3. Dimensión Éxtasis

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Chaeyoung abrió sus ojos en un sobresalto, empapada en sudor con su agitada respiración mientras su pecho subía y bajaba rápidamente, se dio cuenta de que volvió a suceder. Despertó en el suelo luego de una de sus tantas pesadillas en las que veía el borroso rostro de su padre marcharse. ¿Cuándo comenzó a perder la memoria?, ¿Cuándo sus recuerdos se comenzaron a ver tan borrosos?.

Quizás desde aquel entonces, cuando su madre enfermó y los medicamentos que el médico de la familia recetaba no sólo aliviaban el dolor de la mujer. Sino de su adolescente hija que sin tener consciencia se envolvía en esa gruesa y asfixiante tela. El alivio que sentía luego de consumir varias pastillas, era el mejor momento del día. En el que no existía nada más, ni dolor, temor o inseguridades. En donde no creía que era un fenómeno y en donde nadie le vería como tal.

Fue en ese momento. La chica había caído en un agujero sin fondo, en la total oscuridad y dependencia constante de fármacos. Heroína, morfina, codeína, metadona o la más común en casa, la oxicodona. Además de la cocaína, sustancia abundante en la vida de Chaeyoung.

[...]

—¡MINA DIME QUE ESTÁS BIEN!— Se lanzaba Momo a los brazos de su amiga mientras revisaba su cuerpo en busca de cualquier herida o señal de agresión.

—Estoy perfectamente Hirai, ya deja de aplastarme— le empujó intentando recuperar su aliento.

—¿La criminal no te hizo nada anoche?, ¿No te drogó para sacar un riñón?— preguntó nuevamente la de mechas rubias mientras tomaban el desayuno.

—No en realidad...— su mente le llevó a un viaje entre los recuerdos de la noche anterior, esa chica era desaliñada, su tétrico rostro marcado por las ojeras y su anidado rubio cabello, creaban muchos malos pensamientos sobre quién podría ser.
Pero cuando Mina le miraba directamente a los ojos, podía ver fragilidad en su interior, dolor e incluso tristeza. Porque lejos de ser una chispeante mirada, era apagada y sin ánimo alguno, como si le pesaran sus párpados o como si le pesara la vida.

—Tierra llamando a pingüino extraviado— se burló Sana al ver el estado ensimismado en el que había caído su compañera —estás algo distraída Minari— comentó la chica.

—Debe ser por... por el clima de este lugar, es muy húmedo— justificó divagante. ¿Qué tenía que ver el clima con sus pensamientos?.

—No quiero ser agua fiestas pero... ¡ESTÁMOS RODEADAS DE AGUA!, ¿Esperabas que no estuviese húmedo?— preguntó retóricamente, Momo.

—Buenos días— Saludó BamBam apareciendo en el lugar —amor...— se acercó con descaro tomando asiento al lado de Mina para pasar su brazo por encima de los hombros de la chica.

—¿Qué crees que haces?, dije que no te quería ver hasta regresar a Corea— recordó Mina adoptando su fuerte carácter.

—Lo se amor, pero el estimado cenador y el presidente de la AFC están de viaje en este crucero con su familia— dijo entre dientes dirigiendo la mirada hacia un costado para luego mostrar una falsa sonrisa hacia los antes mencionados —Como puedes ver, hay que mantener la postura...¿No es así cariño?— preguntó falsamente mientras Mina de igual forma sonreía para los señores.

—Me las vas a pagar, imbécil— murmuró la japonesa. El muchacho sonriente besó los labios de Mina, de inmediato el recuerdo del chico sudoroso mientras penetraba aquella chica llegó a la mente de la pelinegra generando nauceas. Sin pedir permiso alguno se abalanzó en dirección al baño.

—¿Qué le sucede?— preguntó Sana preocupada.

—No se preocupen. Quizás fue la cena de anoche— justificó BamBam manteniendo esa irritante y falsa sonrisa.

Utopía- [Michaeng] «G!P»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora