CUANDO ESTÁS TRISTE (hyung line)

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HEESEUNG

Puede que Heeseung estuviera agotado por las interminables horas de práctica, pero es una persona muy atenta, y no se le pasó por alto tu mirada triste y gesto alicaído. Así que, dejando a un lado sus propias preocupaciones y problemas, se sentó contigo en el sofá.

- ¿Va todo bien?- preguntó mientras te atraía hacia él, rodeándote con sus brazos en ademán protector.

Le miraste por un segundo mientras asentías con la cabeza, pero enseguida cambiaste de opinión. Algo en la mirada del chico te decía que sabía que no estabas bien, y que iba a hacer todo lo posible por hacerte sentir mejor.

- No del todo...- murmuraste.

Heeseung asintió. No te iba a forzar a hablar si no querías. Además, con eso le bastaba.

- Bueno, todos tenemos malos días, créeme. Incluso yo. Pero, ¿sabes?, lo bueno de tener días malos, es que nos permite valorar mucho más lo que tenemos. Como cuando estoy contigo. Son mis ratos favoritos, lo sabes, ¿no? Y los momentos en los que me siento triste, son aquellos en los que me doy cuenta de la suerte que tengo de poder estar a tu lado. Sé que es una tontería, pero me gusta pensar así.

Una pequeña sonrisa se escapó de tus labios sin que te dieras cuenta, y los ojos de Heeseung brillaron de felicidad al ver que te había hecho sonreír, aunque fuera un poquito.

- Yo también tengo mucha suerte de poder estar contigo- dijiste mientras le abrazabas.

Poco a poco, notaste cómo tus ojos se iban cerrando. No recordabas el momento en el que Heeseung había comenzado a tararear una suave melodía, pero cada vez tenías más sueño.

- Descansa, T/N, te vendrá bien.

Si te hubieras quedado despierta un poco más, podrías haber escuchado a tu novio seguir hablando.

- No te preocupes, ya verás cómo al final todo sale bien. Hasta entonces, no dudes de que siempre estaré ahí para ti, pase lo que pase.

Pero te dormiste antes de poder escucharlo.

Pero te dormiste antes de poder escucharlo

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JAY

Sabías que encerrarte toda la tarde en tu cuarto no era, ni de lejos, la mejor manera de que Jay no se diera cuenta de cómo te sentías. Pero te daba igual. En realidad, en ese momento, todo te daba igual, y solo querías desaparecer bajo una montaña entera de mantas y almohadas.

- Puede que esto no solucione tus problemas, pero estoy casi seguro de que te hará sentir mejor.

La repentina voz de tu novio te sobresaltó, pero no te moviste ni un centímetro. Además, aunque hubieras intentado girarte, las mantas te impedían ver lo que hacía. Aún así, oíste cómo dejaba una bandeja en la mesilla de noche, y luego se sentaba en la cama.

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