Punto de apoyo

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Y lo aprieto, pero no muere,
está ahí para mí siempre,
incluso se sienta mal,
porque siempre puede.
Carga con muchas cosas,
conmigo también,
y trato de aliviarlo,
pero me dice que está bien.
Me apoyo en él
con mucho cuidado,
no quiero su ayuda
si termina matándolo.
Pero sigue ahí,
de pie para mí,
y sonrío para él,
porque así es feliz.
No quiero hacerle daño,
y aunque sé que es fuerte,
no quiero agoviarlo
y ser yo su muerte.
Y, aunque insista,
voy a tener que dejarlo,
porque también tiene problemas
y yo no puedo solucionarlos,
a menos que le dé un respiro,
y pretendo hacerlo,
porque es mi punto de apoyo,
pero merece volar lejos.

Las lágrimas de la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora