé. Esta era la excusa que necesitaba. Cuando contestó la llamada, tomó un par de segundos para que se viera nítido y sonreí al ver a Guillermo junto a su novia, Danna.

—¡Hola! —Dije con entusiasmo—. ¡Pero cómo has cambiado, madre!

Dije burlándome al darme cuenta que mamá no estaba ahí. Tanto él como ella rieron ante mi comentario.

—Hola, Val. —Dijo Danna—. ¿Cómo estás? ¿Cómo está Juls?

—¿Está? —Dijo mi hermano—. Nos gustaría conocerla.

—Oh, no está hoy. —Les dije sonriendo con pena—. Está pasando el fin de semana con su hermana porque la semana que viene se viene a vivir conmigo.

—¡Wow! ¿Van a vivir juntas? —Preguntó Danna y asentí.

Mi hermano asintió con una media sonrisa y asintió, mostrando su sonrisa.

—Es un gran paso, Val. ¿Cómo va mi sobrina?

—Va creciendo perfecta. —Le conté—. Dentro de pocas semanas hará 7 meses de embarazo.

—Estoy muy feliz por ti, de verdad. —Me dijo él y sonreí.

—Gracias... —Dije y suspiré—. ¡De haber sabido que iban a llamarme le hubiera dicho a Juls que se quedara hoy!

—Lo sentimos. —Dijo Danna y miró a Guillermo.

Algo en sus miradas me hizo saber que estaban ocultando algo.

—¿Qué ocultan? —Les dije y ambos sonrieron.

Danna se avergonzó, ocultando su rostro detrás del hombro de Guillermo y este miró a la cámara, aclarando su garganta.

—Pocas personas saben esto, pero queremos que tú lo sepas. —Dijo y fruncí el ceño—. Danna... está embarazada.

En tanto dijo eso, sonreí enorme. Mi sonrisa ocupó todo mi rostro y me acomodé en la cama.

—¡¿En serio?! —Dije feliz—. ¡¡¿Voy a ser tía? !!

Los dos se rieron y Danna asintió.

—Oh, me hacen tan feliz. ¡Felicidades!

—Gracias... —Dijo mi hermano y luego miró a Danna—. Queremos hacer las cosas bien, así que antes de anunciar el embarazo... Queremos casarnos.

Me quedé de boca abierta cuando Danna mostró el anillo en su dedo.

—¡¡No puede ser!!

Dije tapando mi boca y Guillermo se inclinó hacia delante.

—Val... Queremos que seas la madrina de bodas... Al igual que del bebé cuando nazca.

Y cuando me dijeron eso, me quedé muda. No tenía palabras, era demasiado bonito y mis ojos se llenaron de lágrimas. No pude darles una respuesta con mi boca, solo asentí feliz y me limpié las lágrimas que comenzaron a caer por mi rostro. Me dejaron llorar un momento y los miré limpiando mis ojos.

—¿Cuándo es la boda? —Pregunté y Guillermo se rio de mí.

—En dos meses, llorona. —Me dijo y me tenté por su burla—. Para cuando nos casemos se notará el vientre de Danna así que vamos a anunciar las dos cosas. Nos gustaría que trajeras a Juls. ¿Es posible?

—Le consultaré, pero no creo que haya problema.

—Excelente...

Me quedé más de dos horas conversando con ambos, me contaron sobre la linda boda que tendrán para diciembre y en mi mente cabía la posibilidad de decirle a Juls para pasar la navidad con mis padres. Además de que ir a la boda de mi hermano quizás sea una buena distracción y le dé un motivo a Juls para decidirse a mi media propuesta. Danna no tenía el anillo de mi madre puesto, así que tenía pensado que si Juls me dice que sí, proponérselo de nuevo y con un anillo esta vez. El anillo de mi familia ha pasado de generación en generación y siempre se lo queda el mayor, pero me sorprendió que Guillermo no lo quisiera.

Estaba por terminar la llamada con mi hermano cuando quedamos los dos solos y aprovechamos a darnos unos minutos a solas.

—¿Cómo has estado, Val? —Dijo y sonreí, ya que me conoce demasiado bien—. Veo que tienes ojeras y eso te sucede cuando estas preocupada. ¿Está todo bien con Juls?

—Sí, estamos bien. No te preocupes por eso…

—Pero algo sucede… Ya escúpelo.

Me reí y suspiré. Apreté mi labio superior contra mis dientes, logrando que un sonido saliera cuando dejé escapar una bocanada de aire. Suspiré y asentí, aclarando mi garganta.

—Me conoces demasiado… —Le dije y asintió, pero esperando que continuara—. Le dije a Juls que quiero casarme con ella.

Me miró levantando las cejas de la sorpresa y sonrió.

—¿De verdad? ¡¿Y por qué no dijiste nada?! —Se quedó un segundo pensando y me miró con terror—. ¿Te dijo que no?

—No me ha contestado… —Le expliqué—. No se lo propuse en sí… solo le comenté que quizás deberíamos casarnos.

—¿Qué clase de propuesta es esa, Val? —Dijo mientras hacía un gesto con sus manos—. ¡Es un insulto a la sangre Carvajal!

—¡Es que no estaba planeando pedirle matrimonio! Simplemente… Tuve una conversación con Lucía que me dejó pensando.

—Oh… Ahora entiendo. —Dijo y suspiró— ¿Qué te dijo mi ex cuñada para que reconsideres la idea de casarte? Creí que no querías eso…

Tomé la computadora y la apoyé sobre la cama. Me acomodé para quedar de piernas cruzadas y dejé mis brazos sobre mis rodillas, jugando con mis dedos.

—Estoy enamorada de Juls… —Le solté y él me miró con atención.

—Y es genial… —Dijo y se quedó en silencio mirándome—. Te mereces ser feliz, Val.

—Lo sé… —Dije y miré la pantalla—. Voy a ser madre, Guille… Y tú sabes… Eso no estaba en mis planes, no después de todo lo que pasó y yo… Cuando vi esa ecografía… Cuando vi que el bebé era real…

Me quedé un segundo recordando ese momento y la sensación que me generó.

—Me hizo querer formar una familia con ella, Guille. Quiero poder decir que es mi mujer… Quiero … Lucirla… Mostrar que ella es la mujer con quien seré madre.

—¿Qué esperas? —Dijo y lo miré callada—. Hazlo. Pregúntale de nuevo. Es más… —Dijo y me señaló—. Espera a la boda… Tráela contigo y cuando estés aquí en Escocia… Llévala a un lugar romántico y hazle la propuesta. No usé el anillo de la familia ya que me imaginé que… Reconsiderarías ese asunto. Así que es tuyo. Habla con papá… Él lo tiene reservado para ti.

Era demasiado dulce lo que me decía y le sonreí.

—Jamás creí que llegaría el día en que te vería siendo madre. —Me dijo y sentí que me ponía roja de la vergüenza—. Creí que terminarías quedándote con Lucía.

Los dos nos quedamos en silencio y no dijo nada por lo que suspiré.

—Gracias por el consejo Guille. —Le dije.

—No agradezcas. Haz lo que te haga feliz y sigue tu corazón.

—Te quiero, hermano.

—Te quiero, hermanita. Cuídate.

Nos despedimos y cortamos la llamada. Me quedé quieta observando la pantalla de mi computadora y lentamente estiré mi brazo para bajar la tapa. Guardé la computadora y me fui a dormir. Al día siguiente, me despertó la llamada de mi jefe con una propuesta que no pude rechazar.

*JULIANA POV*

Había pasado todo el fin de semana con mi hermana y hoy vino Renata. Así que estábamos tiradas en el sillón las tres, con música en el televisor y la mesa llena de cosas deliciosas para comer junto con chocolate caliente. No dejaba de pensar en Valentina, en su casi propuesta. Técnicamente no lo fue, solo me dijo que le gustaría que demos ese paso. No me dijo cuándo pero no quita que me puso nerviosa. Me quedé mirando mis manos, pensando en cómo se vería un anillo en él. ¿Sería correcto casarnos ahora? ¿No deberíamos esperar? Sí, sé que vamos a tener una hija y la vamos a criar juntas. Pero queríamos convivir primero antes de tomar un paso así o siquiera considerarlo.

He estado evitando a Valentina estos días, porque temo me pida una respuesta e incluso, cuando me mira a los ojos, siento que debo darle una respuesta y temo abrir la boca y decir algo que la hiera. Quiero estar con ella pero no sé… Tengo miedo de que por casarnos, esto que tenemos se arruine.

—¡Tierra llamando a Juliana Valdés! —Dijo mi hermana.

Movió su mano por delante de mis ojos y eso me hizo pestañar. La miré y sonreí.

—Lo siento, estaba pensativa.

—Llevas rato así… —Dijo Renata sentándose de costado, para mirarme—. ¿Estás bien, Juls? Estamos un poco preocupadas.

¿Debería contarles? ¿Sería correcto? Quizás me podrían aconsejar.

—Sabes que puedes decirnos lo que sea. —Continuó Renata.

—Te he visto distante con Valentina. —Dijo mi hermana y la miré sorprendida—. ¿Está todo bien?

Me quedé callada y suspiré. Apoyé mis manos en mi vientre y le di leves caricias mientras me tomaba mi tiempo para buscar las palabras correctas.

—El otro día… Cuando tú y Lucía se confesaron… —Dije mirándola y me asintió sonriendo como tonta—. Valentina estaba de pie a mi lado y me dijo… Me dijo… Que deberíamos casarnos.

—¡¿Qué?! —Dijo Eva tapándose la boca para ocultar la sonrisa pero la eliminó el ver mi rostro serio—. ¿Le dijiste que no?

—No le dije nada. Me dijo que me tomara mi tiempo para pensarlo y si estaba de acuerdo… Me haría una propuesta como corresponde.

—Eso es muy dulce. —Dijo Renata—. ¿No quieres casarte, Juls? Van a vivir juntas y ser madres, es lógico que quieran algo así.

—No es eso… Es que… ¿Y si todo se arruina por casarnos? Estamos tan bien…

—Eso no tiene nada que ver. —Me dijo Eva—. Las cosas no van a arruinarse porque se casen. Las cosas se van a arruinar si tú no eres sincera con ella.

No respondí nada a mi hermana, solo miré mi vientre.

—Estoy de acuerdo con Eva. —Dijo Renata y tomó una de mis manos que estaba apoyada sobre mi vientre—. ¿Puedo darte un consejo?

Le asentí y se acomodó para luego suspirar y darle caricias a mi vientre lo que hizo mover a la bebé y sonreímos.

—Esta niña que llevas dentro… Nacerá y le presentarás un mundo en el cual crecerá y se volverá una persona con pensamientos e ideas propias. —Me miró a los ojos y sonrió con pena—. Ningún matrimonio es perfecto, Juls. Ninguna relación lo es. Siempre tendrás momentos de tensión, discusiones… Momentos difíciles. Deberías preocuparte de que no lo haya.

—Uno debe preocuparse de lo que es demasiado perfecto. —Dijo Eva y Renata le hizo un gesto asintiendo.

—Exactamente. Además… Valentina te quiere, se le nota. ¿Tú la quieres?

—La amo… —Le dije y sonrió.

—¿Entonces? ¿Qué tiene de malo querer casarte con ella?

—¿No se arruinará lo que tenemos? —Pregunté y negué.

—Al contrario. Ustedes comenzaron diferente al resto, se conocieron sabiendo que tendrán una hija y deben hacerse cargo. Ahora… —Dijo y me señaló con el dedo—. Nadie te forzó a estar en una relación con ella, eso lo hiciste porque lo sentiste. Ella igual. ¿Por qué estás dudando de casarte realmente?

Me quedé callada y suspiré, sintiendo la angustia en mi pecho formarse. Mi labio comenzó a temblar y lágrimas se formaron en mis ojos, nublándome la vista por lo que pestañé para dejarlas caer.

