IX

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*VALENTINA POV*

¿Cuánta comida puede querer una mujer embarazada? Pues bastante. Y cuando son cosas dulces o cualquier cosa relacionada a las hamburguesas, también.

—¡Salsa picante! —Dijo con entusiasmo y se acercó a tomar el frasco—. ¿Crees que quedará rica con el pan de semillas?

No pude evitar reírme. ¿Cómo era posible que tuviera tantas ganas de comer?

—Emm... Juls... —Le dije y se giró para mostrarme dos frascos.

—¿Cuál prefieres que compre? —Dijo y miró los frascos—. Esta es una salsa bbq picante y esta es un estilo japonés.

Me acerqué y le quité los dos frascos.

—Pues, yo diría que busques una que no le haga daño. —Dije señalando su vientre y me hizo puchero—. No, no me hagas esa cara. Elije alguna con un sabor extraño o algo pero sin picante.

—¡Aguafiestas! —Escuché que me gritaban y me giré para ver a Lucía—. ¡Déjala comprar su picante!

—¿Disculpa? —Le dije y se acercó para quitarme los frascos luego de dejar su canasto con compras en el piso—. ¿Qué haces?

—Ayudo a Juls. —Dijo para luego mirar nuestro canasto—. Deberían comprar tomate si van a hacer hamburguesas.

—¡¡Oh, sí!! —Gritó Juls y miré a Lucía con odio.

—Te odio. —Le dije y sonrió.

—Sugiero que vayas a buscar tomates mientras la ayudo a elegir una.

—Que no sea tan dañina por favor. —Le supliqué.

—¿Te olvidas que es tu hijo el que está en su vientre? —Me dijo Lucía—. ¿Acaso debo recordarte tu amor por el picante? Seguro eso lo sacó de ti. ¡Ahora ve por ese tomate!

Las dos se dedicaron a mirar las salsas y solo suspiré. Bueno, lo que dijo era cierto. Amo el picante, podría ponerle picante a todo. Excepto al helado. Lo intenté una vez luego de que Lucía me retara y debo decir... no se lo recomiendo a nadie.

Me acerqué a la sección de verduras y comencé a tomar todo lo que pudiera colocar en una hamburguesa. Comencé con cebolla. Podría hacer unos aros de cebolla, esos me salen bastante bien. Tomé un par bastante grande y se las di al muchacho que etiqueta con el precio. Luego me giré hacia el tomate y comencé a elegir los que parecían estar mejor.

—Sigo diciendo que el rojo te sienta muy bien. —Escuché que decían y miré frente a mí.

—¿Esmeralda? —Dije y esta me sonrió— ¿Qué haces aquí?

Esmeralda es una chica con la que me acosté un par de veces y ella estuvo invitándome a salir varias veces más pero comencé a rechazarla cuando me di cuenta que quería algo serio conmigo.

—Pues, vine por comida al igual que tú. —Dijo y le asentí. ¡Claro que va a venir por comida! ¡¡Que idiotez la mía!! —. ¿Cómo estás? ¿Qué has hecho?

—Oh, pues… estoy de vacaciones. —Le dije y me sonrió.

—¿De verdad? —Dijo y por el gesto que hizo, supe que iba a invitarme a salir otra vez—. ¿Y no quieres compañía para preparar esa comida?

Sonreí como pude y miré al suelo.

—Oh, verás… —Comencé a decirle—. No estoy sola.

Le dije y levantó las cejas.

—¿Oh, vas a cenar con Lucía? —Dijo y señaló atrás mío—. Veo que está por allá hablando con una chica.

Me giré para ver a dónde señalaba y ahí estaban Lucía y Juls conversando. Juls se veía demasiado seria. ¿Se estaría sintiendo mal? Eso me alarmó, ya que Lucía parecía estar hablándole con calma. Y cuando ella hace eso es para hacerte sentir mejor.

—Disculpa, Esmeralda… —Le dije y me fui de ahí dejando los tomates.

Atravesé la sección de verduras ignorando al chico que había estado etiquetando las cosas y llegué a ellas con urgencia.

—¡¿Qué pasa?! —Dije y ambas me miraron con sorpresa—. ¿Estás bien, Juls? ¿Te sientes mal?

Juls me miró seria y Lucía la miró a ella. ¿Qué pasaba? Juls negó y se dio media vuelta, yéndose por el pasillo que llevaba hasta los lácteos. Esperé que se alejara y miré a Lucía.

—¿Qué pasó? —Le pregunté en un susurro y ella comenzó a sonreír.

—Oh, no pasa nada, mi amiga. —Dijo golpeándome el hombro—. Tú ve por esas verduras, yo me encargo.

La vi irse detrás de ella y me quedé ahí plasmada sin entender nada. Suspiré y respiré hondo. Seguro Lucía le dijo alguna cosa estúpida. Regresé a las verduras y el chico me había apartado lo que había estado eligiendo.

—Lo siento… —Le dije y me asintió—. Eso será todo.

Me etiquetó los tomates y le agradecí. Me acerqué para tomar una bolsa de lechuga y comencé a buscar a las chicas por el supermercado. No estaban en la sección de lácteos. ¿Dónde estarían? Miré a las demás filas y no las encontraba. A lo lejos las vi en las cajas. Hablando con nada más ni nada menos que con Esmeralda.

—Tienes que estar bromeando… —Dije de modo que sólo yo me escuchara.

No me dieron los pies para caminar. ¿Qué hacía Esmeralda hablando con Lucía y Juls? Me acerqué a ellas y Lucía me miró con esa mirada que da para matarme.

—Ahí estás… —Me dijo y cuando me acerqué forzó una sonrisa incómoda—. 질투. ¿Cuánto tiempo tardas en comprar tomate? 줄스… 질투.

¿Jiltu? ¿Celos? Me quedé pensando en lo segundo que me dijo… julseu… jiltu. Pensé bien en lo que había dicho un segundo hasta que me di cuenta. Julseu… Juls. ¿Qué Juls tenía celos? Lucía me había enseñado un poco de coreano así que algo sabía hablar. ¡¡Claro!! Debió verme hablando con ella.

Me acerqué a Juls y tomé el canasto.

—Dámelo, yo lo llevo. —Le dije—. Veo que conociste a Juls.

Dije finalmente hacia Esmeralda y esta sonrió, asintiendo.

—Sí, justo le contaba a Juls y Lucía que estaba esperando tu respuesta para salir.

—Oh, sí.. sobre eso… —Le dije y abracé a Juls por los hombros con un brazo—. No me dio tiempo de contarte. Juls está embarazada como podrás notar y bueno… será nuestro bebé.

La cara de Esmeralda se transformó. La vi pasar de sonriente a seria en un instante.

—¿Nuestro? Creí que no tendrías hijos. —Me dijo y le asentí.

—Bueno, cambié de opinión. —Le conté y señalé a Juls—. Estoy pasando estos días de vacaciones con Juls. Disfrutando un poco de los primeros antojos.

Dije para arrimar a Juls a mis brazos, la cual no me atreví a mirar.

—Oh, vaya… —Dijo Esmeralda—. Felicitaciones a ambas… seguro… serás una gran madre, Valentina.

—Gracias. —Le dije y el silencio se hizo por un momento.

—Bueno, debo irme. Pasen linda tarde.

Se dio la vuelta para irse a otra caja lejos de nosotras. Cuando estuvo lejos, Lucía se paró frente a nosotras dos y sonrió.

—Felicitaciones a ambas… seguro serás una gran madre, Valentina. —Dijo imitando a Esmeralda.

—¿Qué fue eso? —Dijo Juls y la miré. Estaba roja como un tomate.

—Te explico cuando salgamos de aquí. —Le dije.

Lucía fue a pagar sus cosas en la caja contigua y nosotras nos encargamos de las nuestras en silencio. ¿Realmente se puso celosa de Esmeralda? ¿Por qué? ¿Será posible que le guste a Juls?

*JULIANA POV*

Lucía apareció y me salvó de que Valentina me impidiera comprar picante y realmente estaba necesitando el picante. Nos quedamos mirando las salsas por un momento y ella las observó detenidamente.

—¿Cuál crees que debería elegir? —Le dije y miramos entre las dos opciones que tenía en la mano—. Por cierto deberías comer con nosotras.

Me miró, sonrió y negó con la cabeza.

—Gracias por la invitación, cariño, pero tengo que correr a la agencia para unas fotos que me harán. Pero te ayudaré a conseguir buenos ingredientes para que comas con Valentina. Por cierto… ¿Cómo se comportó?

—Muy bien, me hizo el desayuno. —Dije con una sonrisa y me miró levantando una ceja—. Bueno es que… no tenía un desayuno en la cama desde que mi mamá estaba viva.

—Bueno, déjame decirte que me sorprendiste. —Me dijo y me entregó la de bbq—. Esta es deliciosa, picante y no te hará daño.

—¡Gracias! —Le dije y me seguía mirando—. ¿Qué?

—Te ves muy sonriente… demasiado. ¿Acaso tuvieron sexo?

—¡¿Qué?! —Le dije con los ojos bien abiertos—. ¿Tú también? ¡Por Dios, no!

—¿También? ¿Quién más sugirió eso? —Dijo divertida mientras seguíamos caminando.

—Mi hermana esta mañana. —Le conté y comenzó a reírse—. También le pareció gracioso…

Me detuve en seco y me sorprendí de lo que veía. Valentina estaba hablando muy sonriente y avergonzada con una chica.

—Oh, Esmeralda… —Dijo Lucía con molestia.

—¿Quién es ella? —Le pregunté.

—Esmeralda, la chica con la que Valentina ha estado saliendo.

¿Qué? ¿Saliendo? ¿Está saliendo con alguien?

—Oh, no. —Dijo Lucía llamando mi atención—. Salieron antes de conocerte pero ella quiere algo más serio con Valentina y bueno… Valentina…

—Valentina no quiere nada con nadie. —Dije y Lucía asintió con pena.

Seguí caminando y solo traté de alejarme de ahí.

—¿Puedo hacerte una pregunta, Juls? —Me dijo siguiéndome el paso.

—Claro, adelante.

—¿Acaso estás celosa? —Dijo y me detuve en seco para mirarla.

—¿Yo? ¿Celosa? ¿De Valentina? —Me reí con ironía y ella sonrió.

—A ver, lo entiendo. Estás embarazada, el bebé es suyo y ustedes se están haciendo cercanas. —Me dijo y suspiré, incómoda por sus palabras—. Estás sola en esto y sé que pasar tiempo con Valentina te está haciendo bien pero déjeme decirte algo…

—¡¿Qué pasa?! —Dijo la voz de Valentina, tomándonos por sorpresa sorpresa—. ¿Estás bien, Juls? ¿Te sientes mal?

Valentina parecía haber corrido por todo el supermercado y se veía preocupada. No quería ser una carga para ella, así que negué y me fui de ahí. Yéndome por el pasillo que llevaba hasta los lácteos. Solo caminé hasta ahí y me paré frente a los quesos. ¿Para qué miraba los quesos? No sé. Sólo estaba mirando por mirar.

—Hey, Juls. —Dijo la voz de Lucía apareciendo y tocando mi hombro, seguí mirando el queso—. No te pongas así, te hará sentir mal.

—Estoy bien.

—¿Ah sí? ¿Quieres prenderle o cortarle el pelo a Esmeralda para sentirte mejor? —Me preguntó y no pude evitar sonreír, la idea se formó en mi cabeza—. ¡¿Ves?!

La miré en seguida y me daba un gesto divertido.

—¿Vas a decirme que estoy equivocada y que debería no sentirme así?

—No, no te diré eso. —Dijo mientras me alejaba de la sección de los lácteos hasta la caja—. Te diré que nunca había visto a Valentina sonreír tanto como cuando está contigo.

Nos detuvimos en la fila y me asintió.

—¡Oh, hola! —Dijo una voz y miramos a nuestro costado para ver a esa tal Esmeralda—. ¿Cómo estás, Lucía?

—Oh, hola. Bien. ¿Y tú, Esmeralda? —Le respondió Lucía con cortesía—. Te presento a Juliana.

—Hola, Juliana. Mucho gusto. —Dijo y regresó a Lucía—. Recién me encontré con Valentina. La acabo de invitar a salir y salió corriendo para verlas antes de que concretáramos día.

¿Valentina había aceptado salir con ella?

—Ahí estás… —Dijo Lucía y observé que era Valentina—. 질투. ¿Cuánto tiempo tardas en comprar tomate? 줄스… 질투.

¿Qué carajos le había dicho? Parecía estar insultándola en coreano y la verdad es que no entendí ni mierda.

Valentina la miró confundida, creo que ni ella la entendió. Hasta que poco a poco asintió y se acercó a mí con una sonrisa dulce y tomó el canasto con las compras.

—Dámelo, yo lo llevo. —Me dijo—. Veo que conociste a Juls.

Dijo mirando a la tal Esmeralda, la cual ya odio con mi alma, y esta sonrió, asintiendo demasiado feliz.

—Sí, justo le contaba a Juls y Lucía que estaba esperando tu respuesta para salir.

—Oh, sí.. sobre eso... —Dijo y, para mi sorpresa, me abrazó por los hombros con un brazo—. No me dio tiempo de contarte. Juls está embarazada, como podrás notar y bueno... será nuestro bebé.

La cara de esta mujer cambió a sorpresa. No pude evitar gozar por dentro aunque por fuera sentía que mi rostro estaba rojo. ¿Por qué tenía que abrazarme para decirlo? ¿Y por qué así de esa forma tan orgullosa?

—¿Nuestro? Creí que no tendrías hijos. —Le dijo y Valentina asintió.

—Bueno, cambié de opinión. —Dijo señalándome—. Estoy pasando estos días de vacaciones con Juls. Disfrutando un poco de los primeros antojos.

Me arrimó a sus brazos con más fuerza y miré a Lucía un momento, la cual estaba soportando la risa mordiendo su labio. ¡¿Qué diablos pasaba con Valentina?!

—Oh, vaya... —Dijo la Esmeralda esta—. Felicitaciones a ambas... seguro... serás una gran madre, Valentina.

—Gracias. —Le dijo Valentina en respuesta.

Todas quedamos en silencio un momento y yo no sabía dónde esconderme porque esta mujer me miró con desprecio y no pude evitar incomodarme.

—Bueno, debo irme. Pasen linda tarde.

Se dio la vuelta para irse lejos y fue cuando Lucía comenzó a reírse.

—Felicitaciones a ambas... seguro serás una gran madre, Valentina. —Dijo imitando a Esmeralda.

Aunque fue graciosa la imitación de Lucía, miré a Valentina.

—¿Qué fue eso? —Le pregunté.

Valentina me miró bastante incómoda y avergonzada.

—Te explico cuando salgamos de aquí. —Me dijo.

Lucía fue a pagar sus cosas y nosotras estuvimos en silencio. Valentina insistió en querer pagar estas cosas y fue el único intercambio de palabras que tuvimos hasta que salimos del supermercado. Lucía nos esperaba en la salida y cuando nos encontramos con ella, sonrió.

—Ahora tengo que irme porque tengo cosas qué hacer. Pero si quieren mañana nos juntamos para cenar. —Dijo y las dos asentimos pero me miró—. Recuerda, no dejes que coma mucho picante o comenzará a echarse gases horribles y olorosos.

Dijo señalando a Valentina, haciéndome reír y esta se quejó empujándola.

—¡¡Ay, cállate!! ¡Vete, vete!

—Cuídense. —Dijo Lucía entre risas y la amenazó con el dedo—. No la hagas enojar y compórtate.

—¡Tú compórtate!

Se fue y nos acercamos al auto para cargar las cosas. Luego de que estaba todo dentro, nos metimos en el auto y estaba acomodando mi cinturón cuando Valentina se subió y cerró la puerta. Se puso el cinto y se quedó con las manos en el volante un momento.

—Juls… —dijo y la miré—. No tengo nada con Esmeralda.

—Ella quiere salir contigo. ¿Por qué dijiste todo eso?

—Porque no quiero pasar mi tiempo con ella. —Dijo y me miró—. ¿Puedo preguntar algo y prometes que me responderás con sinceridad? Te prometo que haré lo mismo contigo cuando tengas que preguntar lo que sea.

—¿Honestidad? —Le pregunté y asintió—. Está bien, lo prometo.

Dije con duda, sabiendo que luego seguramente me arrepentiría de esto. Asintió y la vi pensar lo que iba a decir un momento.

—¿Te molestó verme hablando con Esmeralda?

Me quedé en silencio. Y sí, estaba muy arrepentida de esa promesa. Me quedé varios segundos en completo silencio y miré mis manos, que fueron sobre mi vientre.

—Bueno… sí… me molesté. —Dije finalmente.

—¿Por qué? —Preguntó ella con calma y mi corazón comenzó a latir como loco.

La miré y realmente estaba esperando mi respuesta. Sus ojos azules invadieron los míos y diablos, se veía demasiado linda.

—No sé por qué… —Le dije, tragando saliva—. Sólo que algo en ella no me agrada.

Fue lo único que pude decirle. Sonrió y estiró su mano hasta tomar la mía.

—Pues la verdad es que tampoco me agrada mucho. Y para serte sincera, no cambiaría tu compañía por nadie en el mundo.

¡Carajo! ¡¿Por qué era tan linda?! ¿Por qué tiene que sonreír así? Regresó su atención a encender el auto y sacarnos de ahí. Me quedé perpleja mientras miraba por la ventana a mi derecha, analizando lo que estaba sintiendo y pensando. ¿Qué posibilidades habían de que me gustara Valentina? Bueno, jamás había estado con una chica pero había algo en ella que llamaba mi atención.

Cuando llegamos a casa se encargó de cargar todas las cosas y la ayudé a guardar todo. Mientras lo hacía comencé a sonreír mirando a Valentina. Me gustaba pasar tiempo con ella, era demasiado linda, dulce y atenta. Estar a su lado hace que mi corazón lata como loco.

Puse mi mano en mi vientre un momento y me hice consciente de la verdad. Carajos… me gusta Valentina. Me gusta la madre de mi bebé.



INSEMINACIÓN ARTIFICIAL - JULIANTINA ADAPTACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora