CAPÍTULO CUATRO.*
"Regulus ha escapado de casa".
Esa fue la noticia que recibieron los Merodeadores en cuanto corrieron a la oficina de Dumbledore bajo la capa de invisibilidad de James, y también fue probablemente la mejor noticia que Sirius escuchó en el año, aunque algo les seguía dando un mal sabor de boca; los Black tuvieron que haber hecho algo verdaderamente horrible para que el príncipe de Slytherin decidiera tomar una decisión como esa.
Sirius tenía una buena idea que incluía a un mago tenebroso, una marca y la esclavitud eterna, pero no podría explicar el orgullo que sentía dentro de su pecho al saber que su hermano menor no se convertiría en un asesino a sangre fría. Mientras tanto, James aún se preguntaba que tenía que ver Eurídice con todo esto, pero en cuanto vio a su amigo planificando su disculpa y reconciliación con el Black menor se le olvidó casi por completo.
El grupo de amigos se encontraba saltándose la clase de adivinaciones como ya les era costumbre, aunque esta vez Remus decidió acompañarlos ya que la situación lo ameritaba -y porque la profesora no le agradaba-. El Black mayor los convenció de infiltrarse en la cocina y esconderse de los elfos para robar pequeñas raciones de comida mientras se daban terapia grupal.
-Si se escapó de ese manicomio ¿En donde piensa quedarse ahora? -Cuestionó Peter, tomando todos los budines de vainilla que pudiera encontrar y metiendolos en su mochila, traficando antojos que les servirían a todos en medianoche.
De inmediato el pelinegro volteo a ver a su mejor amigo, se sentía un descarado al pensar en él como su primera opción. Sabía que después de todos los comentarios que Regulus le ha dicho a James a lo largo de estos últimos años, él estaría en todo su derecho de no querer involucrarse para nada con el Slytherin, pero también sabía que James nunca negaría un poco de ayuda a alguien. Era un peculiar encanto Gryffindor. Por suerte para Sirius, antes de que él se lo preguntara, James le tendió la invitación primero: -Padfoot, sabes que mi casa siempre tendrá sus puertas abiertas para cuando lo necesites. -No se necesitó mencionar más del tema para que diera por terminado, si Regulus Black quería, podría ser el nuevo invitado a la mansión Potter.
-Escuchen, tengo una idea. -Comentó de repente Sirius, dejando de robar los budines de Peter, mientras este le golpeaba las manos intentando que se aleje de su comida. -¿Recuerdan la broma que pensamos en primer año para el cumpleaños de Minnie?
Remus, lanzando su cabeza a la mesa resopló: -Godric, por favor, ayúdame.
*
-Quiero morir.
-Vamos Reg, sabías que esto pasaría tarde o temprano. -Habló riendo Eurídice, disfrutando el espectáculo frente a sus ojos.
El príncipe de Slytherin caminaba por los pasillos de Hogwarts en compañía de la chica dorada mientras escuchaban a todos los cuadros cantar una canción de cuna muggle, la misma que Sirius le cantaba a él cuando sus padres decidían dejarlos sin comer durante días como castigo por alguna travesura insignificante.
Aún sabiendo de que trataba, Regulus deseaba creer que era solo una broma de mal gusto pero para su mala suerte le bastó con llegar al Gran Comedor para ver un retrato enorme de los hijos Black y a su hermano mayor de pie esperándolo.
-Esto será genial. -Murmuró con sarcasmo separándose de su amiga para tomar asiento en su lugar, ignorando por completo las "tonterías" de Sirius.
Aunque muy en el fondo, sólo quería hacerlo sufrir un poco. Lo quería, jamás había dejado de hacerlo, pero debía sentir lo mismo que él sintió al despertarse aquél día con la noticia de que su hermano mayor había escapado.
Era estúpido porque el mismo le dijo que no se iría con él, nunca. De todas formas esperaba que esa fuera razón suficiente para que Sirius se quedara, pero no podía culparlo, aunque era exactamente lo que había hecho en los últimos años, pero si él hubiera tenido que aguantar la mitad de las cosas que el Gryffindor, también hubiera huido sin mirar atrás ni una sola vez.
Mientras tanto, James y Peter sostenían en sus manos cajas de regalos grandes y notablemente costosas, Remus prefirió mantenerse al márgen de la situación solo brindándoles el conocimiento del hechizo que haría a los cuadros cantar.
Para los Merodeadores fue divertido ver a Sirius enloquecer buscando la manera correcta de pedir disculpas y ofrecer ayuda, pero fue aún más divertido ver a James colapsar al ver en el mapa que Regulus entraba al gran comedor, junto con su chica dorada. Y sí su hermano no lo humillaba públicamente en los próximos segundos, Sirius no duraría en gastarle por un mes completo bromas a James por su cara al verla entrar, hasta le mandaría a hacer un retrato muggle con su expresión.
Acercándose sigilosamente a la mesa de las serpientes, con todas ellas lanzándole crucios con la mirada, Sirius procedió a situarse detrás de su hermano menor, sacando de su bolsillo un dibujo que había hecho en el verano pasado: eran ellos dos jugando Quidditch, con James y Peter de guardianes, Remus de comentarista y los padres Potter debajo llenando una mesa de pasteles.
En cuanto Regulus se dio la vuelta para mirarlo él comenzó a hablar:
-Regulus Arcturus Black, sé que he sido el peor hermano. -Comenzó el Gryffindor, dejando de lado su orgullo tan característico -Sé que te debo más que un dibujo patético y que una disculpa no arreglara mis errores. Pero, si aún hay una parte de ti que deseé perdonar a este tonto pero estúpidamente atractivo chico, prometo compensar cada segundo que no hemos estado juntos. -Cada una de las palabras que salian de su boca estaban cargadas de miles de sentimientos, y eran totalmente verdaderas. -Prometo reconstruir cada uno de nuestros malos recuerdos en graciosas anécdotas que podremos contarles a nuestros hijos, así que dime, hermano, ¿me perdonarías?
Sirius pensó que su corazón iba a mil latidos por segundo, sintiendo las miradas expectantes de todos los alumnos, de todas las casas, e incluso la de los profesores que no hicieron ningún acto para interrumpir el increíble espectáculo, justo cuando creyó que por la poca dignidad que le quedaba debía salir corriendo a su sala común, encerrandose en su cuarto a llorar toda la próxima semana como un bebé, Regulus se levantó de su asiento, acercándose solo unos pasos a él, y de repente hablando en un tono firme y sin tartamudear;
-No pienso tener hijos.
Y dando otros pasos, tomó el dibujo de Sirius, guardandolo en su propio bolsillo. Esto fue suficiente para el Gryffindor, que se lanzó a fundir a su hermano en un corto abrazó, del cual el Slytherin se separó en segundos, con la cara roja por la vergüenza.
-Si vuelves a hacer eso te voy a lanzar tantos crucios que no podrás ni contarlos. -Advirtió Regulus con un tono que erizo la piel del Gryffindor, pero aún así le sonrió.
-Es bueno tenerte de vuelta, hermanito.
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FALLING IN LOVE, james potter (en edición)
FanfictionUna tragedia disfrazada de amor. James potter. Cover by Rose Carstairs (Editorial Spider) 2021 © cleocupids.