—¿Y si luego de que tenemos a nuestra hija ella se arrepiente de estar conmigo? —Dije y sentí a Eva suspirar—. Ella no había querido una relación antes… ¿Por qué yo?

—Porque eres maravillosa. —Dijo Eva y la miré. Estaba mirándome seria—. Porque eres dulce, divertida, amable… Eres la mejor profesora de inglés de todo Canadá.

Sonreí ante sus palabras pero sin dejar de llorar. Eva se acercó y me abrazó.

—Juls… Valentina te ama. Si algo me dijo Lucía sobre ella es que jamás dice algo que no siente, le cuesta decir lo que siente. Y si te dijo que quiere casarse contigo es porque realmente quiere hacerlo. Pero nadie va a obligarte a decir que sí. Es tú decisión, nadie la tomará por ti. Nosotras vamos a apoyarte en lo que decidas.

—Siempre te apoyaremos. —Dijo Renata, les sonreí y dejé que las dos me abrazaran—. Además… creo que estás muy hormonal.

Ninguna pudo evitar reír. Eva estiró su mano hacia un dulce y me lo entregó. Lo tomé y mordí, sintiendo que las lágrimas seguían cayendo.

—Tengo una idea… —Dijo Eva—. ¿Qué les parece si les decimos a Lucía y a Valentina que vengan y compartan con nosotras unas cosas ricas que pediremos a domicilio?

—¿Más comida? —Le reté y me asintió.

—¿Me vas a decir que no vas a comer más? —Dijo y giré los ojos por lo que rio—. Tú llama a Valentina, llamaré a Lucía. ¿Por qué no le dices a tu esposo que venga, Renata?

—Sí, dile. Y que vengan los niños también. —Le sugerí con una sonrisa y asintió.

—Está bien, pero le diré que traiga algo de camino. ¿Les parece helado?

Dijo mirando hacia mi vientre y asentí. Se acercó, limpió mis lágrimas y me guiñó un ojo mientras escuchaba a Eva irse a la cocina para hablar con Lucía seguida por Renata. Tomé el celular y marqué el número de Valentina. Esperé tres tonos y me contestó.

—Hola, cariño. Lo siento, estaba en el baño. ¿Cómo estás?

—Estamos aquí con las chicas y Eva está llamando a Lucía, Renata le dirá a su esposo y a sus hijos que vengan. ¿Estás muy ocupada para venir? Vamos a pedir comida a domicilio.

Sentí como su tono cambiaba, como sonreía y se sintió bonito escuchar eso, me hizo sonreír.

—Claro que sí. ¿Quieres que lleve algo?

—A ti… —Le respondí y se rio—. ¡Ah! Si quieres pasa por Lucía.

—Está bien, pasaré por Lu. Ya salgo para allá, espérame.

—Aquí te espero…

Me reí y cortó la llamada. Me quedé mirando el celular y Eva apareció para sentarse a mi lado.

—¿Y? ¿Vendrá?

—Sí. Y pasará por Lu. —Dije imitando su tono y se rio.

—Lucía odia su nombre coreano pero creo que es bonito.

Sonreí y me arrimé a sus brazos para que me abrazara. Quiero tanto a mi hermana que verla así de feliz es un alivio.

—Bueno, mi esposo viene en camino. —Dijo Renata—. Los niños no están en casa, están con mis suegros porque sus primos de Texas vinieron de visita. Traerá helado. ¿Cómo te fue con Valentina?

—Viene en camino. —Le dije y se sentó a mi lado.

—Hazme caso, Juls… —Me dijo dándome la mano con ternura—. Deja que tu corazón te diga qué decisión tomar. No dejes que los miedos te digan qué hacer o nunca serás feliz.

—¡Gracias! —Dije y las arrimé a mis brazos—. ¡No sé qué haría sin ustedes! ¡¡Vengan aquí!!

Las dos se acercaron y nos entretuvimos con las patadas que mi hija estaba dando. Estábamos hablándole a la panza, charlando cuando el timbre sonó. Eva se puso de pie y fue a recibir.

—Renata, llegó Mateo. —Dijo y el hombre se hizo notar.

—Buenas noches, bellas damas. —Dijo y lo primero que hizo fue darle un beso a su esposa, luego le entregó una bolsa enorme a Eva—. Aquí tienen mucho helado.

—Lo pondré en la nevera. —Dijo mi hermana tomando la bolsa.

La vimos irse y Mateo se sentó junto a Renata.

—¿Cómo vas, Juls?

—Muy bien, estoy de casi seis meses y medio.

—Y esa niña crece cada día más. —Dijo Eva regresando a mi lado y yendo directo a darle caricias a mi vientre.

—Veo que será muy consentida. —dijo notando la acción de Eva y nos reímos.

Escuché el sonido del auto y hasta Eva miró hacia la ventana.

—Creo que son ellas. Iré a ver. —Dijo y se puso de pie para ver por la ventana—. Sí, son ellas.

La vi ir a abrir la puerta y miré a mi amiga. Me sonrió, dándome tranquilidad y le devolví la sonrisa. Escuchamos los pasos y cuando nos dimos cuenta, estaban entrando. Como esperaba, Lucía apareció con cajas enormes de Macarrones y sonreí.

—¡Hola! ¡¡Traje Macarrones!! —Dijo hacia mí y estiré mi mano hacia ella.

—¡¡Quiero!! —Dije y se acercó casi corriendo a dejar las cajas sobre la mesa, sacó una de ellas y corrió a mí para abrirla y que tomara una.

—Yo sabía que los esperabas. Eva me contó que esta mañana le dijiste que querías.

—Te quiero, Eva. —Dije mordiendo el macarrón y mi hermana hizo un gesto de tirarme un beso.

Lucía se puso de pie para saludar a Renata y Mateo por lo que noté a Valentina que se quedó de pie mirándome. Le hice un gesto a mi lado y sonrió, acercándose luego de dejar su saco sobre el perchero. Dejó unas bolsas con bebidas sobre la mesa y cuando se sentó a mi lado no dudé en tomar su rostro entre mis manos y darle un beso. Fue un beso corto pero tan sentido, que en ese instante la miré enamorada y supe, que mis miedos habían sido tontos. La hice abrazarme y acomodé mi cabeza contra su hombro y cuello, sintiendo su perfume con un aroma dulce riquísimo.

—Hueles rico. —Le dije y sonrió entrelazando sus dedos con los míos.

—Tú hueles rico y estás preciosa. —Dijo y frunció el ceño—. Tienes los ojos hinchados. ¿Estuviste llorando?

Asentí avergonzada y la tranquilicé con un beso en la comisura de sus labios.

—Solo llanto emocional de embarazada, tranquila.

Me asintió y me abrazó con ternura.

—¿Cómo va tu trabajo, Valentina? —Le preguntó Renata con una sonrisa viendo cómo estaba abrazándome.

—Tedioso, esta semana tengo doble turno. —Dijo y miró de Lucía a mí—. Lucía te hará compañía algunas tardes esta semana.

—¿Y eso? —Le pregunté y me sonrió.

—En menos de dos meses me darán licencia por maternidad. —Dijo y todos sonrieron.

—¡Eso es genial! —Dijo Eva y Valentina asintió.

—Haré doble turno y luego me darán un tiempo para que pueda estar con Juls y la bebé. —Acarició el vientre y sonreí contenta mientras ella miró a Lucía—. ¿Quién te imaginas que me llamó para contarme que va a casarse?

Lucía miró frunciendo el ceño, se quedó pensativa y abrió la boca.

—¡No me digas! ¡¡¿Guillermo?!!

Valentina le asintió y Lucía saltó de felicidad mientras Valentina miró a los demás.

—Mi hermano mayor, Guillermo y su novia Danna se comprometieron y van a casarse dentro de dos meses.

—¡Qué lindo! —Dijo Eva.

—¿Por qué tan rápido? —Preguntó Lucía y Valentina sonrió.

—Porque Danna está embarazada. —Dijo y Lucía gritó—. Sí… Y quieren casarse antes de que nazca.

Algo en las palabras de Valentina tenían nostalgia. Me quedé con el corazón en la garganta, sintiéndome mal por haberla dejado a un lado estos días.

—Bueno, estoy feliz por Guille. —Dijo Lucía.

—¿Y vas a ir? —Preguntó Mateo—. Tu familia es de Escocia, ¿no? ¿La boda será allá?

—Sí, será allá. —Dijo y miré cómo sonrió con emoción—. Seré la madrina de bodas.

—¡Wow! —Expresó Eva y Valentina me miró.

—Esperaba que quisieras acompañarme. —Me dijo un tanto temerosa—. Estamos las cuatro invitadas. Tú y Eva también.

Dijo mirando hacia Lucía y esta aplaudió.

—No me lo pierdo por nada. —Dije y vi que le brillaron los ojos a mi chica—. Así podré conocer a tu familia.

Me asintió y se acercó para darme un beso. Ella y Mateo comenzaron una conversación sobre lo hermoso que era Escocia y cuando Lucía entró en conversación contando sobre Corea, sentí mi corazón latir a mil por hora porque no podía dejar de mirar a Valentina. La cual estaba notando mi constante mirada y noté cómo la puse nerviosa.

—¿Me acompañas un momento a la cocina? —Me dijo y le asentí—. Disculpen, ya venimos.

Todos asintieron y la mirada que me di con Renata le hizo entender que hablaría con ella sobre ese asunto. Me guio con cuidado, ya que mi nerviosismo era notorio y me tropezaba. Cuando llegamos ahí me miró con el ceño fruncido.

—¿Por qué estás tan nerviosa? ¿Estás bien?

—Quiero que me lo preguntes…

Le dije, lanzando las palabras como quien tira una piedra en un lago y salpica el agua. Ella me miró con el ceño aún más fruncido, mostrando gran confusión.

—¿Qué te pregunte qué? —Dijo pero mi mirada silenciosa lo dijo todo y su pecho comenzó a moverse rápido ante lo que mis palabras significaban—. ¿Hablas en serio?

—Sí… —Dije y sabía que tenía que ser sincera, como Renata y Eva me dijeron que lo fuera—. Yo… Tengo miedo…

—¿Miedo de qué? —Me preguntó acercándome a sus brazos.

—De que al casarnos te arrepientas de estar conmigo.

Valentina negó con la cabeza y pegó su rostro al mío.

—Jamás podría arrepentirme de estar contigo… —Envolví mis brazos en su cuello y alejó su rostro para mirarme—. ¿De verdad quieres que te lo pregunte?

Le asentí y sonreí.

—Cuando lo hagas… Esperaré ese anillo que me prometiste…

Y fue la primera vez que la vi con una sonrisa tan grande. Se acercó a mí y me besó con ganas por lo que no pude evitar corresponder ese asombroso beso al tiempo que acariciaba sus hombros y espalda. Cortamos el beso para respirar y noté que sus ojos estaban llenos de lágrimas.

—Cuando estemos en Escocia… Ahí te lo preguntaré. Así te daré tiempo para que estés segura.

Acaricié su pelo y la miré con todo lo que sentía.

—Te amo, mi amor. —Le dije y las dos comenzamos a llorar mientras nos mirábamos—. Y quiero todo contigo. Quiero ser tu esposa.

—Yo también te amo y ansío ser tu esposa.

Y sin más, nos acercamos para darnos un beso más. Limpiamos nuestras lágrimas para que no se notara que habíamos estado llorando y regresamos a la sala donde nos sentamos y no paramos de darnos miradas tiernas, besos y de estar abrazadas. Cuando Renata me miró, cuestionó con su mirada qué había pasado y mi sonrisa lo dijo todo por lo que me guiñó.

Por otra parte, comencé a hacerme a la idea de que en menos de dos meses, cuando fuera a la boda de su hermano y conociera a su familia… Estaría de casi ocho meses. Y me hice a la idea de que la bebé podría nacer mientras estuviera allá.




INSEMINACIÓN ARTIFICIAL - JULIANTINA ADAPTACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora