Prólogo.

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Christopher James

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Christopher James.

10 años atrás.

A veces odiaba ser demasiado inteligente y no, no soy un arrogante, la verdad es que soy muy inteligente, al menos las pruebas para medir mi CI {1} lo decían. Tampoco era un maldito genio pero estaba cercano a serlo, quizás por eso no tenía las emociones que los demás sí. Faith era la única a la que mi corazón había aceptado amar y cuidar, no mis padres, no la chica con la que me acosté hace dos noches, solo Faith, mi pequeña hermana.

Lo que más odiaba de ser inteligente era tener que quedarme por las tardes en el instituto para dar clases particulares a aquellos que no se sabían ni la tabla del seis. Había personas nada habilidosas en mi grupo, algunos peores que otros. El profesor Taylor me prometió que esto me daría créditos extras para la universidad, además me lo exigió como un medio de poder sociabilizar un poco más. La verdad es que no tenía muchos amigos. Está bien, no te mentiré, no tengo ningún amigo, no me interesa hacerlos. Sobre las chicas, soy muy activo en el ámbito sexual, pero si quieres algo conmigo solo tendrás una noche para disfrutar, no doy nada más, no puedo ofrecerlo.

Odio las fiestas, odio las multitudes y odio a mis padres. El odio es quizás lo único que siento, hasta que estoy con Faith. También estoy odiando a la chica tetona frente a mí que no para de hacerme ojitos mientras le explico cómo debe realizar el ejercicio de trigonometría.

—¿Me estás prestando atención?

—¿Ah? —La chica despierta de su ensoñación y se sonroja, muerde su labio inferior tratando de parecer provocativa pero la verdad es que su cerebro diminuto solo me hace querer huir de ahí—. Umm sí. Aunque debo admitir que esto es aburridísimo. ¿Por qué no mejor vamos a un lugar más cómodo y hablamos de otras cosas?

La biblioteca era cómoda, era silenciosa y nos proporcionaba el ambiente que necesitábamos para estudiar.

Miro el reloj a sus espaldas, ya eran las tres y veinticinco, le dije a Faith que llegaría a las cinco, pero no podría seguir soportando este martirio.

Una oportunidad Chris, sopórtala por unas horas más a ver si tiene algo más que sus pechos grandes para ofrecer.

—Estás aquí para recibir mi tutoría, vas terrible en trigonometría así que lo mejor es que me escuches con atención e intentes resolver los ejercicios.

—Escuché que tocas el piano—dice ella ignorándome por completo, se inclina un poco más hacia mi mostrándome su escote, sin embargo mis ojos aún están sobre los suyos—. De seguro sabes mover muy bien tus dedos.

Bien, ya no lo soporto.

Bruscamente me levanto de la silla y recojo todos mis apuntes con rapidez. Después hablaré con el profesor Taylor, no puedo tolerarla más.

—Oh, ¿a dónde vas?

—A casa.

—Pero, ¿no seguirás hablándome sobre los triángulos? ¿O quieres que te acompañe a tu casa? Tal vez podríamos divertirnos de otra manera

CHRIS | Four Chips #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora