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Zayn y Louis compartían un cigarrillo, al igual que todos los días alrededor de las doce del medio día, apoyados contra las barandillas del barco.

Era como su momento sagrado del día, donde Louis podía confiarle sus cosas al inglés, y la media hora de descanso para los oídos de Zayn.
Porque si, Niall no se callaba ni un segundo.

Y ellos creyeron que ese día iban a tener un segundo de paz, ¡que ilusos!

Niall había perdido una apuesta con Harry, algo que Louis no llegó a escuchar bien, pero que Zayn sabía que era sobre quién perdía la virginidad primero.

Y, según Harry, él y Louis habían llegado a aquel momento el día en que se dieron su primer beso, porque el español, en su inocencia, creía que dejar de ser virgen era la acción de juntar sus labios con los de otra persona. Y en cuanto se lo contó al rubio, éste no tardó en abrazarlo y en llenarlo de preguntas que para Harry no tenían sentido.

Y quizás eso explicaría el porqué de la actitud de Niall la noche anterior y la manera en que Zayn lo trató en la mañana.

Pero a Louis no le importaba si podía reír al ver como Niall intentaba seguir los pasos que Harry le marcaba, y mucho menos si compartía un cigarrillo con aquel moreno que terminó por convertirse en un gran amigo, y en la única persona -además de Harry- a quien le confiaría hasta su vida.

Zayn y Louis hicieron saltar el cigarrillo entre sus dedos, haciendo que las puntas cenicientas cayeran al océano al mismo tiempo.

—¿Cuándo vas a hacerlo?—preguntó Zayn de repente. Louis le dio una larga calada a su cigarrillo y cerró los ojos mientras expulsaba el humo hacia un costado.

—No sé, ¿cuánto falta para que lleguemos?

Zayn se encogió de hombros. Esa información poco le importaba. En realidad, nada le interesaba, sólo dormir e ingeniárselas para sobrevivir el día a día.

—Niall sabe.

Louis se apoyó de espaldas contra las barandillas, al contrario del inglés, quien estaba apoyado sobre sus antebrazos.

—¿Podés preguntarle?

Zayn asintió y se puso el cigarrillo entre los labios para aspirar la nicotina mientras se volteaba hacia su hermano y su primo, quienes seguían compenetrados en esa especie de apuesta.

—¡Eh! ¡Rubio bonito!—sacó el cigarrillo de sus labios y expulsó rápidamente el humo hacia arriba para luego meter sus dedos en su boca y silbar, llamando la atención de Niall.

El alemán, prestándole atención a Harry como si realmente le importara, chasqueó la lengua y rodó los ojos, fingiendo molestia cuando en realidad estaba agradeciendo el hecho que Zayn lo hubiera llamado.

—Idiota.—murmuró para él y para Harry, quien aún intentaba enseñarle como pisar y acomodar sus brazos.

A Niall, poco le importaba, sólo quería llegar a la parte en que gritaban ¡Olé!, porque siempre había sido su favorita.

Si, Harry le estaba enseñando a bailar flamenco.

Niall se giró sobre sus pies y dejó a un español con el ceño fruncido, antes de caminar con cierto enojo hacia su hermano adoptivo.

Sus pasos parecían los de un niño haciendo una rabieta, y Zayn pensó que jamás había visto nada más hermoso y tierno que el rostro enojado y ruborizado de aquel alemán con ojos celestiales.

—¿Qué pasa?—inquirió, con cierto tono que denotaba indiferencia, en cuanto llegó hacia donde los otros estaban fumando.

El inglés le sonrió, y levantó su mano para acomodar el flequillo del muchacho hacia atrás, para así poder observar de cerca sus facciones delicadas.

Inmigrantes [L.S] ✔ #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora