Capítulo 23: Guíalo II

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Los diferentes discípulos retomaron su viaje hacia Gusu, nuevamente Lan XiChen y el joven Jiang viajaban en la misma espada, claro que para muchos era curioso, pero nadie parecía dispuesto a preguntar. Meng Yao también se unió a los demás, pero aún tenía demasiadas dudas con respecto a la actitud del Wen, Wen Xu no era de los que se rendía, pero parecía que eso era lo que había hecho.

Los diferentes discípulos llegaron a la base de la montaña de donde se encontraba el receso de las nubes, los discípulos tomaron sus posiciones e iniciaron a avanzar por la montaña, a medida que esta temblaba por los fuertes rugidos. Jiang Cheng quien era uno de los lideres del escuadrón, al oírla, no pudo controlar su ansiedad y se adelantó corriendo más rápido que los demás; olvidando por completo el ataque sorpresa, los discípulos también siguieron a su líder, aunque su posición de campo si continuaba igual

La gigantesca criatura había sido sacada, la cueva donde antes estaba el manantial y el laberinto frio, lucían totalmente destruidos, mientras la dragona rugía fuertemente. En cuanto los discípulos Wen y Lan, notaron la intromisión de los de túnicas violetas y amarillas, defendieron el territorio haciendo que sangre iniciara a fluir por los prados del receso de las nubes.

La lucha inicio algo inestable ya que el temblor en sus pies a cada discípulo le dificulto la pelea. Jiang Cheng siguió avanzando rápidamente, el temblor seguía en toda la montaña, ya que desde ahí se veía a la criatura que seguía retorciéndose de dolor. Cuando finalmente Jiang Cheng llegó frente a esta, noto que el pecho de la criatura estaba totalmente abierto, la sangre de esta fluía como un río. Los discípulos que rodeaban a la criatura, la cual era sostenida por fuertes cadenas, iniciaron a atacar a Jiang Cheng, este por suerte contaba con su espada, pese a que esa no tuviese espíritu, logro defenderse, al menos por un tiempo.

-No esta – La voz de Su She atravesó el lugar y Jiang Cheng sintió ira, ese hombre lo había engañado y su espada estaba manchada de sangre, de la sangre de la criatura. El líder Jiang se movió dispuesto a atacar, pero fue sostenido por dos manos, sus brazos fueron inmovilizados. Zidian inicio a chispar y aunque Jiang Cheng sabía que no funcionaria, no pudo evitar mover su mano, para que este instantáneamente se transformara un látigo de color purpura que brillaba.

Jiang Cheng no tuvo tiempo de sorprenderse y envolvió la alargada arma a través del cuello de uno de los que sostenía, ahorcándolo y enviando al otro contra el piso. Jiang Cheng llamo a Sandu en una idea desesperada, la cual apareció rápidamente. La sangre de la criatura inicio a esparcirse y sus botas se iniciaron a manchar a medida que avanzaba, Jiang Cheng no pudo evitar que la ansiedad lo invadiera, la cantidad de sangre era demasiado, la criatura moriría, moriría desangrada.

Wen Chao que todo este tiempo había permanecido observando al joven Jiang sin creer la presencia de este o tal vez lo que no podía creer es que el joven al parecer tuviera poderes espirituales, trato de acercarse, pero en su camino fue perforado por Sandu que volaba hacia su dueño, después de tan larga espera. Jiang Cheng por unos momentos dudo de que su espada había atravesado el cuerpo del Wen bajo sus órdenes, su espada estaba a una distancia considerable, nunca había tenido la fuerza para realizar ese movimiento.

Nuevamente no era el momento de asombrarse por sus habilidades, tomo de la empañadura a Sandu y la dirigió hacia Su She.

-Aléjate de ella – Jiang Cheng grito viendo a su ex instructor que permanecía sobre el pecho de la criatura que agonizaba, en cada rugido se podía sentir el dolor que estaba experimentando la criatura.

- ¡¿Entonces no murió?! – Gritó Su She e inicio a descender de lo alto de la criatura – Parece que olvido todo lo que le enseñe – Hablo acercándose al hombre que emanaba chispas centellantes en color violeta – Supongo que tengo que hacerlo yo mismo – Su She se movió con intenciones de atacar, pero una espada platinada de brillo azul le atravesó el pecho, destrozándolo por completo.

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