- Sin duda, te llevaría por toda la ciudad para que vierais juntos las luces de navidad. Él mismo se encargaría de buscar las calles más bonitas, para asegurarse de que lo pasaras lo mejor posible.
- Le parecía algo muy romántico, y pensaba que era muy tierna la manera en la que mirabas todo, con la ilusión de una niña pequeña.
- Además, podía poner como excusa que hacía frío para abrazarte y cogerte de las manos.
- Pero eso no era todo. Cuando llegasteis a casa, descubriste que estaba completamente decorada, con luces y figuritas por todas partes. Sin duda, el chico se había esmerado todo lo posible, planeando todo con antelación, t cuidando hasta el más mínimo detalle. Así era Heeseung.
- Y aún así, faltaba una cosa: la estrella del pino de navidad. No es que Heeseung se hubiera olvidado de ella, sino que quería que la pusieras tú, porque, como él mismo dijo: ¿Quién mejor para colocar la estrella de navidad, que la estrella que ilumina mis días?
- El resto de la noche estuvisteis cantando y recordando momentos y anécdotas del año. Habíais hecho además vuestra propia cena, que junto con las risas, era una de las mejores combinaciones posibles.
- Y aunque los regalos que os habíais hecho eran preciosos, ambos sabíais que el mejor regalo de todos era teneros el uno al otro.
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JAY
- Iba a ser vuestra primera Navidad juntos, y el chico quería que fuera única y especial.
- Con eso en mente, alquiló una casita en las montañas, rodeada de nieve y cerca de un bosque, tal y como habíais visto tengas veces en las películas.
- La mayor parte del tiempo estuvisteis dentro de casa, disfrutando de la comodidad y el resguardo que esta os ofrecía, y de la compañía de ambos que tanto apreciábais.
- Aunque hicisteis numerosos maratones de pelis y tardes cocinando con Jay, también salisteis a disfrutar del entorno.
- Las estrellas se veían preciosas desde donde se situaba la casita, y Jay aprovechó todas las noches que pudo para salir a verlas contigo.
- Más de una vez te quedaste dormida sobre el hombro de tu novio mientras admirabais los astros encima de vuestras cabezas. Pero no tenías nada de qué preocuparte, porque siempre despertabas en tu cama, arropada por las mantas y el cálido abrazo de Jay.
- A la hora de intercambiar regalos, notaste cómo el chico se había esmerado en elegirlos, y por un momento dudaste de lo que le habías preparado, pensado que no le iba a gustar.
- Pero todas tus dudas se disiparon cuando viste la gran sonrisa que se formó en los labios de Jay al recibir tu cámara de fotos.
- Y la primera foto que tomó, fue un precioso recuerdo de vuestra primera Navidad juntos.
