*JULIANA POV*

Aún me cuesta creer que ya estoy en mi semana 16 del embarazo. Mi vientre llegó al punto de tener un tamaño considerable, lo suficiente para que cualquier persona con ojo atento lo note. He recibido muchas felicitaciones últimamente y no me canso de sonreír y dar las gracias. Valentina y yo nos hemos vuelto muy amigas, nos juntamos dos veces a la semana para ir a cenar y casi siempre como hamburguesas, tengo fascinación por ellas últimamente.

Me han estado doliendo los pies e incluso los he tenido hinchados un poco por lo que Eva me obliga a tomar el taxi luego de que Valentina insistió en que cuidara que caminara poco. Me sugirió hacer algún tipo de deporte moderado pero no soy fan del deporte y mucho menos del ejercicio. Podría decirse que me gusta plantar el trasero con un buen libro en la mano junto a una ventana o una bonita vista, ese es mi ejercicio. Siempre mental.


Lo que me hace feliz es saber que mi bebé ya tiene el tamaño de un aguacate, lo cual me da muchísima ternura porque he estado mirando mi mano, imaginando que podría sostenerlo con facilidad

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Lo que me hace feliz es saber que mi bebé ya tiene el tamaño de un aguacate, lo cual me da muchísima ternura porque he estado mirando mi mano, imaginando que podría sostenerlo con facilidad. También me he imaginado como serán sus manitas, sus piernitas. Aún no lo he sentido moverse pero sé que está ahí formándose.

Lo bueno es que ya no tengo nauseas matutinas ni vómitos, lo cual es un alivio. Aunque mis senos están creciendo, por lo que estoy considerando ir a comprarme ropa interior nueva, ya que sé que la necesitaré estos meses. La semana pasada me hice mi control rutinario con Valentina de presión arterial, control de peso y análisis de sangre. También me obligó hacerme un estudio para detectar bacteriuria asintomática. Para diagnosticarla, se hace un urocultivo a partir de una muestra de orina. No he tenido síntomas, pero Valentina insistió. Por suerte, todo salió correcto.

Lo que no me gustó fue realizarme un Amniocentesis. Se trata de una prueba prenatal muy invasiva para mi gusto que consiste en la extracción de líquido amniótico mediante punción de la pared abdominal el cual es analizado y se obtiene su conjunto de cromosomas. De este modo, se podrán detectar alteraciones cromosómicas. Debido a que mi bebé fue creado por inseminación artificial y alteración de cromosomas, es obligatorio realizarme el estudio. Valentina estuvo ahí en todo momento y realizó el examen ella misma para darme seguridad.

He estado tomando mucho líquido y tuve que cambiar mi alimentación a una más sana. Esto no fue porque Valentina me lo recomendara, sino por insistencia de Eva que estuvo leyendo páginas de internet e insistió. Ha estado muy sobreprotectora conmigo, me cuida mucho y se pasa hablándole a mi barriga de forma tonta, lo cual me hace reír. No me he hecho otro ultrasonido aún, pero Eva descubrió que a esta altura puedo saber el sexo del bebé y eso es algo que me gustaría averiguar por lo que le pediré a Valentina que me haga una pronto.

Estoy en la última semana de mi cuarto mes de embarazo y la verdad que estoy muy feliz del proceso que estoy viviendo. Me alegra poder tener a mi hermana cuidándome y el tener a Valentina ha sido un gran alivio porque no estoy sola en este proceso de ser madre. Me ofreció ir a charlas para padres primerizos y es lindo ver cómo está interesada. Además de que su amiga Lucía quiere conocerme pronto, al parecer está haciendo una campaña y no ha podido conocerme hasta ahora. Cuando me dijo que era modelo y me mostró unas fotos, me sorprendí de lo linda que era.

—¡Juls! ¿Viste mi libro de contabilidad? —Me gritó desde arriba y terminé de escribir la nota del escrito de uno de mis alumnos—. ¡¡Juls!! ¡Me tengo que ir, dime!

Bufé y giré mis ojos mientras me preparaba para gritar.

—¡¡Es la cuarta vez que te grito que está aquí sobre la mesa!!

Al ver que los tenía todos corregidos, comencé a guardarlos y sentí las corridas. Llegó hasta mí y fue directo al libro.

—¿Sigues corrigiendo? ¿No tienes que irte?

—Sí, ya me voy. Solo tenía que terminarlos, debo entregarlos hoy.

Una vez que los terminé de guardar sentí sus brazos a mi alrededor y sonreí.

—¿Segura que estarás bien sin mí? —Me preguntó con un tono demasiado dulce que me hizo sonreír.

—Sí, claro que sí. Tú ve a ese curso.
Se alejó y se acercó nuevamente al libro.

—Cualquier cosa llama a Valentina, no estés sola.

Le asentí y ella misma se encargó de ayudarme con mi abrigo. Me ayudó a ponérmelo y sonrió.

—Tú toma las cosas que voy a buscarte un taxi.

Terminé de guardar todo y ella salió a la calle para detener un taxi. Cuando salí, el coche estaba esperando por mí. Me acerqué a mi hermana y le di un abrazo.

—¡Cuídate, Eva! —Le dije.

—Tú también, cuídense. —Me dijo y puso mi mano en mi vientre.

Le asentí y me metí en el taxi. Le di las indicaciones al conductor y nos fuimos de ahí mientras le hacía adiós con la mano a mi hermana. Debía irse a un curso de su carrera como contadora en otro estado y estaría varios días lejos. Por lo que me quedaría sola ese tiempo.

La llegada al trabajo fue fácil y la mañana comenzó sencilla. Mis clases iban de maravilla y eso me tenía de buen humor. Estaba en mi escritorio y tenía mi mano sobre el vientre mientras ingresaba unos comentarios en mi agenda sobre el grupo que acababa de irse.

—Disculpe… —Escuché que decían y giré mi rostro para notar a una mujer de pelo teñido a rubio, cejas oscuras y con aire pretencioso—. ¿Es usted la profesora de inglés?

—Sí, adelante. —Le dije y me puse de pie—. Soy Juliana Valdés, es un placer.

Le dije con una sonrisa y ella me asintió.

—Así que los rumores de que está embarazada son ciertos. —Dijo con asco y eso me descolocó por lo que la quedé mirando mientras sentía mi ceño fruncido.

—¿Disculpe? —Le dije y se acercó cruzándose de brazos.

—Mi hijo viene a este colegio desde siempre. —Comenzó a decir y no entendía su molestia—. La familia de mi esposo ha venido a este colegio y en todo este tiempo jamás la vi con un esposo.

Me quedé mirándola de boca abierta sin entender.

—Disculpe, no la estoy comprendiendo. —Le dije—. ¿Qué tiene que ver mi vida personal con mi trabajo?

—Todo. —Dijo casi en un grito como si hubiera dicho algo horroroso—. Un hijo debe ser consumado en el matrimonio y he escuchado los rumores entre las demás madres que usted quedó embarazada en esa clínica del diablo. ¿Cómo voy a quedarme tranquila en mi casa sabiendo que una hereje le enseña a mi hijo?

Respiré hondo y me contuve a mandarla al diablo, en cambio, decidí ser cortés.

—Me tendrá que disculpar, señora. Pero no le voy a permitir que venga a hablarme de esta forma. Lo que haga o deje de hacer con mi vida es cosa mía y mi trabajo no tiene nada qué ver, usted no tiene derecho a criticarme.

—¡Usted le enseña a mi hijo! —comenzó a gritarme.

Noté que varios estudiantes se habían quedado a observar en la puerta del salón y eso me puso un poco nerviosa, pero no lo mostré. Me mantuve firme en mi seriedad.

—¡Yo le enseño inglés a su hijo! —Le dije en tono fuerte y me miró sorprendida, pero aún enojada—. No le enseño moral a su hijo, ese es su trabajo, el mío es enseñarle a usar el idioma en forma correcta y comunicarse como corresponde. Le sugiero tome esta lección para usted misma y entienda que no es apropiado venir a gritarle a una profesora y mucho menos meterse en su vida.

—¡Usted es una insolente! —Me dijo.

—¡Y usted es una atrevida! —Le dije y los estudiantes que estaban mirando y hablando entre sí, hicieron silencio—. Hágame el favor de retirarse de mi salón.

—¿Qué está sucediendo aquí? —Dijo la voz del director y la madre se giró para mirarlo molesta.

—Señor director, debería estar avergonzado de tener a una hereje enseñando. —Dijo y me señaló—. ¡No está casada! ¡¡Y está embarazada de esa forma no natural!! ¡Ese niño es una calumnia!

—¡¡Ubíquese, señora!! —Le gritó y esta enderezó la cabeza—. La profesora Valdés es una excelente profesional, el 90 % de sus alumnos aprueban y eso habla muy bien de su desempeño.

—¿Y qué hay de la moral? ¿Cómo puede estar tranquilo de tener a una persona así aquí?

Mi corazón latía a mil por hora y sentía mucho calor, además de estar un poco mareada.

—Lo que me deja intranquilo es ver que una de las profesoras de este colegio esta siendo juzgada por una madre que lo único que debería preocuparle es el nivel académico de su hijo. Le voy a pedir que se retire, antes de que por su culpa se me ocurra prohibirle la entrada a este edificio o peor, solicitar un traslado de un estudiante como por ejemplo, su hijo.

La mujer no dijo nada, lo miró y luego me dio una mirada de asco para luego irse. Tras pavonear su trasero y pechar estudiantes, suspiré aliviada de que se fue y llevé la mano a mi pecho.

—¿Juliana, estás bien? —Me preguntó él acercándose.

Le asentí y me ayudó a sentarme.

—Chicos, la clase de la profesora se cancela. Vayan al patio. —Les dijo y todos se retiraron.

Me dediqué a respirar hondo mientras trataba de soportar las ganas de llorar. Cerré los ojos y sentí una mano sobre mi hombro. Sabía que era él por lo fuerte que se sintió.

—Juliana, me estás preocupando. ¿De verdad estás bien?

Le asentí y suspiró.

—Estoy bien, solo necesito un momento.

—Ven, guarda tus cosas y ve un rato a la sala de profesores. Iré por Renata para que se quede contigo, ella está libre ahora.

Le asentí y se fue a buscarla mientras me dediqué a guardar todo en mi bolso. Me puse de pie y guardaba mis papeles y material cuando comencé a sentir el malestar. Un fuerte dolor en mi vientre me invadió. Me apoye en el escritorio con una mano y comencé a llorar mientras llevaba mi mano en la zona.

—No, bebé… no me hagas esto… por favor… —Dije para mis adentros.

No quería que nada le pasara a mi bebé y me comencé a asustar.

—¡¡Juliana!! —Escuché que gritaba Renata para luego acercarse corriendo junto con el director—. ¿Qué tienes? ¿Te duele?

—Me duele, Renata. Me duele.

—Llévala al hospital. ¡Ya! —Le ordenó el director con urgencia—. Ve a encender tu auto. Yo la ayudo a tomar sus cosas. ¡Ve!

Renata salió corriendo y el director me ayudó a ponerme mi abrigo y tomar mis cosas. Me entregó mi cartera y me miró.

—Vamos al auto, lleva tu bolso con documentos. Guardaré las cosas de trabajo en dirección.

Le asentí y salimos del salón. Los estudiantes me observaron con susto y en la entrada del colegio estaba la madre de este alumno, hablando con él. Al verme se tapó la boca del susto y el director miró al guardia de seguridad.

—Que esta mujer no se vaya del edificio y llama a la policía.

—No, no es necesario… —Le dije y negó.

—Si algo le pasa a tu bebé, será su culpa. Te causó esto en horarios de trabajo, es mi responsabilidad cuidar a los profesores que tengo a cargo.

—Sí, señor. —Dijo el guardia y se acercó a la mujer—. Acompáñeme señora.

Salimos del edificio y Renata se acercó con urgencia. Tomó mi bolso y me ayudaron a sentarme. Cerraron la puerta y Renata corrió al asiento del conductor. No dudó en acelerar y encaminarse.

—Háblame, Juls. ¿Te sigue doliendo? ¿Qué sientes?

—Me duele el vientre, me duele. —Dije comenzando a llorar.

—Tranquila, todo estará bien. Son los nervios del momento. ¿Por qué no tomas tu celular y llamas a Eva? Dile que nos espere en el hospital.

Negué con la cabeza y traté de respirar.

—Eva no está, se fue de viaje a un curso. No puedo preocuparla.

Y supe a quién llamar. No dudé, tomé mi celular y marqué su número. Esperé el tono y al segundo, me contestó.

—¿Juls? ¿Todo bien? —Contestó.

—Valentina… estoy con dolores. —Le dije y sentí su alarma al instante—. Me están llevando al hospital.

—¡¿Qué?! ¿Cómo que dolores? ¿Qué pasó? —Dijo mientras escuché que parecía estar moviéndose—. Encárgate, me tengo que ir. Es una urgencia… Juls… háblame. ¿Estás yendo al hospital?

—Renata, mi compañera de trabajo, me está llevando. Tengo miedo, Valentina.

—Tranquila, todo estará bien. Estaré ahí enseguida, cuando llegues di que voy a llegar. Que me esperen.

Cortó la llamada y me abracé el vientre.

—¿A quién llamaste? —Me preguntó Renata y la miré.

—A Valentina… ella… es la madre del bebé también. —Me miró con genuina confusión y le asentí—. Luego te explico todo.

Asintió y se encargó de estacionarse frente a la puerta de emergencias. Se bajó como si nada, olvidándose de apagar el motor y me abrió la puerta. Me ayudó a bajar y me acercó a la entrada donde al verme, la mujer de recepción corrió a tomar una silla de ruedas.

—¿Está embarazada? —Preguntó y asentí.

—Estoy de 16 semanas, tengo fuertes dolores de vientre. La Doctora Valentina Carvajal está en camino. Ella…

—Shhh… cálmese. Vamos a ver bien qué sucede. ¿Sí?

*VALENTINA POV*

Casi me da un colapso de nervios cuando recibí esa llamada. Ni siquiera lo dudé, dejé todo, tomé mis cosas y salí corriendo. No esperé la autorización de mi jefe, me fui y pedí le avisaran que me fui por una emergencia con Juls, él sabría. Me importó una mierda si eso me metía en problemas, ni siquiera lo consideré. ¿Qué había pasado? Los resultados de todos los exámenes habían salido bien, todo estaba en perfectas condiciones y el bebé iba desarrollándose de maravilla. ¿Por qué? ¿Qué habría sucedido?
Me subí al auto y me dirigí al hospital lo más rápido que pude. Había demasiado tráfico y demoré más de lo esperado. Me estacioné rápido y no me daban los pies para correr hasta recepción. Cuando lo hice, la mujer me miró.

—Soy la doctora Valentina Carvajal, acaban de ingresar a Juliana Valdés.

—Ah, sí, doctora. —Me respondió—. Fue trasladada a piso.

La vi ingresar en su computadora y luego mirarme.

—Piso 5, habitación 18. La está viendo la doctora Urías en estos momentos.

—Gracias. —Le respondí.

Corrí hasta el ascensor y presioné el botón del 5to piso. Nunca me pareció tan lento el tiempo como en ese momento. Las puertas cerraron demasiado lento, subió demasiado lento y hasta abrió la puerta demasiado lento. ¡Carajo con este ascensor de porquería! En tanto las puertas se abrieron, corrí hasta el pasillo que llevaba a la habitación 18. Una mujer estaba ahí de pie caminando de un lado a otro frente a la puerta. Al escuchar mis corridas se giró y me miró extrañada.

—¿Eres Valentina? —Me preguntó y le asentí—. La está viendo la doctora. La están examinando, no me dejaron entrar.

—¿Qué sucedió? —Le pregunté y suspiró.

—Una madre se apareció en el colegio y la insultó. Criticando que estaba embarazada sin estar casada y un montón de cuestiones religiosas. Eso la puso muy nerviosa y cuando el director echó a la mujer ella se sintió mal. —Dijo y luego suspiró—. No puedo quedarme mucho tiempo, tengo que regresar al colegio a informar al director que está levantando una denuncia a la madre del alumno.

—Está bien, ve tranquila. Voy a entrar. Cuando pueda le diré a Juls que me de tu número y te aviso qué sucedió. —Le dije y solo me asintió para luego irse.

Abrí la puerta e ingresé, cuando lo hice la doctora me miró extrañada y Juls suspiró de alivio.

—No puede estar aquí. —Me dijo la doctora Urías y la miré.

—Soy la doctora Valentina Carvajal.

—Ah, doctora. —Dijo y me ofreció su mano, la cual acepté—. Juliana nos contaba que usted es la madre del bebé gestado en la clínica donde trabaja.

—Sí, además estoy a cargo de su seguimiento. ¿Cómo está doctora?

—Todo parece estar bien. Al parecer fue simplemente un calambre en el vientre. Me informó su compañera de trabajo que tuvo un disgusto con una madre en el lugar donde trabaja y como usted debe saber doctora, esta es una etapa que debe tener en cuidado sus emociones.

—Sí, eso lo sé. —Le dije y miré de ella a Juls—. Me encargaré de que esté tranquila.

—Quedará en observación esta noche por precaución, pero deberá tomarse unos días hasta calmarse y evitar emociones fuertes. Voy a autorizar que se le permita quedar y estar al tanto de todo el seguimiento clínico.

—Muchas gracias. —Le dije y vi que tomó sus cosas para irse.

En tanto lo hizo me acerqué a Juls que se sentó en la cama y comenzó a llorar. Me senté a un costado de la camilla y la vi cubrirse la cara con las manos.

—Shhh… calma. Todo está bien, solo fue un susto.

—Tuve tanto miedo… —Me dijo y le asentí—. Creí que iba a perderlo… creí que…

Rompió en llanto y suspiré.

—Ya… ya… ven aquí.

La acerqué a mí y la envolví en mis brazos. Me abrazó con fuerza y di leves caricias en su espalda para hacerla sentir mejor. La dejé llorar hasta que se calmo y ella misma se recostó en la cama. Cuando lo hizo me miró con alivio mientras tomé una de sus manos. Miré su vientre un momento y llevé mi mano libre ahí para apoyar sobre la zona donde sabía que estaba el bebé.


—Estará bien, es fuerte como tú

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—Estará bien, es fuerte como tú.

—¿Lo crees? —Me preguntó y le asentí.

—Lo creo. —Le dije.

Y fue cuando lo sentí, un movimiento bajo mi mano. Miré al vientre y luego a Juls, que quedó con los ojos bien abiertos.

—¿Eso fue…? —Comenzó a decir y le asentí sonriendo.

—Sí… fue… fue el bebé.

—Se está moviendo… —Dijo y le asentí, lo que la hizo llorar de emoción—. Se mueve, Valentina… se mueve… está bien.

—Sí… está bien…

Ambas nos sonreímos y nos dimos la mano mientras acaricié su vientre. Llevó su mano libre hasta la mía y la apoyó encima, lo que me hizo mirarla con atención.

—¿Y tu hermana? —Le pregunté, ya que me pareció raro que no estuviera aquí.

—Está fuera por unos días, asuntos de la universidad y no quise preocuparla. Disculpa que te molesté, pero no sabía a quién más llamar.

—Juls… —Dije y tomé su otra mano con la mía para luego sonreír—. Siempre podrás llamarme. No importa cuándo o dónde… siempre estaré aquí para los dos.

Me asintió y me miró. Nada más. Mi corazón se llenó de gozo ante su mirada, hizo que una sensación extraña se formara en mi pecho. Además de que estaba feliz de haber sentido el movimiento del bebé. Este era nuestro hijo. Y quería tomar su mano siempre, que supiera que estoy. Por alguna razón sin explicación aparente, me hizo sentir muy bien que me llamara en este momento de crisis y saber que soy la primer persona con la que cuenta en una situación así. Me sentí extrañamente importante.


INSEMINACIÓN ARTIFICIAL - JULIANTINA ADAPTACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora